Pérez-Reverte ESTALLA contra el Gobierno de Sánchez: “Su put* madre”

Arturo Pérez-Reverte ha generado una gran polémica al criticar con dureza al Gobierno de Pedro Sánchez por una propuesta del PSOE que busca regular el uso de la palabra “cáncer” en el ámbito institucional.

 

Arturo Pérez-Reverte estalla contra la última medida aprobada en el  Congreso: "Me va a regular el uso de las palabras su puta madre" | Onda  Cero Radio

 

En un giro inesperado que ha sacudido las redes sociales, el reconocido escritor y académico Arturo Pérez-Reverte ha desatado una tormenta de reacciones al criticar duramente al Gobierno de Pedro Sánchez.

Su ataque se centra en una reciente proposición no de ley del PSOE que busca regular el uso de la palabra “cáncer” en el ámbito institucional, con la intención de evitar su uso como insulto.

Esta medida, aprobada el 28 de octubre, ha suscitado un debate encendido, con muchos considerándola una forma de censura del lenguaje.

Pérez-Reverte, conocido por su estilo provocador y su defensa de la libertad de expresión, no ha escatimado en palabras a la hora de expresar su indignación.

“Por una vez (sin que sirva de precedente, y me disculpo de antemano por ello), permítanme ser grosero: Me va a regular el uso de las palabras su puta madre”, publicó en su perfil de X (anteriormente Twitter).

Este comentario, cargado de ironía y rabia, se ha vuelto viral, resonando entre miles de usuarios que apoyan al autor en lo que consideran un nuevo ataque del Gobierno a la libertad de expresión.

 

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El trasfondo de esta polémica radica en el creciente fenómeno de la censura del lenguaje, donde ciertas palabras son consideradas ofensivas o inapropiadas.

En un fragmento de uno de sus artículos titulado “El cáncer de la gilipollez”, Pérez-Reverte critica esta tendencia, advirtiendo sobre el peligro de manipular el lenguaje.

Cita ejemplos como el hecho de que llamar “inmundo animal” a un asesino de niños sea denunciado por los amantes de los animales, o que la expresión “torturado por amor” sea tachada de aberrante por activistas.

Estas afirmaciones ponen de relieve la absurda realidad que enfrentan quienes se atreven a expresar opiniones que no se alinean con el pensamiento dominante.

La iniciativa del PSOE no ha surgido de la nada. Se basa en las declaraciones del director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, quien propuso “tomar las palabras”, una expresión que muchos interpretan como un intento de controlar el lenguaje desde las instituciones.

Este contexto ha llevado a que el PSOE se encuentre en el centro de la crítica cultural e intelectual, con voces cada vez más numerosas que acusan al Gobierno de querer imponer un pensamiento único, donde incluso las palabras deben pasar por un filtro político.

La respuesta de Pérez-Reverte ha sido contundente y directa. Su mensaje no solo refleja su frustración personal, sino también un sentimiento más amplio entre aquellos que valoran la libertad de expresión y el derecho a utilizar el lenguaje sin restricciones impuestas por la política.

La ironía de su comentario resuena con aquellos que ven en esta regulación un ataque a la esencia misma de la comunicación. “¿Qué será lo próximo?”, se preguntan muchos. “¿Prohibir el uso de ciertas emociones?”.

 

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La reacción de la sociedad ha sido inmediata. Las redes sociales se han inundado de apoyos hacia Pérez-Reverte, con miles de usuarios manifestando su desacuerdo con la regulación del lenguaje.

Algunos han compartido sus propias experiencias de censura, mientras que otros han destacado la importancia de preservar la libertad de expresión en todos sus aspectos.

Este fenómeno pone de manifiesto un descontento generalizado hacia las decisiones que, a juicio de muchos, buscan limitar el debate público y la diversidad de opiniones.

El debate sobre el lenguaje no es nuevo, pero ha cobrado una relevancia especial en tiempos recientes. La política, la cultura y la sociedad se cruzan en un entorno donde las palabras pueden ser tanto herramientas de comunicación como armas de censura.

En este contexto, la figura de Pérez-Reverte se erige como un baluarte de la libertad lingüística, defendiendo el derecho a expresarse sin miedo a represalias.

El autor ha utilizado su plataforma para cuestionar la creciente tendencia a censurar el lenguaje bajo la excusa de lo “políticamente correcto”. A su juicio, este tipo de regulaciones no solo son innecesarias, sino que también son peligrosas.

“Si comenzamos a regular las palabras, ¿qué será lo siguiente?”, se interroga, planteando una inquietante posibilidad: un mundo donde la comunicación se convierta en un terreno minado, donde cada palabra debe ser elegida con extremo cuidado por miedo a ofender.

 

 

La polémica ha llevado a que otros líderes políticos también se pronuncien sobre el tema.

Isabel Díaz Ayuso y Santiago Abascal, entre otros, han expresado su apoyo a la libertad de expresión, mientras que algunos miembros del PSOE defienden la medida como un avance hacia una sociedad más respetuosa.

Sin embargo, la polarización del debate es evidente, y el país parece estar dividido entre quienes apoyan la regulación del lenguaje y quienes la ven como un ataque a la libertad individual.

En este clima de tensión, la figura de Pérez-Reverte se convierte en un símbolo de resistencia. Su estilo directo y su capacidad para articular el descontento de muchos lo han consolidado como uno de los principales defensores de la libertad lingüística en España.

Su mensaje, cargado de ironía y rabia, invita a la reflexión sobre el futuro del lenguaje y la comunicación en una sociedad cada vez más polarizada.

En conclusión, la controversia en torno a la regulación del uso de la palabra “cáncer” ha puesto de manifiesto un debate más amplio sobre la libertad de expresión y el control del lenguaje.

La reacción de Pérez-Reverte ha resonado con fuerza, convirtiéndose en un grito de alerta ante lo que muchos consideran un riesgo para la democracia y la pluralidad de voces.

Mientras el debate continúa, queda claro que la lucha por la libertad lingüística es más relevante que nunca, y que cada palabra cuenta.

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