El colaborador de televisión recibió a mediados del pasado mes de octubre el 74 Premio Planeta por su novela ‘Verá, una historia de amor’

El reciente triunfo literario de Juan del Val ha sacudido por completo el panorama cultural y televisivo español.

El escritor y colaborador de televisión, conocido por su estilo directo y sin filtros, vive el momento profesional más brillante de su carrera tras alzarse con el Premio Planeta por su novela *“Verá, una historia de amor”*.

Sin embargo, detrás de esta explosión de éxito, aplausos y un premio valorado en un millón de euros, se esconde una realidad menos amable que solo alguien tan cercana como Nuria Roca podía revelar.

Del Val, que a sus 55 años ha experimentado una trayectoria marcada por altibajos, se encontró de pronto en el centro de todas las miradas.

Sus palabras al recibir el prestigioso galardón reflejaron el vértigo de una victoria que él mismo calificó como “un milagro”, recordando cómo hace años su vida parecía empujarlo hacia el fracaso.

Su novela fue escogida entre más de 1.300 candidaturas, un hito que convirtió al escritor en protagonista absoluto durante semanas. Pero, como ocurre a menudo, la cara luminosa del éxito arrastra consigo una sombra que no siempre se cuenta.

En una reciente entrevista, del Val reconocía que las críticas —favorables y adversas— forman parte natural del proceso, especialmente cuando se trata de un autor popular que proviene del ámbito televisivo.

Aseguraba leerlo todo, incluso aquello que parece escrito únicamente para dañar. Con su habitual serenidad, decía que las opiniones destructivas le molestan apenas un segundo, que sonríe y continúa adelante.

Pero lo cierto es que la presión mediática, la avalancha de expectativas y la sobreexposición constante pueden desgastar incluso a quienes parecen manejarlo todo con soltura.

Mientras tanto, Nuria Roca observaba desde la primera fila cómo la vida de su marido se convertía en una vorágine imparable.

Orgullosa de su éxito, pero también consciente del precio emocional que puede conllevar un reconocimiento de esta magnitud, la presentadora decidió sincerarse sobre la cara menos conocida del triunfo.

En un ambiente distendido, reveló que el éxito de Juan ha traído consigo una agenda profesional completamente descontrolada, viajes constantes, compromisos interminables y una sensación de “secuestro” que los mantiene gran parte del tiempo separados.

«Imagínate, está ahora en Barcelona, en Sevilla… está secuestrado. Cada día está en una ciudad», confesó con una mezcla de humor y resignación.

Detrás de la broma había una realidad evidente: el Premio Planeta no solo ha cambiado la vida profesional de Juan del Val, sino también la dinámica de su relación.

La pareja, una de las más sólidas y admiradas del panorama televisivo español, se ha visto obligada a reorganizar sus rutinas, sus tiempos y su manera de acompañarse mutuamente.

A pesar de ello, la complicidad entre ambos sigue intacta. Roca ha sido, según el propio Juan, su mayor apoyo en los momentos difíciles y ahora también en el torbellino mediático del éxito.

La presentadora se muestra feliz, tranquila, incluso divertida con la situación, pero reconoce que el ritmo frenético al que se ha visto sometido su marido tiene un lado oscuro del que poco se habla: el desgaste emocional, la presión pública y la responsabilidad que acompaña un premio de tal magnitud.

En tono irónico, también comentó que el millón de euros del premio “ya está todo gastado”, una frase que se viralizó de inmediato y que muchos interpretaron como un gesto de naturalidad frente al aluvión de titulares centrados únicamente en la cifra.

Pero su comentario, más allá de lo humorístico, volvió a poner sobre la mesa un punto importante: el dinero, la fama y el reconocimiento no son garantía de calma, estabilidad o felicidad plena.

Roca describió cómo la agenda de Juan se ha transformado en un rompecabezas imposible, donde cada hora está ocupada y cada día se convierte en una pequeña maratón entre ciudades, entrevistas, presentaciones y firmas.

Esta constante exposición, lejos de ser solo un motivo de celebración, también implica un desgaste físico y mental que puede pasar factura a largo plazo.

Aun así, la pareja continúa mostrando una unidad admirable. Pese a la distancia física que ahora les separa muchos días, mantienen una comunicación fluida, apoyo mutuo y una visión compartida de este momento tan especial.

Roca insiste en que lo importante es que Juan está disfrutando este premio tan merecido y que, aunque la intensidad sea agotadora, ambos saben que se trata de una etapa pasajera.

El inesperado triunfo de Juan del Val ha puesto en evidencia el equilibrio complicado entre éxito y estabilidad personal, entre el brillo exterior y las renuncias silenciosas que no siempre se ven.

Y ha demostrado, una vez más, que detrás de un gran logro suele haber una persona —o dos— sosteniendo los días difíciles, recordando lo esencial y manteniendo los pies en la tierra.

Nuria Roca, con su naturalidad habitual, ha sacado a la luz esa parte menos visible del éxito que pocas veces se cuenta. Y lo ha hecho con amor, humor y la transparencia que caracteriza a una de las parejas más queridas de la televisión española.

Porque detrás de cada premio, de cada titular y de cada momento de gloria, siempre hay una historia humana que merece ser contada.