La causa judicial mantiene como investigado a Jonathan, hijo del empresario, que estaba a su lado cuando se precipitó al vacío; la familia confía en que la causa “demostrará su inocencia”

La noticia ha caído como un jarro de agua fría en el mundo empresarial y en la alta sociedad catalana: la muerte de Isak Andic, fundador de Mango, podría no haber sido un accidente.
Lo que en un primer momento se interpretó como una caída fortuita desde la terraza de su residencia de lujo en Barcelona, ahora se examina con una nueva mirada.
Los Mossos d’Esquadra han abierto una investigación por posible homicidio, una decisión que ha desatado una ola de conmoción y rumores dentro del entorno más cercano del empresario.
El caso ha adquirido tintes casi de novela negra. Según fuentes de la investigación, el hijo del magnate, Jonathan Andic, se encontraba con él en el momento de la caída.
Fue él mismo quien dio la voz de alarma a los servicios de emergencia tras escuchar el estruendo y descubrir el cuerpo de su padre tendido en el suelo del patio interior.
Desde ese instante, las versiones, las sospechas y los silencios se han entremezclado en una historia que aún guarda demasiados vacíos.
Jonathan, que también forma parte de la cúpula directiva de Mango y que ha acompañado el legado de su padre durante los últimos años, ha sido citado como investigado en el procedimiento judicial abierto.
La decisión, aunque formal y preventiva, ha generado un impacto inmediato: la sombra de la duda planea sobre uno de los herederos del imperio textil español.
“Jonathan no tuvo nada que ver con lo ocurrido. Estamos tranquilos y confiamos en que la investigación demostrará su inocencia”, ha declarado una fuente del entorno familiar, visiblemente afectada por el giro de los acontecimientos.

El suceso tuvo lugar el pasado fin de semana, en la residencia privada del empresario en el barrio de Pedralbes, una de las zonas más exclusivas de Barcelona.
Vecinos y empleados de la finca han declarado que escucharon “un fuerte golpe” y, poco después, “gritos desesperados”. La primera patrulla de los Mossos llegó al lugar en cuestión de minutos, pero Andic ya había fallecido.
Las primeras inspecciones oculares no mostraron signos evidentes de lucha, aunque los investigadores decidieron no descartar ninguna hipótesis ante ciertos elementos “no del todo coherentes” en la escena.
Durante las últimas horas, los agentes de la División de Investigación Criminal han tomado declaración a varios miembros del servicio doméstico y del círculo más próximo a la familia.
Los interrogatorios se han centrado en reconstruir los últimos movimientos de Andic antes de la caída y esclarecer si hubo alguna discusión previa.
Uno de los trabajadores aseguró haber oído una conversación en tono elevado poco antes del accidente. “No puedo decir que fuera una pelea, pero sí sonaban tensos”, comentó ante los agentes.
El cuerpo fue trasladado al Instituto de Medicina Legal, donde se le practicó la autopsia. Según los primeros resultados, la muerte se produjo por un traumatismo craneoencefálico severo compatible con una caída desde gran altura.
Sin embargo, el informe forense ha detectado algunas contusiones en antebrazos y hombros que no encajarían del todo con una caída limpia.
Ese detalle ha encendido las alarmas de los Mossos y ha motivado la apertura de la causa penal bajo la tipificación provisional de homicidio.
Mientras tanto, el entorno empresarial observa con estupor el desarrollo de los hechos. Isak Andic, de 71 años, era considerado uno de los hombres más influyentes de la moda española.
Fundó Mango en los años 80 junto a su hermano Nahman, y su visión global y su instinto comercial convirtieron la marca en un referente internacional.
Su muerte, envuelta ahora en un aura de misterio, ha dejado un vacío difícil de llenar. “Era un hombre exigente, pero justo. Lo que ha pasado es simplemente inconcebible”, lamenta un antiguo directivo que compartió con él más de tres décadas de trabajo.
El papel de Jonathan en la historia añade un componente aún más delicado. Su relación con el padre siempre fue compleja, marcada por la presión de la sucesión y las tensiones propias de una empresa familiar de dimensiones gigantescas.
Sin embargo, en los últimos años ambos parecían haber alcanzado una tregua. “Habían aprendido a trabajar juntos, incluso se les veía más cercanos”, asegura una fuente próxima a la compañía.
En las redes sociales, el caso ha generado una ola de especulaciones. Algunos usuarios han apuntado a posibles conflictos financieros, mientras otros mencionan desavenencias personales.
Sin embargo, ni la policía ni la familia han querido hacer comentarios sobre el contenido del testamento o los posibles intereses económicos en juego. “No es el momento de hablar de dinero”, ha declarado una portavoz familiar. “Ahora solo queremos saber la verdad.”

Por su parte, los Mossos mantienen un silencio absoluto sobre el avance de las pesquisas. Se limitan a confirmar que “todas las líneas de investigación continúan abiertas” y que el informe definitivo se entregará al juzgado de instrucción en los próximos días.
No se descarta que, en función de los resultados forenses y las pruebas complementarias, el caso cambie de calificación o incluso se archive si se determina que la caída fue accidental.
Mientras tanto, la sede central de Mango en Palau-solità i Plegamans ha guardado un minuto de silencio en memoria de su fundador.
Los empleados, visiblemente emocionados, han depositado flores y mensajes de despedida en la entrada del edificio. “Gracias por todo, jefe”, rezaba una de las notas.
El misterio, sin embargo, persiste. ¿Accidente, suicidio o crimen? La respuesta, por ahora, sigue en manos de los investigadores. Lo cierto es que la muerte de Isak Andic ha abierto una grieta profunda no solo en su familia, sino en la historia reciente del empresariado español.
Y aunque la familia se aferra a la esperanza de que todo se aclare pronto, el caso continúa rodeado de preguntas sin respuesta… y de un silencio que pesa demasiado.
