El PSOE enfrenta una crisis de liderazgo tras las denuncias de acoso contra Paco Salazar, cuestionando la efectividad de sus mecanismos internos y la respuesta de la dirección del partido.
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En un contexto de creciente descontento y desconfianza, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) enfrenta una crisis de liderazgo sin precedentes.
La reciente revelación de denuncias de acoso contra Paco Salazar, exasesor del presidente Pedro Sánchez, ha puesto en tela de juicio la efectividad de los mecanismos internos de respuesta a tales situaciones y ha desatado un torrente de críticas hacia la dirección del partido.
El director del programa “Más de uno” ha señalado la “apatía, opacidad e impunidad” que han caracterizado la gestión de las denuncias.
En un país donde la cultura del “me too” ha comenzado a calar hondo, el hecho de que las mujeres afectadas no se sintieran seguras para utilizar los canales internos de denuncia es un reflejo alarmante de la falta de confianza en las instituciones.
“Ninguna de las mujeres que sufrió el presunto acoso se atrevió a denunciar”, destacó un comentarista, subrayando la gravedad de la situación.
El caso de Salazar no es un hecho aislado, sino parte de un patrón más amplio de comportamiento que ha sido tolerado dentro de las estructuras del PSOE.
Durante seis años, Salazar ocupó un puesto en la Moncloa, donde su conducta inapropiada pasó desapercibida, o peor aún, fue ignorada. La dirección del partido, bajo el liderazgo de Sánchez, ha sido acusada de no actuar con la diligencia necesaria.
“El expediente que se le abrió durmió el sueño de los justos”, comentaron fuentes cercanas al partido, lo que sugiere una falta de compromiso con la justicia y la equidad.

La reacción interna ha sido igualmente decepcionante. La dirección del PSOE convocó una videoconferencia de urgencia con las responsables de igualdad de las federaciones regionales, pero las palabras “apatía” y “opacidad” resonaron en la conversación.
Muchas militantes se han mostrado indignadas por la falta de sanciones y por el intento de silenciar el escándalo.
“Parece que el partido tiene más interés en que todo se olvide cuanto antes que en dar satisfacción a las mujeres que han tenido el coraje de hablar”, afirmaron críticos del partido.
A medida que la presión aumenta, la figura de Pedro Sánchez se convierte en el centro de la tormenta. Como líder que eligió a Salazar y a otros hombres que han sido acusados de comportamientos inapropiados, su responsabilidad es innegable.
“Los hombres de Pedro”, como se les ha denominado, representan una cultura de tolerancia hacia el machismo que ha permeado en el partido.
Esta situación ha llevado a que muchas voces dentro del PSOE exijan una revisión profunda de las políticas de igualdad y de respuesta ante el acoso.
El contraste con otras realidades políticas, como la de Estados Unidos, donde el expresidente Donald Trump fue elegido a pesar de acusaciones graves de conducta sexual inapropiada, resalta aún más la gravedad de la situación en España.
Aquí, el escándalo de Salazar ha generado un debate sobre la ética y la responsabilidad en el liderazgo político.
“Afortunadamente, el trumpismo en España no ha llegado a esos extremos, pero la tolerancia hacia el acoso sigue siendo motivo de escándalo”, se apuntó en varias discusiones.

La falta de acción de figuras clave en el partido, como María Jesús Montero, secretaria de Igualdad, ha sido criticada.
“No consta que haya movido un dedo en seis meses”, comentan fuentes internas, lo que refleja una desconexión preocupante entre la dirección del PSOE y las realidades que enfrentan sus militantes.
La reciente promesa de mejorar los protocolos y canales de denuncia, aunque bien intencionada, llega demasiado tarde para muchas mujeres que se sienten traicionadas por el sistema.
En este clima de desconfianza, el PSOE se enfrenta a un dilema crucial: ¿podrá recuperar la credibilidad y la confianza de sus bases? La respuesta dependerá de su capacidad para abordar estas cuestiones de manera efectiva y transparente.
La historia reciente sugiere que, a menos que se tomen medidas decisivas, el partido podría seguir enfrentando turbulencias internas que amenazan su cohesión y su futuro político.
La situación actual es un recordatorio de que la lucha por la igualdad y el respeto en el ámbito laboral y político está lejos de haber terminado.
La crisis de liderazgo en el PSOE no solo afecta a sus miembros, sino que también envía un mensaje claro a la sociedad sobre la necesidad de una mayor responsabilidad y acción frente al acoso y la violencia de género.
Como se ha dicho, “la verdadera grandeza de un líder se mide por su capacidad para escuchar y actuar en favor de los más vulnerables”.