Joaquín Sabina y Miguel Bosé han marcado distancia con la izquierda de Pedro Sánchez, expresando su decepción con el rumbo político del actual Gobierno.
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En un giro inesperado en el panorama cultural y político español, dos de sus figuras más emblemáticas, Joaquín Sabina y Miguel Bosé, han decidido distanciarse de la corriente oficialista del sanchismo.
Este movimiento ha provocado un revuelo considerable, no solo entre sus seguidores, sino también en el seno de la izquierda, que se siente cada vez más fragmentada y cuestionada.
La reciente declaración de apoyo a Pedro Sánchez, firmada por un centenar de artistas e intelectuales, ha puesto de relieve una fractura que muchos consideraban latente, pero que ahora se manifiesta de manera contundente.
“Ahora ya no soy tan de izquierdas”, ha afirmado Sabina, un artista que durante décadas ha sido la voz de una generación que luchaba por los derechos sociales y la justicia.
Sus palabras resuenan con fuerza, reflejando un desencanto profundo hacia un sistema que, a su juicio, ha perdido el rumbo. “Tengo ojos y oídos para ver lo que está pasando”, agregó, dejando claro que su percepción de la izquierda actual ha cambiado drásticamente.
Esta declaración no es solo una crítica a la gestión del Gobierno, sino también un lamento por la pérdida de los valores que alguna vez unieron a la izquierda española.
Por su parte, Miguel Bosé no se ha quedado atrás. Con una postura aún más contundente, ha exigido la dimisión de Pedro Sánchez, cansado de los escándalos y el deterioro institucional que, según él, rodean al Ejecutivo.
“No puedo seguir apoyando a un Gobierno que no representa lo que una vez creí que defendía”, ha declarado.
Su descontento no solo se limita a la figura del presidente, sino que también critica a aquellos que, desde la comodidad del privilegio, firman manifiestos sin cuestionar el poder.
Ambos artistas, con trayectorias marcadas por la lucha y la crítica social, han decidido optar por la independencia y la coherencia, rechazando formar parte de una cultura que aplaude sin cuestionar.

La reciente manifestación de apoyo a Sánchez, que ha sido firmada por figuras destacadas como Pedro Almodóvar y Ana Belén, ha sido vista por muchos como un panfleto político disfrazado de manifiesto cultural.
Este documento acusa a la oposición, a los medios de comunicación y hasta a la Iglesia de participar en una supuesta “conspiración para derribar a un gobierno legítimo”.
Sin embargo, para Sabina y Bosé, esta narrativa no solo es engañosa, sino que también traiciona los principios de una izquierda que, según ellos, ha olvidado sus raíces.
La ruptura de estos dos artistas representa un punto de inflexión en la cultura española. Durante años, tanto Sabina como Bosé fueron considerados emblemas del progresismo, defendiendo causas sociales y políticas que resonaban con el pueblo.
Sin embargo, su alejamiento del sanchismo refleja un descontento más amplio que se está gestando en la sociedad.
Muchos sienten que la izquierda ha perdido su esencia, que ha dejado de ser un bastión de lucha por los derechos sociales para convertirse en una mera herramienta de poder.
“Es inadmisible que un Gobierno caiga por un informe de la Guardia Civil”, afirman los firmantes del manifiesto en apoyo a Sánchez, minimizando así los casos de corrupción que han salpicado al PSOE.
Para Sabina y Bosé, estas afirmaciones son una burla a la inteligencia de los ciudadanos. “La corrupción no es un detalle menor”, sostiene Sabina.
“Es un problema que afecta a la confianza de la gente en sus representantes”. Este sentimiento es compartido por muchos, que ven en la cultura y el arte una forma de resistencia y crítica.

El distanciamiento de Sabina y Bosé no solo es un acto de rebeldía, sino también un llamado a la reflexión.
En un momento en que la política española se encuentra en una encrucijada, sus voces resuenan como un eco de la decepción y el desencanto que muchos sienten hacia un sistema que parece haber olvidado sus promesas.
“No se puede seguir aplaudiendo a un poder que no cumple con lo que prometió”, advierte Bosé. Esta declaración invita a la sociedad a cuestionar las narrativas dominantes y a buscar una política más auténtica y representativa.
Mientras algunos de sus antiguos compañeros de escenario optan por la complacencia, Sabina y Bosé han decidido tomar un camino diferente.
Su decisión de romper con la izquierda de Sánchez es un acto de valentía que pone de manifiesto la necesidad de una crítica constructiva en el ámbito cultural.
“La cultura no debe ser un mero reflejo del poder, sino una herramienta de transformación”, concluye Sabina. Este mensaje, cargado de significado, invita a la reflexión sobre el papel de los artistas en la sociedad y su responsabilidad ante los problemas que nos afectan.
La ruptura de estos dos referentes culturales no solo es un golpe simbólico para el entorno de Pedro Sánchez, sino que también marca un nuevo capítulo en el desencanto de la cultura española con el Gobierno.
La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta dónde llegará este desencanto y qué consecuencias tendrá para el futuro de la izquierda en España?
La historia de Sabina y Bosé es un recordatorio de que la verdadera lucha por los derechos sociales y políticos no se detiene ante el poder, sino que lo cuestiona y desafía.