El fallecimiento de Héctor Alterio a los 96 años marca el adiós a una figura esencial del teatro español, cuya vida estuvo dedicada al arte desde su llegada a Madrid en 1975 tras el exilio argentino.

El mundo teatral se encuentra de luto tras la triste noticia del fallecimiento de Héctor Alterio, un verdadero ícono de la escena española, quien nos dejó el pasado sábado 13 de diciembre a la edad de 96 años.
Su partida, serena y digna, marca el cierre de una vida llena de arte, pasión y amor por su familia. Alterio, nacido en Buenos Aires en 1929, llegó a Madrid en 1975, donde encontró el escenario perfecto para desplegar su inmenso talento.
Alterio no solo fue un actor destacado, sino una figura que representaba la esencia misma del teatro. Su carrera, que abarcó varias décadas, estuvo marcada por una pasión inigualable y una honestidad que resonaba en cada interpretación.
Desde su llegada a España, llenó los escenarios con su presencia magnética, convirtiéndose en un referente para generaciones de actores y amantes del arte.
Su última obra, “Una pequeña historia”, fue un testimonio de su vitalidad y compromiso con el teatro hasta sus últimos días.
Esta obra, escrita y dirigida por su esposa, Ángela Bacaicoa, reflejó no solo su talento, sino también el profundo amor que sentía por el tango y la poesía, elementos que siempre estuvieron presentes en su vida y en su carrera.
Alterio y Tita, como cariñosamente la llamaban, compartieron no solo el amor romántico, sino también una profunda complicidad artística que les permitió trabajar juntos en múltiples ocasiones.

Héctor Alterio era un hombre de múltiples pasiones. Su amor por el fútbol, especialmente por el Real Madrid, era conocido por todos.
Cada vez que su equipo jugaba, su entusiasmo era contagioso. El tango, que latía en su corazón, era otra de sus grandes pasiones, y a menudo se le veía disfrutando de la música que evocaba sus raíces porteñas. Sin embargo, su amor más profundo siempre fue por su familia.
Sus hijos, Malena y Ernesto, también actores, eran su mayor orgullo y fuente de inspiración. Alterio siempre hablaba de ellos con admiración, resaltando cómo habían heredado su pasión por el arte.
La historia de amor entre Héctor y Ángela es digna de ser contada. Se conocieron en Argentina, cuando él ya era un actor reconocido.
Su relación floreció a pesar de las adversidades, especialmente el exilio que enfrentó debido a la dictadura argentina. Tita se convirtió en su faro de luz, brindándole el apoyo incondicional que necesitaba para reconstruir su carrera desde cero.
“Trabajar juntos es una maravilla”, solía decir Alterio, “porque son muchos años juntos y nos entendemos con palabras que no existen”. Esta conexión única entre ellos no solo fortaleció su relación personal, sino que también enriqueció su trabajo artístico.
A lo largo de su carrera, Alterio se destacó en una variedad de papeles, desde dramas intensos hasta comedias entrañables.
Cada personaje que interpretaba llevaba consigo un pedazo de su alma, y su habilidad para conectar con el público era inigualable. Alterio no solo actuaba; vivía cada papel, haciendo que la audiencia se sintiera parte de la historia.
Su legado en el teatro español es imborrable, y su influencia perdurará en las generaciones futuras de actores y en los corazones de quienes lo admiraron.

La noticia de su fallecimiento ha dejado un vacío inmenso en el mundo del espectáculo. Muchos colegas y admiradores han expresado su tristeza y homenaje en redes sociales, recordando no solo su talento, sino también su calidez humana y su generosidad.
Alterio no solo fue un maestro en el escenario, sino también un mentor para muchos jóvenes actores que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino.
Aunque su partida es una pérdida irreparable, su memoria vivirá siempre en cada escena, cada palabra y cada tango que interpretó. Las luces del teatro pueden haberse apagado para él, pero su espíritu seguirá iluminando el camino para aquellos que aman el arte.
La vida de Héctor Alterio es un recordatorio de la importancia de la pasión, el amor y la dedicación.
Su legado perdurará en la historia del teatro español, y su nombre será siempre sinónimo de grandeza y talento.
Así, el mundo teatral se despide de un gigante, un genio que dejó una huella imborrable en el corazón de todos. ¡Gracias, Héctor, por tu arte y tu amor eterno!