El rey Felipe VI destacó el papel central de la monarquía en la transición española hacia la democracia, subrayando la importancia del diálogo, la moderación y el consenso para garantizar la estabilidad política y social.

En un acto solemne que reunió a majestades, presidentes de las instituciones del Estado y representantes de la sociedad civil,
el rey Felipe VI destacó el papel decisivo de la monarquía en la transición española hacia la democracia, recordando un periodo histórico marcado por la apertura, el diálogo y la responsabilidad compartida.
“Este acto que celebramos hoy nos lleva a recordar un tiempo en el que España se abrió al diálogo como camino para construir la convivencia democrática”, afirmó el monarca ante un salón repleto de autoridades y familiares de los ponentes constitucionales.
Felipe VI evocó sus recuerdos de infancia y la transformación del país tras la muerte del general Franco en 1975, subrayando que la participación activa de la corona permitió encauzar el proceso democrático y fomentar la estabilidad política y social.
“La monarquía asumió entonces un papel claramente activo, integró a todos los españoles en un momento determinante y convocó a actuar con generosidad, altura de miras y voluntad de alcanzar un efectivo consenso de concordia nacional”, añadió.
Según el rey, este impulso inicial fue esencial para convertir a la institución en un catalizador del cambio político, promoviendo un sistema democrático plural, con representación y participación ciudadana, y respetando la diversidad territorial de España.

El monarca insistió en que la transición no fue un proceso sencillo ni espontáneo.
Fue “paulatino, incierto, con riesgos y abierto en sus resultados”, enfatizando que cada paso dependió de conversaciones, pactos y concesiones que requirieron respeto mutuo y responsabilidad cívica.
“En una sociedad marcada por décadas de represión y divisiones, eso fue un gesto político revolucionario”, señaló Felipe VI, destacando la importancia del diálogo frente al enfrentamiento y del respeto frente al desprecio.
La transición, explicó, fue un ejercicio colectivo de moderación y pragmatismo, donde ningún grupo impuso su visión completa, sino que se priorizó la reconciliación y la estabilidad.
En su discurso, el rey citó a distintos ponentes constitucionales que recordaron la centralidad del diálogo. Gabriel Cisneros hablaba de la necesidad de converger en un punto de entendimiento que hiciera posible la democracia;
Gregorio Peces Barba resaltaba la voluntad de deshacer obstáculos; José Pedro Pérez-Llorca enfatizaba la altura de miras de aquel momento histórico;
y Manuel Fraga Iribarne reconocía el protagonismo del propio pueblo, que con sentido común marcó la pauta del cambio democrático.
Felipe VI subrayó que estos testimonios reflejan cómo la transición constituyó un acto de diálogo, consenso y compromiso cívico, donde el objetivo fue siempre construir un marco de libertades duradero.

El monarca también destacó la relevancia de la Constitución de 1978 como legado de aquella generación.
“El mejor legado de aquella generación fue y sigue siendo la Constitución de 1978, que consagró nuestra monarquía parlamentaria y articuló un sistema democrático plural y estable”,
afirmó, subrayando que se trató de una obra colectiva que permitió a España reconocerse como democracia europea.
Felipe VI recordó que la alternancia política consolidada posteriormente ha permitido la normalidad democrática, medida por la libertad de los ciudadanos para elegir y expresarse.
El rey destacó la integración progresiva de España en la Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea, y su incorporación a la OTAN, procesos que simbolizaron la normalización democrática y el reconocimiento internacional del país.
“En esa proyección hacia el exterior, la corona aportó estabilidad para afianzar la presencia internacional de nuestro país, consolidando la imagen de una democracia seria, comprometida y confiable”,
aseguró, vinculando la estabilidad institucional a la confianza democrática y al prestigio internacional de España.
Asimismo, Felipe VI dedicó palabras de reconocimiento a la reina Sofía, su madre, por su vida de servicio y lealtad, apoyando las decisiones del rey Juan Carlos I en la apertura democrática.
“Tu cercanía e implicación en ámbitos sociales, culturales y humanitarios ha contribuido a reforzar vínculos duraderos con varias generaciones de españoles”
, señaló el monarca, destacando la memoria afectiva que representa la figura de la reina en la consolidación democrática del país.
Durante la ceremonia, la corona concedió cuatro collares del Toisón de Oro a miembros de la ponencia constitucional y a familiares que representaban a otros participantes, reconociendo su esfuerzo por la cohesión social y el entendimiento.
Felipe VI subrayó que estos honores reflejan el compromiso de quienes contribuyeron a la democracia española, recordando que la ejemplaridad cívica y la lealtad a los valores democráticos son esenciales para mantener la confianza en las instituciones.
El monarca concluyó enfatizando que la transición no fue perfecta, pero sí la mejor respuesta posible ante las circunstancias históricas.
“Hoy rendimos homenaje a aquellos años y a aquel proceso que, aun con sus imperfecciones, demostró que creer en un horizonte compartido hace posible llegar a acuerdos de Estado, y que la responsabilidad, el respeto, la concordia y el diálogo pueden transformar un país”,
aseguró, instando a las nuevas generaciones a valorar la importancia del entendimiento y del compromiso cívico.
El discurso de Felipe VI resalta la continuidad histórica de la monarquía como garante de estabilidad y promotor del diálogo en España.
En un momento en que la polarización política crece, el monarca invita a reflexionar sobre la transición como ejemplo de cómo la cooperación,
la moderación y la búsqueda del bien común pueden consolidar la democracia y sostener la cohesión social, ofreciendo una guía de responsabilidad cívica para el futuro del país.