La presentadora de televisión ha acusado a la cantante catalana de «acaparar» el acercamiento a la fe que han sufrido muchos jóvenes en los últimos años
Desde que Rosalía lanzó su esperado álbum Lux, la cantante catalana se ha convertido en el epicentro de la conversación mediática y musical.
No solo por la innovación sonora y la estética radical que ha desplegado en este nuevo trabajo, sino también por la profunda carga espiritual que lo impregna.
En cada nota, en cada imagen, Rosalía deja entrever un viaje íntimo hacia la fe, que ha sorprendido tanto a sus fans como a la crítica.
En su presentación en directo durante los Los40 Music Awards, iluminada solo por una tenue luz y acompañada por una orquesta mientras
interpretaba ‘Reliquia’, quedó claro que esta nueva etapa no es solo musical, sino una declaración de intenciones, un gesto cinematográfico que mezcla arte y devoción.
La reacción no se ha hecho esperar. Ana Rosa Quintana, desde la pantalla de Telecinco, expresó sin filtros lo que muchos piensan sobre el fenómeno Lux.
Según la presentadora, el acercamiento de Rosalía a lo espiritual ha coincidido con un resurgir del interés juvenil por la fe, aunque, puntualiza, este fenómeno viene de mucho antes.
«Ahora, como todos los genios, ella ha sabido acaparar», señaló Quintana, destacando que Rosalía ha logrado convertir esta conexión con lo trascendente en un elemento central de su propuesta artística.
Sin embargo, Ana Rosa fue clara en su crítica: «No estoy a favor de desacralizar la Iglesia».
La periodista cuestiona el uso de símbolos y elementos religiosos como herramientas de estética o marketing, advirtiendo sobre la delgada línea entre la inspiración y la instrumentalización de la fe.
Pero la polémica no termina ahí. Rosalía, al explicar la génesis de Lux, confesó sentirse vacía durante años, un sentimiento que, asegura, solo lo podía llenar la conexión con lo divino.
En el pódcast Ràdio Noia, la cantante habló de su necesidad de vaciarse espiritualmente y de encontrar sentido más allá de lo material y lo terrenal: «Me he pasado toda la vida con esta sensación de vacío […] A lo mejor estamos confundiendo este espacio.
Será que este espacio es el espacio de Dios, el de una divinidad.
Igual Dios es el único que lo puede llenar». Con estas palabras, Rosalía no solo muestra vulnerabilidad, sino que invita a sus oyentes a una introspección colectiva, a un cuestionamiento sobre la fe y la búsqueda de sentido en la vida contemporánea.
La controversia surgida alrededor de Lux refleja un fenómeno social más amplio. La juventud española, según apunta Ana Rosa, se está volviendo a acercar a la religión.
Lo que antes parecía dominio de generaciones mayores, hoy encuentra adeptos entre los más jóvenes, y Rosalía, con su música y su imagen renovada, ha captado esa energía.
«La gente no se va a hacer más religiosa por lo que canta Rosalía, sino que este movimiento es mucho más grande», subrayó la presentadora, dejando claro que el impacto de la cantante es un reflejo de un cambio cultural ya en marcha, más que un generador de fe en sí mismo.
El uso de iconografía religiosa en Lux ha generado debate también entre críticos musicales y seguidores.
La portada del disco muestra a Rosalía vestida con un hábito de monja, un símbolo que ella misma interpreta como «compromiso con una causa elegida en la vida», en este caso, la música.
Pero para algunos, este gesto es polémico, pues puede interpretarse como un acto de desacralización. Ana Rosa Quintana fue directa al respecto: «No estoy a favor de desacralizar la Iglesia».
La periodista advierte sobre los riesgos de mezclar la estética sagrada con la comercialización artística, aunque reconoce que la cantante logra transmitir un mensaje profundo sobre la búsqueda de sentido y el enfrentamiento al vacío interior que sienten muchos jóvenes.
El álbum Lux se posiciona, por tanto, como un hito de la música española contemporánea. No es solo un trabajo sonoro, sino un proyecto que combina lo visual, lo espiritual y lo emocional, generando un debate que va más allá de lo estrictamente musical.
Rosalía rompe con su imagen anterior, deja atrás la estética urbana de MOTOMAMI y se adentra en un territorio de introspección y simbolismo.
Cada canción, cada performance en vivo, refleja esta dualidad entre la búsqueda interior y la exposición pública, entre lo íntimo y lo mediático, convirtiendo a Lux en un fenómeno cultural que obliga a reflexionar sobre la relación entre arte, espiritualidad y sociedad.
La interacción con el público también ha sido crucial. Durante la promoción del álbum, Rosalía ha compartido reflexiones sobre su vida, su fe y la importancia de conectar con emociones auténticas.
Ha hablado de la necesidad de llenar el vacío personal, de cómo el arte puede ser un puente hacia la espiritualidad y de cómo las nuevas generaciones buscan respuestas en lugares inesperados.
Ana Rosa Quintana, en su programa, no solo critica el enfoque de Rosalía, sino que también reconoce la capacidad de la artista para captar y representar sentimientos compartidos, mostrando cómo la música puede ser espejo y catalizador de emociones colectivas.
En redes sociales, la discusión se ha intensificado.
Fans y detractores han debatido sobre la idoneidad de usar símbolos religiosos en la música y la moda, mientras que muchos jóvenes han encontrado en Lux una experiencia que combina estética, introspección y reflexión espiritual.
La polarización refleja la capacidad de Rosalía para generar conversación y trascender el mero entretenimiento, convirtiendo cada lanzamiento en un acontecimiento social y cultural.
El legado de Lux podría marcar un antes y un después en la música pop española. Rosalía no solo ha transformado su sonido, sino que ha llevado la narrativa artística hacia terrenos más profundos, donde la espiritualidad y el arte se entrelazan.
La recepción del disco, la cobertura mediática y las opiniones de figuras como Ana Rosa Quintana reflejan la magnitud de su impacto.
El debate sobre la relación entre la fe, la juventud y la música continuará, pero una cosa queda clara:
Rosalía ha conseguido que Lux no sea solo un álbum, sino un fenómeno cultural que invita a mirar más allá de lo evidente y a cuestionar el significado de lo sagrado en la contemporaneidad.
En definitiva, Lux es mucho más que música. Es un espejo de la sociedad, un diálogo con la juventud y un desafío a las convenciones sobre espiritualidad y estética.
Rosalía ha logrado capturar un momento histórico, creando una obra que no solo se escucha, sino que se siente y se debate.
La combinación de innovación sonora, exploración espiritual y presencia mediática ha situado a la cantante catalana en el centro de un debate que mezcla admiración, polémica y reflexión, consolidando su posición como uno de los artistas más influyentes de su generación.
Con cada entrevista, cada directo y cada comentario mediático, desde Ana Rosa Quintana hasta los seguidores más jóvenes, se confirma que Lux es un álbum que no deja indiferente.
Rosalía ha sabido convertir su viaje personal en una narrativa universal, transformando el vacío individual en una experiencia compartida.
El impacto de este trabajo continuará resonando en la música, los medios y la sociedad, dejando un legado que va más allá de la mera creatividad: un verdadero hito cultural y espiritual que seguirá generando conversación durante años.
