Un diputado poco conocido sacudió el Congreso con una feroz crítica a Pedro Sánchez y su Gobierno, acusándolos de corrupción, falta de ética, mala gestión sanitaria y dependencia de pactos con socios cuestionables, mientras exigía su dimisión ante la creciente indignación ciudadana.

En una sesión parlamentaria marcada por la tensión y el debate encendido, un diputado poco conocido logró captar la atención de todo el Congreso al lanzar una serie de acusaciones contundentes contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su gabinete.
Desde el inicio de su intervención, el parlamentario adoptó un tono firme y directo, cuestionando no solo la ética del Ejecutivo, sino también la legitimidad de algunas de sus decisiones políticas y administrativas.
“Muchas gracias, señor presidente y señorías, muy buenos días. Nosotros no hemos venido aquí a dar clases de ética ni de comportamiento a nadie, pero tampoco a recibirlas”, comenzó el diputado, estableciendo un marco de confrontación claro desde el primer momento.
La intervención apuntó directamente a lo que él consideró inconsistencias y contradicciones del presidente, enfatizando la relación del
Gobierno con fuerzas políticas que no condenan los atentados de ETA y señalando la supuesta complicidad en pactos con Bildu que, según su visión, ponen en entredicho la legitimidad moral del Ejecutivo.
El diputado continuó con un listado exhaustivo de lo que calificó como “indecencias” del Gobierno: desde la participación de dirigentes
socialistas en supuestas tramas de corrupción, hasta la gestión de leyes polémicas, incluyendo la modificación del delito de malversación y la derogación del de sedición.

“Indecente es que ustedes aprobaran una ley de amnistía que decían inconstitucional, que modificasen delitos para comprar votos, y que permitieran que cientos de condenados por delitos graves salieran a la calle antes de tiempo”,
afirmó, generando murmullos entre los asistentes y una evidente tensión en la bancada gubernamental.
Entre los puntos más llamativos de su discurso se encontraba la crítica a las decisiones en sanidad, especialmente en Navarra.
El diputado señaló que, a pesar de contar con el presupuesto más alto de la historia para la sanidad pública, las listas de espera habían alcanzado niveles récord.
“El cribado de cáncer de mama ha quedado sin realizarse en miles de casos desde la pandemia y se ha aumentado la privatización de pruebas complementarias en un 20%”,
denunció, subrayando lo que consideraba una incoherencia entre los discursos del Gobierno y los resultados en la gestión sanitaria.
Además, la intervención hizo énfasis en cuestiones éticas y de transparencia dentro del propio partido gobernante.
El diputado mencionó supuestas irregularidades en la colocación de personal en sociedades públicas, incluyendo a mujeres vinculadas a ministros, así como prácticas de chantaje y presión a fiscales para condicionar investigaciones.
“Indecente es que el fiscal general del Estado se siente en el banquillo de los acusados y ustedes lo respalden”, afirmó, evidenciando un profundo desencanto con la forma en que el Ejecutivo ha manejado la justicia y la administración pública.
El discurso no solo abordó temas de corrupción y ética, sino que también criticó la forma en que el Gobierno ha gestionado la política parlamentaria.
“Indecente es aferrarse al poder sin tener mayoría parlamentaria y gobernar mediante pactos con quienes no condenan la violencia terrorista”, afirmó, haciendo referencia a la dependencia del Ejecutivo de socios minoritarios para asegurar su continuidad en el poder.
La intervención fue recibida con una mezcla de aplausos discretos de algunos diputados de la oposición y gestos de desaprobación por parte del gobierno y sus aliados.

El diputado hizo un recorrido detallado por lo que considera hipocresías del Ejecutivo en materia de feminismo y derechos de la mujer, aludiendo a la contradicción entre los discursos oficiales y hechos concretos.
Señaló la existencia de “aputeros” entre dirigentes socialistas y la doble moral percibida en la postura del Gobierno frente a la prostitución y la gestión de personal en organismos públicos.
Estas declaraciones, cargadas de ironía y crítica política, buscaron resaltar lo que el parlamentario percibe como un doble estándar en la acción gubernamental.
Asimismo, el diputado acusó al Ejecutivo de haber cometido irregularidades en la gestión de fondos públicos y de la administración de justicia.
Reiteró que la aprobación de leyes consideradas polémicas, como la modificación del delito de sedición o la derogación de normativas sobre corrupción, forman parte de un patrón de comportamiento que él catalogó de “indecente”.
A su juicio, estas acciones reflejan un desprecio por los principios democráticos y la transparencia que deberían guiar la administración pública.
El tono de la intervención fue firme, directo y sin concesiones, destacando la capacidad del diputado para articular un discurso estructurado y fundamentado en hechos recientes y ejemplos concretos.
“Señor presidente, los españoles están hartos, hartos de tanta indecencia. Váyase, señor Sánchez, váyase”, concluyó, lanzando un mensaje contundente que resonó en toda la Cámara y que refleja la creciente polarización política en España.
La sesión demostró que, incluso diputados poco conocidos, pueden provocar un impacto significativo cuando abordan temas sensibles con datos, ejemplos concretos y un discurso articulado.
Su intervención puso de relieve los principales puntos de tensión entre el Gobierno y la oposición: ética, corrupción, gestión sanitaria y la legitimidad de las decisiones políticas.
Además, evidenció la percepción de un sector del Congreso y de la ciudadanía de que la distancia entre discurso y práctica gubernamental es cada vez más amplia.
Al finalizar su intervención, la reacción en la cámara fue de expectación y murmullos, mientras los miembros del Gobierno y de la oposición evaluaban las implicaciones de las acusaciones vertidas.
La intervención del diputado desconocido se convirtió en el momento más comentado de la sesión, generando debates posteriores en los pasillos del Congreso y en los medios de comunicación sobre la situación política y ética del Ejecutivo español.
Este episodio pone de manifiesto la creciente necesidad de un escrutinio más profundo sobre la acción gubernamental y la importancia de la responsabilidad política frente a los ciudadanos.
La contundencia de la intervención del parlamentario refleja no solo su habilidad oratoria, sino también el clima de tensión y descontento que persiste en la política española contemporánea,
en un contexto donde la ética, la transparencia y la eficacia en la gestión pública son elementos cada vez más cuestionados por la ciudadanía y la oposición.