Estados Unidos ha ampliado su investigación sobre las redes vinculadas al chavismo e incluye ahora a José Bono, a quien señalan por posibles conexiones y operaciones vinculadas con el régimen de Maduro durante su etapa como ministro de Defensa.
La ofensiva de Washington contra las redes internacionales que han colaborado con el chavismo ha tomado un giro inesperado y comprometedor para España.
La Administración estadounidense ha ampliado sus indagaciones, señalando directamente a José Bono, exministro de Defensa, por sus presuntas actividades en Venezuela.
Este desarrollo marca un salto cualitativo en las investigaciones, que antes se centraban únicamente en José Luis Rodríguez Zapatero.
Según fuentes cercanas a la investigación, las autoridades norteamericanas han solicitado formalmente información a España sobre la implicación de Bono con el régimen de Nicolás Maduro.
Este movimiento ha generado una profunda inquietud en los círculos políticos españoles, ya que Bono ha sido identificado como un actor clave en la red que permitió a Zapatero establecer conexiones dentro del chavismo.
“Nunca imaginé que mi nombre pudiera estar vinculado a una trama de esta magnitud”, comentó Bono en una conversación privada, reflejando su sorpresa ante las acusaciones.
Los investigadores estadounidenses han encontrado que la relación de Bono con la cúpula bolivariana es central en su pesquisa. Entre 2004 y 2011, durante su mandato, Bono supervisó operaciones militares y contratos millonarios con Venezuela.
Un episodio que ha suscitado particular atención es el macrocontrato de defensa firmado en 2005, mediante el cual Venezuela adquirió aviones de transporte y patrulleras españolas.
Este acuerdo, gestionado directamente por Bono, ha sido documentado como un punto de partida para las sospechas sobre posibles comisiones y tráfico de influencias.
La embajada española en Caracas, bajo la dirección de Raúl Morodo, un hombre de confianza de Bono, también ha sido mencionada en el marco de estas investigaciones.
Se ha revelado que Morodo orquestó negociaciones con la supervisión de Hugo “El Pollo” Carvajal, quien recientemente fue extraditado a EE.UU. y ha proporcionado información sobre pagos de PDVSA y operaciones energéticas.
En sus declaraciones, Carvajal ha reiterado el nombre de Bono como facilitador y beneficiario de relaciones privilegiadas con el chavismo a lo largo de dos décadas.
“La conexión entre Bono y el régimen de Maduro es más profunda de lo que se pensaba”, afirmó un investigador estadounidense.
El interés de Washington en este caso es evidente. Las autoridades buscan acelerar un proceso penal contra los colaboradores europeos del madurismo, y Bono ha pasado de ser un actor secundario a convertirse en una figura central en esta investigación internacional.
“Estamos comprometidos a desmantelar cualquier red que haya colaborado con un régimen tan opresivo”, declaró un funcionario de la Administración estadounidense.
La situación de Bono se complica aún más debido a que los investigadores han rastreado sus negocios en República Dominicana, donde controla varias sociedades.
Este aspecto ha levantado más interrogantes sobre la naturaleza de sus actividades comerciales y su posible conexión con el chavismo. “Es alarmante ver cómo figuras políticas pueden estar involucradas en tales tratos”, expresó un analista político.
Con el testimonio de Carvajal, la documentación proveniente de Venezuela y los rastreos financieros en marcha, el cerco se ha estrechado drásticamente en torno a José Bono.
La posibilidad de que EE.UU. lo incluya en las acciones de la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros) podría traducirse en la congelación de bienes y restricciones comerciales, lo que tendría un impacto significativo en su carrera política y personal.
“Si las acusaciones resultan ser ciertas, esto podría marcar el fin de una era para muchos en la política española”, comentó un excompañero de Bono, quien prefirió permanecer en el anonimato.
La presión sobre el exministro se intensifica, y los medios de comunicación han comenzado a cubrir el tema con mayor frecuencia, generando un ambiente de incertidumbre.
La respuesta de José Bono ha sido cautelosa. En declaraciones recientes, ha afirmado: “Estoy dispuesto a colaborar con cualquier investigación que aclare mi nombre. Nunca he hecho nada que no esté en línea con la ley”.
Sin embargo, la sombra de las acusaciones persiste, y la percepción pública sobre su figura se ha visto afectada.
Este escándalo no solo plantea preguntas sobre la integridad de Bono, sino que también pone de relieve la compleja relación entre España y Venezuela, un vínculo que ha sido objeto de críticas y controversias durante años.
A medida que avanza la investigación, la atención se centra en cómo este caso podría influir en la política española y en las relaciones internacionales.
La situación de José Bono es un recordatorio de que la política puede estar llena de sorpresas y que las conexiones internacionales pueden tener consecuencias inesperadas.
La investigación de EE.UU. podría ser solo el principio de un escándalo que sacuda los cimientos de la política española, y mientras tanto, el exministro se encuentra en el centro de un torbellino que amenaza con cambiar su legado para siempre.
