El programa En boca de todos ha vivido este jueves uno de sus momentos más tensos después de que Nacho Abad haya plantado cara a Sarah Santaolalla, incapaz de permitir que el diputado de Vox, José María Figaredo, pudiera intervenir sin interrupciones.

En un episodio reciente del programa “En boca de todos”, el presentador Nacho Abad se vio envuelto en un intenso enfrentamiento con la colaboradora Sarah Santaolalla, quien intentó silenciar al diputado de Vox, José María Figaredo.
La discusión, que rápidamente escaló en tensión, puso de relieve las divisiones políticas en España y la importancia de la libertad de expresión en un sistema democrático.
El conflicto comenzó cuando Figaredo intentó expresar su opinión en el programa. Abad, visiblemente frustrado por las constantes interrupciones de Santaolalla, intercedió: “Quiero que se exprese en libertad el señor Figaredo sin que nadie le interrumpa”.
Esta declaración subrayó su compromiso con el principio democrático de permitir que todas las voces sean escuchadas, independientemente de su ideología política.
Santaolalla, conocida por su postura crítica hacia Vox, no tardó en responder con su habitual tono censor. “Pues estaría bien que no se expresase en libertad si hace apología al fascismo”, afirmó, insinuando que la expresión de ciertas opiniones debería ser restringida.
La respuesta de Abad fue contundente: “No, perdona, esto es una democracia en la que cada uno hace uso de su libertad de expresión”.
Este intercambio no solo reflejó la polarización del debate político en España, sino que también planteó cuestiones fundamentales sobre los límites de la libertad de expresión.

A medida que la conversación avanzaba, Santaolalla intensificó su retórica, afirmando que “una democracia en la que no debería haber fascistas, porque entonces no es una democracia plena”.
En este punto, otra colaboradora intervino, señalando: “Eso es fascismo”, lo que dejó a Santaolalla en una posición defensiva.
La presión aumentó cuando Abad recordó que “los límites los marca el Código Penal, no las preferencias ideológicas de Santaolalla”. Este comentario resaltó la necesidad de basar el debate en normas legales y no en opiniones personales.
La discusión tomó un giro inesperado cuando Pablo Fernández, representante de Podemos, se unió a la conversación. Su intervención consistió en una repetición del argumentario de su partido, sosteniendo que “cuando se le da voz a Vox… están legitimando el fascismo”.
Abad, sin embargo, no se dejó intimidar y planteó una pregunta directa: “¿Lo que me estás proponiendo es que yo silencie a Vox en este programa?”.
Fernández evitó responder de manera clara, lo que evidenció la dificultad de sostener una posición censorial en un espacio que debería ser abierto al debate.
El presentador, en un intento por llevar la conversación a un lugar más constructivo, recordó a todos los participantes que Vox es actualmente la tercera fuerza política en España, lo que plantea la necesidad de reconocer su existencia en la arena política.
“Yo revisaré el programa y haré autocrítica, pero la autocrítica también la tenéis que hacer vosotros. A lo mejor el aumento de Vox tiene que ver con lo que está haciendo la izquierda”, afirmó Abad.
Esta observación no solo desafió a sus interlocutores a reflexionar sobre sus propias estrategias políticas, sino que también destacó cómo la percepción pública puede cambiar en respuesta a la dinámica política actual.

La confrontación culminó con Santaolalla visiblemente desbordada, incapaz de refutar los argumentos de Abad y enfrentándose a la realidad de que sus intentos de censura habían sido expuestos.
La situación evidenció no solo la fragilidad de las posiciones ideológicas extremas, sino también la importancia de mantener un diálogo abierto y respetuoso en una democracia.
Este episodio en “En boca de todos” resuena más allá de la televisión, reflejando un momento crítico en la política española donde la libertad de expresión se encuentra en el centro del debate.
La capacidad de los ciudadanos para expresar sus opiniones, incluso aquellas que son impopulares o controversiales, es un pilar fundamental de cualquier democracia.
La defensa de Abad de permitir que Figaredo hablara sin interrupciones es un recordatorio de que el verdadero debate debe incluir todas las voces, y que la censura, en cualquiera de sus formas, socava los principios democráticos.
A medida que la política española sigue evolucionando, la necesidad de un diálogo abierto y la aceptación de diversas perspectivas se vuelve más crucial que nunca.
La controversia en “En boca de todos” no solo ha puesto de manifiesto las tensiones actuales, sino que también ha abierto la puerta a una reflexión más profunda sobre el papel de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública y la defensa de la democracia.