Junts ha roto definitivamente con el PSOE, dejando al Gobierno de Pedro Sánchez en una situación crítica y sin mayoría parlamentaria.

El castillo de naipes que sostenía el Gobierno de Pedro Sánchez ha comenzado a desmoronarse. La decisión unánime de la ejecutiva de Junts, liderada por Carles Puigdemont, de romper definitivamente con el PSOE ha dejado al Ejecutivo en una situación crítica.
La relación entre ambos partidos, que había sido tensa desde hace meses, se ha vuelto insostenible, y las consecuencias de esta ruptura se sienten ya en el panorama político español.
La noticia, que ha caído como un jarro de agua fría, se confirmó tras una reunión en Perpiñán, donde Puigdemont dejó claro que la paciencia se había agotado.
“No podemos seguir así”, afirmó el ex presidente fugado, subrayando los reiterados incumplimientos del Gobierno socialista.
Desde el otoño pasado, Puigdemont había advertido que “pasarían cosas” si Sánchez no cumplía con lo pactado, y ahora esas palabras resuenan con más fuerza que nunca.

La portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, había encendido las alarmas la semana pasada, señalando que había llegado “la hora del cambio”.
Pero, ¿qué ha llevado a Junts a tomar esta drástica decisión?
Según fuentes internas, la falta de avances en la aplicación de la amnistía, el bloqueo de la oficialidad del catalán en la Unión Europea y la negativa a ceder competencias en inmigración a la Generalitat han sido factores determinantes.
Estos incumplimientos han provocado un profundo desencanto en la formación independentista, que se siente traicionada por un socio que prometió mucho y ha entregado poco.
La ruptura se produce en una fecha cargada de simbolismo: el aniversario de la declaración unilateral de independencia de Cataluña. Puigdemont ha querido dejar claro que el PSOE ha traicionado los compromisos adquiridos con el independentismo.
“El Gobierno ha jugado con el tiempo, prometiendo mucho y haciendo poco”, sentenció, mientras que desde Moncloa, el ministro Óscar López intentaba minimizar el impacto de la noticia, asegurando que “el Gobierno cumple” y que sigue “con la mano tendida”.
Sin embargo, sus palabras sonaron huecas y desesperadas ante la magnitud del golpe.

La pérdida del apoyo de Junts deja a Sánchez en una situación política límite. Sin mayoría, sin presupuestos y sin margen de maniobra, el Ejecutivo se encuentra en una especie de “respiración asistida”.
La metáfora del “gobierno zombi” ha cobrado vida en los platós de televisión, donde la periodista Ana Rosa Quintana lo resumió de manera demoledora: “Se acerca Halloween y Junts debate si da calabazas al Gobierno Frankenstein”.
La imagen es clara: un Gobierno que camina sin rumbo, incapaz de aprobar leyes o presupuestos, está condenado a la parálisis.
La tensión entre el PSOE y Junts no es nueva. Durante meses, ambos partidos han mantenido una relación tensa, marcada por desavenencias y promesas incumplidas. La amnistía, un tema candente, ha sido el punto de fricción más evidente.
Mientras que Junts exigía avances concretos, el Gobierno se mostraba reacio a ceder, temeroso de las repercusiones políticas que esto podría acarrear. La falta de diálogo efectivo ha contribuido a un clima de desconfianza que, finalmente, ha llevado a la ruptura.
En este contexto, los líderes de la oposición no han tardado en aprovechar la ocasión para criticar al Gobierno.
Isabel Díaz Ayuso, Santiago Abascal y otros líderes políticos han arremetido contra Sánchez, acusándolo de incompetencia y de haber llevado al país a una situación insostenible.
“Es un Gobierno que ha perdido el rumbo”, afirmó Abascal, mientras que Ayuso enfatizó la necesidad de un cambio urgente en la dirección del país.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ffba%2F5ca%2Ff6c%2Ffba5caf6cef8da70ec2dd40a0d67a1ef.jpg)
El impacto de esta ruptura no solo se siente en el ámbito político, sino que también tiene repercusiones en la sociedad española.
La incertidumbre se apodera de los ciudadanos, que ven cómo sus representantes no logran llegar a acuerdos y avanzar en cuestiones que afectan directamente a su vida cotidiana.
La polarización y la falta de entendimiento entre los diferentes actores políticos han generado un clima de desconfianza que podría tener consecuencias a largo plazo.
La situación actual plantea muchas preguntas sobre el futuro del Gobierno de Sánchez. ¿Podrá sobrevivir a esta crisis? ¿Encontrará la manera de recuperar el apoyo de otros partidos?
La respuesta a estas preguntas es incierta, pero lo que está claro es que la ruptura con Junts ha dejado al Ejecutivo en una posición muy vulnerable. La falta de apoyo parlamentario podría llevar a una parálisis legislativa, lo que complicaría aún más la gobernabilidad del país.
En conclusión, la ruptura de Junts con el PSOE marca un punto de inflexión en la política española. Con un Gobierno debilitado y una oposición que no pierde la oportunidad de atacar, el futuro de Sánchez y su Ejecutivo está en la cuerda floja.
La incertidumbre se cierne sobre el panorama político, y los ciudadanos esperan respuestas y soluciones a los problemas que les afectan.
Mientras tanto, el eco de las palabras de Puigdemont resuena: “La relación con Sánchez es insostenible”. ¿Qué pasará ahora? Solo el tiempo lo dirá.