La final de Gran Hermano 20 fue un fracaso televisivo marcado por una gala apresurada, pobre en contenidos y con una audiencia mínima que obligó a Telecinco a adelantar el desenlace.

La noche del desenlace de Gran Hermano 20 ha sido un verdadero fiasco, dejando a los espectadores atónitos ante lo que se ha convertido en una de las finales más breves y menos vistas de la historia del reality.
Rocío Gallardo, una concursante que probablemente muchos no conocen, se proclamó ganadora en un duelo final con Christian Olvich, otro nombre que no resonará en las casas de los televidentes.
Esta gala, que se suponía iba a ser un evento emocionante, se convirtió en un espectáculo anti televisivo que muchos desearían olvidar.
Desde un principio, la edición de este año ha estado marcada por un desplome en las audiencias que ha llevado a Telecinco a adelantar la proclamación del ganador, que originalmente estaba prevista para febrero, a un atropellado diciembre.
La cadena, en un intento desesperado por salvar lo que queda de la credibilidad del programa, ha hecho que los concursantes se coman el turrón en sus casas, después de un show que ha resultado insufrible para el espectador.
La final comenzó con cuatro candidatos: Raúl, Cristian, Rocío y Aquilino.
Sin embargo, ya desde el inicio, se notaba que el favoritismo del público se inclinaba hacia uno de ellos, que contaba con más del 50% de los votos en la app de Mediaset Infinity. Pero, como bien sabemos, el resultado de la noche fue más que incierto.
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Raúl fue el primero en caer, ocupando la cuarta plaza con el menor porcentaje de votos, lo que llevó a muchos a cuestionar la veracidad de los datos, considerando la audiencia escasa del programa.
En una mini entrevista con Jorge Javier, Raúl admitió que no era el perfil ideal para atraer suficientes votos, a pesar de su optimismo en la semifinal.
El tercer clasificado, Aquilino, fue anunciado sin que se revelaran los porcentajes de apoyo, lo que dejó a la audiencia aún más confundida. Finalmente, la gala se redujo a un duelo entre Rocío y Cristian, quienes tuvieron la oportunidad de despedirse de la casa.
Sin embargo, el momento estuvo empañado por la incesante presión del “súper”, que apremiaba a los concursantes a abandonar el plató, restando solemnidad a lo que debería haber sido una ceremonia memorable.
La final, que se extendió por más de dos horas, estuvo repleta de contenido vacío, con supuestas sorpresas de seres queridos que no lograron captar la atención del público.
El apagado de la casa, presentado en un vídeo pregrabado, fue tan cutre que muchos se sintieron avergonzados por lo que estaban presenciando. La culminación del duelo final se resolvió de manera poco emocionante, dejando a los espectadores con un sabor agridulce.
Rocío se impuso a Cristian en el televoto con un porcentaje abrumador, superando el 50% entre los finalistas, pero la falta de entusiasmo en el ambiente hizo que la victoria se sintiera vacía.

Con esta victoria, Rocío se coronó como la ganadora de la edición más breve y menos seguida en los 25 años de historia de Gran Hermano. La reacción en redes sociales no se hizo esperar, y muchos usuarios expresaron su descontento con lo que consideraron una gala bochornosa.
La debacle de esta temporada ha sido tal que se especula que Telecinco podría tardar años en volver a emitir una edición de Gran Hermano con anónimos.
Para intentar amortizar el fracaso, es probable que la cadena recurra a una nueva edición con famosos, ya sea bajo la marca de Gran Hermano Dúo o en su versión de celebridades.
La noche culminó en un ambiente de desconcierto y desilusión. Telecinco se encuentra en una situación crítica, con la posibilidad de perder aún más audiencia en diciembre.
La sensación general es que el reality ha tocado fondo y que la cadena está actuando como un “pollo sin cabeza”, sin rumbo claro sobre cómo recuperar la confianza del público.
La pregunta que muchos se hacen es si esta edición será recordada como un mero tropiezo o si marcará el final de una era para Gran Hermano.
En conclusión, la final de Gran Hermano 20 ha sido una experiencia que muchos preferirían olvidar. Con una gala que no cumplió con las expectativas, se ha dejado claro que el reality necesita una revisión completa si quiere volver a captar la atención del público.
Las redes sociales han estallado en comentarios sarcásticos y críticas, reflejando el descontento de una audiencia que esperaba mucho más de un programa que ha sido un referente en la televisión española.
La pregunta en el aire es clara: ¿podrá Gran Hermano recuperarse de este descalabro o es el principio del fin para uno de los realities más emblemáticos de la televisión?