El colaborador de televisión fue despedido de forma fulminante de Mediaset tras las acusaciones de Antonia Dell’Atte de violencia machista
Hace apenas una semana, Mediaset tomó la decisión de prescindir de Alessandro Lequio, tras la entrevista concedida por Antonia Dell’Atte a un medio nacional, en la que acusaba al colaborador de violencia durante su matrimonio en los años 80.
La decisión se produjo de manera fulminante, tras una revisión de la documentación judicial aportada por el abogado de Dell’Atte, y se ejecutó en menos de 24 horas.
Lequio respondió públicamente con serenidad: “He derivado las afirmaciones de Antonia Dell’Atte a mi abogado para el tratamiento legal correspondiente. Ya está todo dicho. Lo demás, que lo resuelva quien deba”.
Sin embargo, la polémica no se detuvo allí.
Esta semana, María Palacios, esposa del colaborador y periodista de la revista Hola, rompió su silencio mediante una entrevista en la que expresa su indignación y dolor por el impacto que estas acusaciones están teniendo sobre su familia.
“Nuestra hija nos pregunta qué significa maltratador”, confiesa Palacios, mostrando la preocupación de los padres por la influencia que estas declaraciones podrían tener sobre su hija Ginevra Ena, de nueve años.
“Estamos con preocupación, rabia y una sensación de que se nos ha colocado en una posición injusta y estigmatizante a toda la familia y, por supuesto, a nuestra hija”, añade.
Palacios defiende a su esposo desde la experiencia de una vida compartida: “No hablo desde el rencor ni desde la venganza; hablo desde la vida compartida, desde la experiencia diaria, desde la libertad de una mujer que jamás ha sentido miedo en su propia casa”.
La periodista subraya que Lequio “nunca ha sido ni juzgado ni condenado ni por malos tratos ni por ningún otro delito”, y destaca que entre la separación de la pareja y el año 2001, Dell’Atte jamás había presentado denuncias ni insinuado públicamente malos tratos:
“Entre enero de 1991, cuando se separaron, y el 2001, es decir, diez años, jamás insinuó, mencionó ni denunció a Alessandro por este tema, ni públicamente ni en los juzgados”.
El testimonio de Palacios pone de relieve la contradicción entre la acusación y la convivencia que mantuvo con Lequio durante más de 26 años.
“Creo que mi testimonio es muy importante, porque llevamos juntos una vida y jamás he vivido ningún ápice de violencia. Sus relaciones, aunque intensas, han sido todas muy cortas, pero yo le conozco de verdad y sé cómo es realmente”, explica.
La periodista se cuestiona cómo es posible que solo se valore la palabra de una persona: “Por qué ahora solo vale la palabra de una mujer, solo por ser mujer, debería de valer también la mía”.
Más allá de la defensa de su esposo, Palacios refleja el impacto emocional y social que estas acusaciones tienen sobre su familia. La preocupación no solo se centra en la reputación de Lequio, sino también en la percepción de justicia y verdad que se transmite a su hija.
“Nuestra hija nos pregunta sobre palabras que nunca antes habían tenido relevancia en nuestra casa. Es doloroso ver cómo algo que no forma parte de nuestra realidad cotidiana se convierte en un tema de conversación infantil”, lamenta Palacios.
El artículo también resalta cómo María Palacios, a pesar de su experiencia en comunicación y periodismo, suele mantener un perfil bajo.
“A pesar de dedicarme a la comunicación, cuando se trata de mi propia vida suelo elegir el silencio. No por falta de recursos, sino porque así es mi carácter y porque no toda palabra merece respuesta. Pero que elija callar no significa que no tenga voz”, afirma.
Esta intervención no busca confrontación, sino establecer un relato basado en hechos y experiencias personales frente a acusaciones públicas que, según ella, carecen de veracidad.
Palacios recalca que la defensa de Lequio no implica ignorar otras experiencias de violencia: “No soy víctima ni mucho menos cómplice. Soy una mujer libre, independiente y muy amada. Defiendo a mi esposo desde la libertad y la convicción de lo que he vivido”.
Su relato subraya la importancia de distinguir entre la experiencia real de convivencia y las declaraciones mediáticas que pueden afectar la percepción pública sin un proceso judicial previo.
El conflicto también pone de relieve la rapidez con la que los medios y empresas de comunicación pueden tomar decisiones que afectan la carrera y la vida personal de los profesionales.
La destitución de Lequio en menos de 24 horas demuestra cómo la presión mediática y la divulgación de acusaciones, incluso sin sentencia judicial, puede alterar profundamente la vida de quienes se ven implicados.
Finalmente, María Palacios apela a la reflexión y al análisis crítico de la sociedad ante situaciones de acusaciones graves: “Mi testimonio busca aclarar la verdad y proteger a nuestra familia de un estigma injusto.
No se trata de minimizar las experiencias de otras personas, sino de aportar perspectiva y equilibrio en un debate que afecta la vida de personas concretas”, concluye.
Su intervención se convierte así en un mensaje de defensa de la verdad, la justicia y la integridad familiar, recordando que detrás de cada acusación mediática existe una historia compleja que merece ser escuchada con atención y cuidado.
En suma, la declaración de María Palacios se posiciona como una defensa firme y emotiva de Alessandro Lequio, abordando no solo la controversia mediática sino también el impacto emocional que estas acusaciones generan en la familia y, en especial, en su hija, destacando la importancia de un enfoque equilibrado y basado en hechos comprobables en el tratamiento de casos tan sensibles.
