En el último debate en el Senado, el senador de VOX, Gordillo, acusó al Gobierno de inacción ante el aumento de la inmigración irregular y la criminalidad, generando un intenso enfrentamiento con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
En el último debate del Senado, las tensiones alcanzaron su punto álgido cuando el senador Gordillo del grupo parlamentario Vox lanzó una dura crítica al gobierno actual, acusándolo de inacción frente a un aumento alarmante de la criminalidad y la inmigración irregular.
Con más de tres millones de personas que han llegado a España en los últimos cinco años, la pregunta que se cierne sobre la sociedad española es: ¿realmente está el gobierno gestionando adecuadamente esta situación?
El intercambio verbal entre los senadores se tornó intenso.
“Señor ministro, su inacción culpable tiene consecuencias directas sobre la vida de la gente”, exclamó Gordillo, enfatizando cómo la falta de medidas efectivas afecta no solo la seguridad, sino también el acceso a servicios públicos que se encuentran al borde del colapso.
La respuesta del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, fue clara: “Cualquier procedimiento de expulsión está regido por el estricto cumplimiento de la legalidad”.
Sin embargo, muchos ciudadanos se preguntan si esta legalidad está siendo utilizada como excusa para evitar actuar.

Los datos sobre criminalidad son inquietantes. Durante la intervención, se mencionó un aumento significativo en delitos contra la libertad sexual y violaciones.
“Muchos de estos inmigrantes pesan órdenes de expulsión que no se están cumpliendo”, continuó Gordillo, instando al ministro a explicar por qué no se están ejecutando estas órdenes.
La respuesta de Marlaska, que intentó desviar la atención hacia el cumplimiento de la ley, no pareció convencer a muchos.
“Existen múltiples condicionantes que afectan al número de expulsiones”, argumentó, pero las preocupaciones de los ciudadanos sobre la seguridad persisten.
El senador Gordillo no se detuvo ahí. Afirmó que el gobierno de Sánchez no solo ha fracasado en gestionar la inmigración, sino que ha descuidado las necesidades básicas de los españoles.
“Las ayudas sociales se destinan en gran parte a extranjeros, mientras muchos españoles siguen sin llegar a fin de mes”, dijo, planteando una cuestión que resuena en muchos hogares españoles.
La sensación de que la política actual prioriza a los inmigrantes sobre los ciudadanos españoles ha calado hondo en la opinión pública.

Mientras tanto, el ministro del Interior defendió su gestión, afirmando que “España es el país de la Unión Europea que más expulsiones materializa”.
Sin embargo, esta afirmación fue recibida con escepticismo por parte de la oposición, que argumenta que los números no reflejan la realidad en las calles.
“Las ocupaciones ilegales y el miedo a la inseguridad se han convertido en un grave problema de convivencia”, replicó el senador Martínez, resaltando la creciente frustración con el sistema judicial y la falta de respuestas efectivas ante la ocupación ilegal de viviendas.
La discusión sobre la ocupación ilegal también ocupó un lugar central en el debate. El senador Martínez Portillo criticó la legislación actual, argumentando que no ha hecho más que perpetuar el problema.
“El derecho a la propiedad privada está en la Constitución, pero su gobierno parece más preocupado por proteger a los ocupas que a los propietarios”, afirmó.
Esta crítica se suma a un sentimiento generalizado de que las leyes actuales no protegen adecuadamente a los ciudadanos, lo que alimenta una creciente desconfianza en las instituciones.
A medida que el debate avanzaba, la tensión era palpable. El ministro Marlaska, en un intento de desmarcarse de las acusaciones, afirmó que “somos uno de los países más seguros de Europa”. Sin embargo, muchos en el Senado y en la audiencia estaban lejos de estar convencidos.
La percepción de inseguridad y el aumento de delitos son realidades que afectan a la vida cotidiana de muchos españoles, y las palabras del ministro no parecían ser suficientes para calmar esos temores.
La situación se complica aún más con la llegada de nuevas oleadas de inmigrantes. La retórica del miedo y la seguridad se ha convertido en un tema recurrente en el discurso político, y las acusaciones de xenofobia y racismo no tardaron en surgir.
“Ustedes mismos se llaman xenófobos y racistas”, replicó Marlaska a la oposición, en un intento de desviar la atención de las críticas.
Sin embargo, esta estrategia parece haber generado más división que unidad, con muchos ciudadanos sintiendo que sus preocupaciones no están siendo escuchadas.
El debate culminó en un ambiente de creciente polarización, donde cada bando defendía su posición con fervor.
La pregunta que queda en el aire es: ¿cómo se resolverán estas tensiones? La gestión de la inmigración y la seguridad son temas que no solo afectan a los políticos en el Senado, sino que tienen un impacto directo en la vida diaria de los españoles.
La necesidad de un enfoque equilibrado y humano en la política de inmigración es más urgente que nunca, pero la polarización actual dificulta el diálogo y la búsqueda de soluciones efectivas.
A medida que los ciudadanos observan este espectáculo político, la inquietud por el futuro de la inmigración y la seguridad en España continúa creciendo.
La falta de soluciones claras y efectivas, junto con el aumento de la desconfianza hacia las instituciones, plantea un desafío significativo para el gobierno actual.
La pregunta sigue siendo: ¿serán capaces de encontrar un camino que satisfaga tanto las necesidades de los ciudadanos como las de aquellos que buscan una vida mejor en España? La respuesta a esta pregunta podría definir el rumbo político del país en los años venideros.