El popular y televisivo aristócrata ha anunciado en ‘¡De viernes!’ que se jubila y que a sus 63 años emprende una nueva vida dentro de un camión que ha adaptado como su hogar
«Nunca he salido mucho, la verdad», ha dicho para hacer estallar el plató en carcajadas

Ibiza ya no volverá a ser la misma. La isla que durante décadas no dormía porque siempre había alguien bailando, sudando y celebrando la vida hasta que salía el sol pierde a uno de sus personajes más icónicos.
Pocholo Martínez-Bordiú ha anunciado públicamente su retirada definitiva de la noche, de las discotecas míticas y de ese estilo de vida que lo convirtió en leyenda.
A sus 63 años, el aristócrata televisivo ha decidido cambiar el ruido por el silencio, la música atronadora por el motor de un camión y las madrugadas infinitas por una nueva vida sobre ruedas.
La confesión llegó en directo, ante millones de espectadores, en el programa ‘¡De viernes!’, donde Pocholo dejó atónito al plató con una frase que parecía imposible de pronunciar en su boca: se jubila.
Con su habitual ironía, el personaje que hizo de Ibiza su reino lanzó una bomba envuelta en humor. “Nunca he salido mucho, la verdad”, dijo con una sonrisa pícara, provocando carcajadas inmediatas. Pero esta vez no era una broma. Esta vez iba en serio.
Durante décadas, Pocholo fue sinónimo de noche, de Pachá, de afters interminables y de abrazos sudorosos entre desconocidos que acababan siendo amigos. Desde principios de los años 80, su figura formó parte inseparable del paisaje nocturno ibicenco.
“He estado en Pachá desde el año 83 y ya toca cambiar de tercio”, confesó con un tono tranquilo, casi sereno.
“Así que seguiré con mi camión y la noche se va a quedar sola. Y yo también, pero me buscaré la vida por otro lado”.
El anuncio no fue fruto de un arrebato. Pocholo habló de cambios, de evolución y de una sensación clara de final de etapa.
Reconoció que la Ibiza que conoció ya no existe, que aquella isla donde todos se mezclaban ha dado paso a un modelo distinto, más frío y más centrado en hacer caja.
“Ibiza ha cambiado un poco. Empecé en los años 80 en Pachá y este año lo he dejado porque ha cambiado la historia. Ha cambiado de dueño y la identidad es diferente. Me he cortado la coleta”, explicó, mezclando reflexión y nostalgia.
El nieto de Francisco Franco quiso dejar claro que nadie lo ha echado. La decisión es exclusivamente suya. “He sido yo el que me he querido ir. Podría haber estado más tiempo, pero la noche ya no es lo que era. Tampoco está mi amigo, que era el dueño.
Todo es diferente”, dijo, con una melancolía que contrastaba con la imagen eterna del Pocholo incansable. El tiempo, ese enemigo silencioso, también ha pasado por él y por la isla que lo vio reinar.
A lo largo de su vida, Pocholo construyó un personaje tan exagerado como real, tan caótico como entrañable.
Aristócrata, televisivo, provocador y eterno animador de cualquier fiesta, también arrastró episodios oscuros, caídas públicas y una etapa marcada por problemas personales y judiciales.
Nunca los escondió. Siempre dio la cara, fiel a su estilo directo y sin filtros. Esa autenticidad es, precisamente, lo que lo convirtió en una figura única del panorama social español.
En el plató, también hubo tiempo para hablar de su estado de salud, después de que algunos espectadores notaran dificultades al caminar. Pocholo lo aclaró sin dramatismo.
Un problema vascular derivado de una aventura en moto que no salió bien y de un programa de cocina que le obligó a pasar demasiadas horas de pie. “Estoy a estrenar”, bromeó, restando importancia y demostrando que el humor sigue intacto, aunque la vida cambie de rumbo.
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Ese nuevo rumbo tiene ruedas y matrícula. Pocholo ha decidido vivir en un camión que ha adaptado como vivienda, un hogar móvil en el que no falta detalle. Allí quiere empezar de cero, lejos de la noche pero sin abandonar Ibiza del todo.
Deja la madrugada, pero no el día. La isla sigue siendo su casa, aunque ahora la recorrerá con la luz del sol y no bajo los focos de las discotecas.
Recordó con emoción aquellos años en los que era capaz de recorrer cinco grandes discotecas en una misma noche, saludando varias veces a la misma gente y forjando amistades que parecían irrompibles.
“Todo el mundo se mezclaba”, lamentó. Hoy, según él, el espíritu es otro. Menos magia, más negocio. Y en ese nuevo escenario, Pocholo ha sentido que ya no encaja.
La retirada de Pocholo Martínez-Bordiú no es solo el adiós de un personaje mediático. Es el cierre simbólico de una época dorada de Ibiza, la despedida de una forma de entender la fiesta como encuentro, exceso y libertad absoluta
. El rey de la madrugada se baja del trono por voluntad propia, sin escándalos ni despedidas grandilocuentes, fiel a su estilo imprevisible.
Ahora, su único deseo es sencillo. “Para ser feliz solo quiero un camión”, ha dicho.
Y con esa frase, tan absurda como reveladora, Pocholo se despide de la noche eterna y se lanza a una nueva aventura, demostrando que incluso las leyendas más incansables también saben cuándo es el momento de apagar la música.
