Rosa María Duran, exiliada catalana de 98 años: “Nuestras raíces están en Cataluña, pero nuestros frutos están México”

El president Salvador Illa participa en un acto de homenaje en la Casa del Risco, epicentro de la acogida

 

Los exiliados Rosa Maria Duran y Pelai Vilar, en el centro, durante el acto de memoria organizado en La Casa del Risco, en Ciudad de México.

 

En el histórico patio de la Casa del Risco, en el barrio de San Ángel de Ciudad de México, se celebró un emotivo acto de memoria en homenaje a los exiliados catalanes que llegaron a México durante y después de la Guerra Civil española.

La ceremonia, marcada por el recuerdo, la gratitud y la celebración de la contribución cultural de los refugiados, contó con la presencia del president de la Generalitat, Salvador Illa, quien destacó la importancia de reforzar los lazos de fraternidad entre Cataluña y México.

Entre los protagonistas del acto se encontraban Rosa María Duran, exiliada catalana de 98 años y reconocida con la Creu de Sant Jordi en 2022, y Pelai Vilar, de 92 años, otorrinolaringólogo y también exiliado desde la infancia.

Ambos compartieron con la audiencia su experiencia de vida y su aportación a la preservación de la lengua y cultura catalanas en México. Duran resumió su historia con palabras que reflejan la dualidad del exilio:

“Nuestras raíces están en Cataluña, pero nuestros frutos están en México”, recordando cómo su llegada al país norteamericano supuso una oportunidad de reconstrucción y resiliencia.

Por su parte, Vilar añadió: “Aquí hacemos labor”, refiriéndose al trabajo de promoción de la lengua y la cultura catalana en su comunidad de acogida.

 

La professora Rosa Maria Duran i Gili, resident a Mèxic, Creu de Sant Jordi  - exterior

 

El president Illa subrayó que la acogida de los exiliados catalanes en México no solo salvó vidas, sino que también permitió preservar y enriquecer la cultura catalana fuera de su tierra natal.

“México salvó vidas y gran parte de la cultura catalana”, afirmó, destacando la importancia de reconocer y mantener viva la memoria histórica de quienes sufrieron el exilio.

La ceremonia reunió a hijos, nietos y descendientes de exiliados, quienes continúan transmitiendo las tradiciones, el idioma y los valores de sus antepasados.

El acto fue organizado por el Centro Cultural Casa del Risco, cuya directora, Gabriela López, enfatizó que “el exilio no fue solo un momento oscuro y de pérdida, sino también un puente” que permitió la integración y la aportación de los refugiados a la sociedad mexicana.

La Casa del Risco, emblemático inmueble barroco virreinal, fue propiedad del diplomático Isidro Fabela, quien junto al expresidente mexicano Lázaro Cárdenas facilitó la llegada de miles de catalanes que huían del fascismo, asegurando su acogida y ofreciendo recursos para su integración.

 

Rosa María Durán, exiliada catalana de 98 años: “Nuestras raíces están en  Cataluña, pero nuestros frutos están México” | Noticias de Cataluña | EL  PAÍS

 

Durante la ceremonia, Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del expresidente, puso el foco en las historias de los exiliados menos conocidos, aquellos que trabajaron en el campo, la industria o la imprenta, y que contribuyeron al desarrollo económico y social de México.

“Mucha gente que vino a trabajar en el campo, obreros, impresores… un poco de todo se repartió por toda la república”, señaló, recordando que la diáspora no se limitó a figuras destacadas de la cultura o la política, sino que abarcó a miles de personas anónimas que reconstruyeron su vida desde cero.

Rosa María Duran evocó el exilio que comenzó para ella en 1942, recordando la dureza de la infancia lejos de casa, pero también la calidez con que México los recibió:

“Los catalanes que llegamos a México no nos morimos, veníamos del infierno, de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial. Encontramos un país que nos recibió con dulzura y amabilidad. Las culturas no se anulan, las culturas se agregan”.

Con la interpretación musical de El emigrante, de Cinto Verdaguer, ejemplificó cómo el exilio implicó nostalgia y adaptación, pero también un aporte cultural significativo.

Pelai Vilar relató su llegada a México en 1949 tras escapar de la Gran Vía barcelonesa durante su infancia y pasar noches duras en Prats de Molló, Francia.

A pesar de las adversidades, enfatizó el carácter positivo de la jornada: “Hoy es un día de alegría y no de tristeza”, y lamentó la disminución del uso social del catalán en Cataluña, recordando que su labor en México ha sido mantener viva la lengua y transmitirla a las nuevas generaciones.

 

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El acto también tuvo un fuerte componente institucional. Salvador Illa insistió en que el agradecimiento de Cataluña hacia México debe ir más allá de la nostalgia:

“No debe ser solo un ejercicio nostálgico, sino también de presente y futuro. En un mundo agresivo que algunos nos quieren imponer, Cataluña y México debemos dar ejemplo de nueva fraternidad”, subrayó.

El president apeló a la creación de espacios de entendimiento y colaboración entre ambas regiones, promoviendo la institucionalidad y el respeto como pilares de convivencia y cooperación.

El homenaje destacó no solo la memoria histórica de los exiliados, sino también su impacto en la sociedad mexicana y en la preservación de la cultura catalana.

Los exiliados, al integrarse y aportar su conocimiento y tradiciones, enriquecieron la educación, la ciencia, las artes y la vida comunitaria.

Sus descendientes continúan fomentando esta herencia, participando activamente en programas culturales y educativos que mantienen el vínculo entre México y Cataluña.

La ceremonia cerró con un momento de recogimiento y una ofrenda floral en los jardines de la Casa del Risco, símbolo de acogida, memoria y reconocimiento.

Rosa María Duran y Pelai Vilar, rodeados de familiares y autoridades, recordaron que el exilio, pese al dolor que conlleva, también puede ser semilla de futuro:

“Las culturas no se anulan, se agregan. Nuestras raíces están en Cataluña, pero nuestros frutos están en México”, concluyó Duran, sintetizando el legado de los exiliados y la importancia de mantener viva la memoria para las generaciones venideras.

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