Santos Cerdán enfrenta acusaciones graves de corrupción y tráfico de influencias en el Senado y decide guardar silencio durante el interrogatorio.

En una tensa sesión del Senado, el exdirigente socialista Santos Cerdán se enfrentó a un interrogatorio implacable que reveló la profundidad de la crisis política que sacude a España.
La atmósfera era densa, llena de acusaciones y un aire de expectación palpable mientras los senadores se preparaban para desentrañar la verdad detrás de las múltiples acusaciones de corrupción que pesan sobre Cerdán.
“Señor Cerdán, hoy no llega con el respaldo de su partido, sino solo y sin defensores”, comenzó con firmeza el senador Camps, marcando el tono de la sesión.
La imagen de Cerdán, que alguna vez fue un poderoso número tres del Partido Socialista, contrastaba drásticamente con su actual situación.
La sala estaba llena de senadores que esperaban respuestas, pero Cerdán eligió el silencio, una táctica que solo aumentó las sospechas sobre su culpabilidad.
Cerdán había prometido en varias ocasiones que ofrecería explicaciones sobre su implicación en un entramado de corrupción que incluye acusaciones de pertenencia a una organización criminal y tráfico de influencias.
Sin embargo, su actitud evasiva y su falta de respuestas concretas solo alimentaron la indignación de los miembros de la comisión.
“¿Está usted investigado por cohecho y tráfico de influencia? Responda sí o no”, insistió Camps, pero el silencio de Cerdán fue ensordecedor.
A medida que la sesión avanzaba, las preguntas se volvieron más incisivas. “¿Por qué guarda silencio? ¿Teme algo?”, cuestionó un senador, resaltando la tensión que se respiraba en el ambiente.
Cerdán, visiblemente incómodo, se defendió alegando que su silencio era una estrategia para proteger su inocencia.
“No necesito que nadie me acompañe para defenderme”, afirmó, pero sus palabras carecían de la convicción necesaria para convencer a la audiencia.

La comisión no se detuvo ante sus evasivas. Las acusaciones de corrupción se multiplicaron, con menciones a pagos en efectivo que superan los 30,000 euros, recibidos fuera de los circuitos bancarios.
“¿Por qué el Partido Socialista le pagó en efectivo? ¿Qué encubren esos pagos?”, inquirió otro senador. Cerdán, nuevamente, optó por no responder, lo que provocó murmullos de desaprobación entre los asistentes.
Las conexiones de Cerdán con figuras clave del Partido Socialista, como José Luis Ávalos, se convirtieron en el centro de atención.
“¿Qué sabía Ávalos de su implicación en esta trama?”, preguntó Camps, y la falta de respuesta de Cerdán solo intensificó las especulaciones sobre una red de complicidad que podría alcanzar las más altas esferas del poder en España.
El senador continuó presionando: “Usted ha sido acusado de negociar en nombre del partido, de ser el nexo entre la corrupción y la política. ¿Puede afirmar que nunca utilizó su posición para influir en adjudicaciones públicas?”.
La sala estaba en silencio, todos los ojos puestos en Cerdán, quien nuevamente guardó silencio, lo que se interpretó como un reconocimiento tácito de culpabilidad.
La tensión llegó a su punto máximo cuando se mencionó un documento que supuestamente contenía una lista de nombramientos de altos cargos en empresas y organismos públicos, enviado por Cerdán a un colaborador.
“¿Con qué autoridad elaboró usted esa lista? ¿Era parte de un entramado corrupto?”, preguntó un senador. Cerdán, visiblemente nervioso, evitó la respuesta, lo que provocó una reacción airada en la sala.

A medida que continuaba el interrogatorio, las preguntas se volvían cada vez más directas y comprometedoras. “¿Está dispuesto a negar que utilizó una tarjeta de la empresa Servinavar para gastos personales, incluyendo vacaciones y compras de lujo?”, cuestionó un senador.
Cerdán, incapaz de proporcionar una respuesta clara, se limitó a mirar hacia abajo, un gesto que muchos interpretaron como una admisión de culpa.
El ambiente se tornó aún más hostil cuando se abordaron las relaciones de Cerdán con figuras como Anchón Alonso y Vicente Fernández Guerrero, quienes también están bajo investigación.
“¿Qué papel desempeñó usted en la creación y mantenimiento de este sistema de corrupción?”, preguntó Camps con voz firme. Cerdán, atrapado en su propia red de mentiras, no pudo articular una respuesta coherente.
Finalmente, el senador Camps cerró el interrogatorio con una declaración contundente: “Hoy hemos visto no solo un silencio, sino un silencio calculado que le delata. Su falta de respuestas no es un signo de inocencia, sino de culpabilidad”.
La sesión concluyó con un ambiente de incredulidad y desconfianza, dejando a los presentes con más preguntas que respuestas sobre el futuro político de España y la posibilidad de que la corrupción se haya infiltrado en las estructuras más altas del poder.
La imagen de Santos Cerdán, un hombre que una vez fue un pilar del Partido Socialista, se ha visto gravemente dañada.
Su silencio en el Senado podría ser el principio del fin de su carrera política, y la sombra de la corrupción sigue acechando al partido, dejando a los ciudadanos preguntándose quién más podría estar involucrado en este escándalo monumental.
