La viuda de Bernardo Pantoja ha decidido vivir alejada del foco mediático cuando se han cumplido tres años del fallecimiento del hermano de Isabel Pantoja
Junko, la viuda de Bernardo Pantoja, ha decidido alejarse del foco mediático tras tres años desde la muerte de su marido, hermano de la famosa Isabel Pantoja. Aunque su relación con la familia de Bernardo estuvo marcada por la polémica y los enfrentamientos, especialmente con su cuñada y su hija Anabel, Junko ha optado por vivir de manera discreta y tranquila, manteniendo una rutina que combina meditación, paseos por la orilla del Guadalquivir y la confección de trajes de flamenca que exporta a Japón.
Desde que Bernardo falleció el 25 de noviembre de 2022, Junko ha permanecido mayormente en silencio, evitando declaraciones y apariciones mediáticas, a pesar de que todavía reside en la vivienda propiedad de Isabel Pantoja. Cada día, la japonesa sale a hacer sus compras y recados, siendo conocida y querida por los vecinos de la zona, quienes destacan su dedicación al recuerdo de Bernardo. Según cuentan, realiza ofrendas rituales en homenaje a su esposo y mantiene su nombre presente en todo momento, llevando una existencia que algunos describen como casi monacal.
La historia de amor entre Junko y Bernardo comenzó de manera discreta. Tras la separación de Bernardo con Mercedes Bernal, madre de Anabel, conoció a Junko en El Rocío y desde entonces se mantuvieron unidos, incluso frente a las dificultades de salud que afectaron a Bernardo, como la amputación de su pie derecho debido a complicaciones con la diabetes. La pareja se casó en secreto, en una ceremonia a la que no asistieron Isabel ni Anabel Pantoja, consolidando así una relación basada en la intimidad y la discreción. Junko estuvo al lado de Bernardo hasta el último momento de su vida, demostrando una lealtad absoluta que pocos conocen en detalle.
Tras el fallecimiento, Junko decidió organizar una misa en honor a su esposo, un acto que evidenció el distanciamiento con la familia de Bernardo, ya que ni Isabel ni Anabel acudieron. En un comunicado posterior, Junko expresó con firmeza su postura: “He pasado junto a mi marido Bernardo más de dos décadas, él siempre ha sido una persona muy especial, no solo para mí, sino para el resto de personas. Nunca ha tenido maldad pese a que hay personas que pueden pensar lo contrario”. Añadió además: “Únicamente pido respeto para mi persona, yo tengo derecho legítimo a expresarme con claridad y no tengo por qué mentir sobre nada. Siempre me enseñaron que la verdad acompañada de la realidad solo tiene un camino”. Con estas palabras, Junko reafirmó que su camino tras la muerte de Bernardo se mantendrá firme y marcado por la verdad según su perspectiva.
A lo largo de estos años, la relación de Junko con la familia Pantoja ha estado salpicada de rumores y enfrentamientos, especialmente durante los últimos días de vida de Bernardo y los posteriores, cuando la prensa puso especial atención en su vínculo con Anabel. Sin embargo, lejos del ruido mediático, Junko ha logrado construir una vida propia, combinando su herencia cultural japonesa con la rutina diaria en Sevilla. Se la ve pasear por el barrio, meditar y continuar con su trabajo en la moda flamenca, manteniendo una discreción que contrasta con la exposición constante del clan Pantoja en los medios.
Vecinos cercanos destacan la profunda devoción de Junko hacia Bernardo y cómo su amor se mantiene vivo en su día a día. “Tiene a Bernardo en la mente en todo momento, le quería muchísimo y le echa de menos cada minuto de su vida. Lleva una existencia monacal, realiza ofrendas en homenaje al recuerdo de Bernardo, debe ser una costumbre ritual japonesa”, comentan sobre su rutina, que combina silencio, respeto y recuerdos constantes de su esposo fallecido.
A pesar de la polémica, Junko ha mantenido siempre una postura firme y clara: su relación con Bernardo fue profunda, sincera y basada en la lealtad mutua. Ha defendido su historia de amor con contundencia, recordando que siempre fue la mejor amiga, compañera y esposa de Bernardo hasta que la muerte los separó. Sus apariciones públicas son mínimas, y cuando surgen, muestran a una mujer serena, centrada en su memoria y en mantener la tranquilidad de su vida diaria, lejos de los focos y de los conflictos mediáticos.
Hoy, tres años después de la pérdida de Bernardo, Junko Pantoja representa un ejemplo de discreción y fortaleza frente a la exposición mediática y los conflictos familiares. Su vida cotidiana, marcada por la rutina, la meditación y el recuerdo constante de su esposo, refleja una nueva etapa de calma y resiliencia, donde la verdad y la memoria de su amor son su guía. Con un paso firme, Junko sigue su camino, demostrando que incluso en la sombra del clan Pantoja se puede construir una existencia serena y fiel a uno mismo.
