Machado criticó duramente al Gobierno español y a sectores de la izquierda, incluyendo a Podemos, por su silencio ante las violaciones de derechos humanos en Venezuela y su aparente apoyo al chavismo.

En un giro inesperado de los acontecimientos, María Corina Machado, la líder opositora venezolana y recientemente galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025, ha lanzado un mensaje contundente que resuena en el ámbito político internacional.
Desde la clandestinidad, Machado ha señalado al expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero como cómplice del régimen de Nicolás Maduro,
una acusación que no solo busca desenmascarar la complicidad política, sino que también clama por la liberación de los presos políticos y la dignidad de los venezolanos.
En una entrevista reveladora, Machado expresó: “A estas alturas, solo espero que se haga a un lado y que permita que los venezolanos podamos liberar con dignidad a todos nuestros presos políticos y liberar a 30 millones de venezolanos”.
Estas palabras, cargadas de emoción y urgencia, se convierten en un grito de guerra contra quienes han mantenido una postura ambigua frente a la dictadura.
La líder opositora no se detiene ahí; denuncia que Zapatero ha jugado un papel crucial en blanquear un régimen que ha cometido atrocidades y crímenes contra su propio pueblo.

Machado se dirige a la comunidad internacional, recordando que tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU han confirmado la existencia de terrorismo de Estado en Venezuela.
“Quien no denuncia este horror es porque tiene otros intereses”, afirma, apuntando directamente a la izquierda española y al círculo político del exmandatario socialista.
Esta crítica directa subraya la hipocresía de un Gobierno que, mientras felicita en privado al presidente electo Edmundo González Urrutia por su Nobel, evita emitir un comunicado oficial que condene la situación en Venezuela.
La postura del Gobierno español, representado por Pedro Sánchez y su gabinete, se ha visto marcada por un silencio inquietante.
A pesar de las felicitaciones privadas de figuras como el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, la falta de pronunciamientos públicos genera dudas sobre la sinceridad de su compromiso con la democracia y los derechos humanos en Venezuela.
Para muchos, este silencio es una prueba de la hipocresía del Ejecutivo español, que parece priorizar sus relaciones diplomáticas y alianzas ideológicas sobre la defensa de los derechos fundamentales de los venezolanos.

Machado no solo critica a Zapatero, sino que también lanza dardos hacia Podemos y el entorno de Pablo Iglesias, acusándolos de ser “operadores políticos del régimen de Maduro”.
“Hay silencios que duelen y ataques que enaltecen”, señala, dejando claro que su gratitud hacia el pueblo español no se extiende a una izquierda que, según ella, ha dado la espalda a la lucha de los venezolanos.
La relación directa de esta izquierda con Maduro, y su apoyo tácito a un régimen que oprime a su pueblo, es un tema que Machado aborda con firmeza.
La visión de Machado sobre la transición democrática en Venezuela es clara: será inevitable y pacífica, con o sin negociación. En este proceso, no hay lugar para quienes han servido como sostén diplomático de la dictadura.
Su mensaje es rotundo y directo: “El tiempo de los falsos mediadores ha terminado”. Con esta afirmación, la líder opositora marca un punto de inflexión en la lucha por la libertad en su país.
La advertencia a Maduro es clara: “Maduro tiene que entender que el tiempo se les acabó”.
A medida que la situación en Venezuela sigue deteriorándose, el eco de las palabras de Machado resuena con fuerza. Su determinación y valentía se convierten en un faro de esperanza para millones de venezolanos que anhelan un cambio.
La comunidad internacional, y en particular España, se enfrenta a un dilema moral: ¿seguirán ignorando el sufrimiento del pueblo venezolano en favor de intereses políticos y económicos, o se unirán a la lucha por la libertad y la justicia?

La figura de María Corina Machado se erige como símbolo de resistencia y lucha por la verdad. Su llamado a la acción no solo es un grito por la libertad de los presos políticos, sino también un recordatorio de que la lucha por la democracia no conoce fronteras.
La historia de Venezuela es un testimonio de la resiliencia de su pueblo y de la necesidad de líderes que, como Machado, se atrevan a desafiar el status quo.
En este contexto, el mensaje de María Corina Machado es más relevante que nunca. La transición hacia un futuro libre y democrático en Venezuela no es solo un deseo, sino una necesidad imperante.
Con cada declaración y cada acción, Machado se convierte en la voz de aquellos que han sido silenciados, y su lucha se convierte en un llamado a la conciencia global.
La libertad de Venezuela está más cerca que nunca, y es un deber de todos aquellos que valoran la democracia y los derechos humanos apoyar esta causa. La historia está en marcha, y el tiempo de la indiferencia ha terminado.
La comunidad internacional debe escuchar y actuar en consecuencia, porque la lucha de María Corina Machado es, en última instancia, una lucha por la dignidad humana y la justicia.