Miquel Giménez afirma que el sanchismo es una patología política que ha debilitado las instituciones españolas y ha generado un sistema clientelar dependiente del poder de Pedro Sánchez.

El polémico cronista Miquel Giménez lanza un duro análisis de la política española y el impacto de Pedro Sánchez en el país, asegurando que el sanchismo es más que un movimiento político: es una auténtica patología que ha contagiado a toda España.

Según Giménez, la izquierda española, liderada por Sánchez, no solo destruye la eficacia institucional, sino que además actúa contra los intereses de la nación, promoviendo un modelo clientelar que ha convertido al Estado en un sistema dependiente y saturado de personal afín al poder.

“El sanchismo se estudiará algún día en las facultades de medicina porque es una patología”, afirma, señalando que la influencia del presidente sobre el partido, los medios y la administración pública ha generado un desequilibrio que podría marcar al país durante años.

Giménez recuerda que España siempre ha tenido líderes que moldean la historia, pero Sánchez ha logrado concentrar en su figura todo lo que él llama la “ineficiencia aristocrática” de la izquierda, combinada con un desprecio por España y sus instituciones.

“Sánchez odia España porque representa lo que él no quiere: unidad, fuerza y tradición”, explica, detallando cómo su gestión ha debilitado la función de las fuerzas armadas, ha potenciado el separatismo y ha manipulado los medios para crear un ecosistema favorable a su partido sanchista.

“Él no es socialista, ni obrero, ni español, ha creado un partido propio basado en la obediencia y la dependencia de los funcionarios del Estado”, asegura Giménez, comparando la situación con los sistemas clientelares de otras épocas y países.

El periodista y escritor destaca también la influencia de Cataluña en el ascenso de Sánchez, señalando que la élite catalana ha ejercido un poder determinante durante siglos, moldeando la política española a su favor.

“Hay 300 familias que desde hace 200 años controlan la región y, por ende, gran parte del país”, advierte, asegurando que esa relación entre poder local y nacional ha permitido que un personaje como Sánchez llegue tan lejos.

Giménez afirma que Cataluña seguirá siendo clave para el futuro político del país y que cualquier intento de independencia o reforma quedará limitado por los intereses de estas élites.

Además, critica a los partidos regionales y a los políticos locales por su dependencia de los ingresos de municipios y diputaciones, lo que perpetúa un sistema clientelar y corrupto.

En su análisis, Giménez hace un repaso crítico del periodismo español, asegurando que nunca ha estado tan comprometido con el poder.

“Los medios se han vendido al mejor postor, y eso ha permitido que Sánchez actúe con impunidad”, dice, recordando que la falta de control mediático ha sido determinante para sostener su influencia.

Añade que la degradación del periodismo coincide con la expansión de una administración pública inflada y dependiente, que él define como un caldo de cultivo para la corrupción y la manipulación electoral.

El experto político también pone el foco en el sistema autonómico, al que acusa de haber creado nuevas clases de “señoritos” que ejercen poder local de manera arbitraria.

Explica que las competencias duplicadas entre autonomías, diputaciones y ayuntamientos han generado ineficiencia y clientelismo.

Giménez considera que, para que España recupere su funcionalidad, es necesario un “reset” que unifique criterios en educación, sanidad y orden público, recuperando un Estado fuerte y capaz de gobernar con eficacia en todo el territorio.

Además, el cronista establece paralelismos con el pasado histórico español, recordando el Frente Popular y los conflictos previos a la Guerra Civil.

Aunque asegura que “gracias a Dios no hay muertos”, advierte que comienzan a aparecer agresiones físicas y tensiones políticas que recuerdan épocas de inestabilidad.

Su análisis se centra también en la influencia de personajes como Pablo Iglesias, quienes han alentado un clima de confrontación y radicalización, alimentando la percepción de que la política se ha convertido en un terreno de “reventar a la derecha” y mantener a la población dividida.

Giménez cuestiona el futuro político inmediato de Sánchez, considerando que sus años en el poder podrían estar llegando a su fin.

Según su perspectiva, la falta de mayoría parlamentaria y la necesidad de negociar con socios radicalmente distintos lo obligarán a convocar elecciones en el corto plazo.

Sin embargo, alerta de que incluso tras la salida de Sánchez, su legado y la “semilla del mal” que ha dejado en el sistema político español persistirán, afectando la gobernabilidad y la reconstrucción institucional.

El escritor insiste en que cualquier cambio requiere valentía y visión, señalando que un futuro gobierno deberá enfrentarse a un país profundamente fragmentado y dependiente de sistemas clientelares.

Advierte que los próximos ciclos electorales serán determinantes para el rumbo de España y que la recuperación del crédito internacional será un desafío crucial, dada la pérdida de autoridad y prestigio del Estado durante estos años.

Por último, Giménez critica la percepción de los ciudadanos sobre la política, afirmando que la pasividad y la complacencia han permitido que Sánchez y su entorno mantengan un control casi absoluto sobre la administración, los medios y la opinión pública.

Asegura que mientras no se produzca un cambio estructural, la corrupción sistémica y el clientelismo continuarán dominando la vida política española, dejando tras de sí un país exhausto, desorganizado y con un futuro incierto.

El mensaje final de Miquel Giménez es contundente: España necesita un “reset” político y social para recuperar su eficacia, unidad y legitimidad, y aunque Sánchez pueda desaparecer del primer plano político, los problemas que su sanchismo ha generado permanecerán,

obligando a las próximas generaciones a enfrentarse a las consecuencias de un liderazgo que ha dejado una profunda huella en la historia reciente del país.