Lucía Etxebarria afirma, mediante comparaciones históricas extremas, que el liderazgo de Pedro Sánchez sigue un patrón psicológico de poder aislado y en decadencia.

En una intervención pública cargada de dureza y metáforas históricas, la escritora Lucía Etxebarria dejó atónito a Alfonso —y a su audiencia— al vaticinar un desenlace catastrófico para Pedro Sánchez y su círculo de confianza.
“Cuando a Julio César le van matando uno detrás de otro y su propio hijo le clava un cuchillo… ¿sabes? Pobre Julio César en el fondo”, dijo Etxebarria, evocando la traición histórica como espejo de lo que, según ella, podría producirse en la esfera política actual.
Con un tono vehemente, la autora continuó:
“¿Cuántas historias tenemos de un chalao al que se le va la pinza, que se cree Dios… o el pobre Napoleón, que de pobre no tiene nada y le mandan a Santa Elena?” —una alusión directa a figuras históricas que, por su megalomanía o ambición desmedida, terminaron derrumbadas.
Etxebarria comparó al presidente con esos líderes caídos: “El hundimiento… la película del hundimiento” —dijo— “que tiene dos libros… el de su secretaria y el de Albert Speer”.
Con ello, aludía al relato atroz de un poder que se desmorona y deja tras de sí destrucción y traiciones internas.

Etxebarria evocó ese volumen —que describió como “un tocho de cien páginas” ideal para llevar a la piscina o la playa en verano— para advertir que la historia que contiene podría repetirse en clave contemporánea.
“Te lo llevas tú, lo llevas todo el mundo… y luego se lo lleva el mío, por favor, de paso” —bromeó sarcásticamente—.
“Ese libro, contado por Speer, te va describiendo exactamente lo mismo que está haciendo este señor”. En su opinión, existe un patrón psicológico recurrente: el del poder absoluto instalado en un “búnker” mental.
A continuación, delineó un escenario sombrío: “Gente que va a decir ‘Abandono al barco como sea’ —continuó— y otros chalaos que se van a inmolar con él, porque es lo que vamos a ver”.
Con ello, no solo pronostica una implosión interna, sino una división drástica en el seno del grupo dirigente, una fractura que, a su juicio, podría desencadenar consecuencias imprevisibles.
La escritora no escatimó en crudeza al mencionar figuras históricas como Heinrich Himmler o Joseph Goebbels, responsables del régimen nazi: “Himmler fue listo, se largó antes… se tiró en paracaídas… Media guerra en una cárcel en Inglaterra y hasta luego, Lucas.”
Comparó esa salida estratégica con posibles abandonos políticos preventivos —la huida de quienes sabrían que “el barco se hunde”— mientras otros, por lealtad o locura, optarían por la auto-aniquilación: “Goebbels mató a sus ocho hijos… que hay que ser gañal”.

El trasfondo de esta comparación —advirtió Etxebarria— sería la decadencia inevitable de un régimen en donde la arrogancia de uno solo puede arrastrar a decenas de seguidores.
En su interpretación, el éxito actual del Gobierno es, en realidad, una ficción con pies de barro: un poder que vive en su propio delirio, convencido de que domina la Historia, pero a punto de sucumbir.
Con esta conjunción de historia, literatura y analogías extremas, Etxebarria pretendió lanzar un aviso serio: el riesgo real de un “efecto dominó” en la política española, donde la caída de un líder podría significar la implosión del conjunto.
“Es un patrón que se repite —afirmó—. Y nosotros lo estamos viviendo”.
El mensaje resonó con fuerza: detrás del discurso oficial, según la autora, se esconde un castillo de naipes. Y cuando ese castillo caiga, “algunos correrán a salvarse, otros preferirán inmolarse antes de ver su mundo derrumbarse”.
Si bien sus palabras despertaron polémica, también prendieron la alarma: en plena turbulencia política, Etxebarria ofrece una lectura dramática, casi profética, sobre lo que podría ocurrir.
Y aunque muchos puedan tildarla de excesiva o apocalíptica, su advertencia —ultrajante, sí— invita a reflexionar sobre los peligros de cualquier poder envuelto en soberbia, prisa y reservas secretas, sin respaldo firme.
El tiempo —y la historia— dirán si su profecía será tan exagerada como trágicamente real.