Susana Díaz se distancia del PSOE tras las graves denuncias de acoso

Susana Díaz se distancia públicamente del PSOE tras las graves denuncias de acoso contra Paco Salazar, mostrando su indignación y rechazo hacia la conducta del exasesor.

 

 

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) enfrenta una crisis interna significativa después de que se revelaran detalles sobre las denuncias de comportamiento inapropiado contra Paco Salazar, exasesor del presidente Pedro Sánchez.

Este escándalo ha puesto a la senadora Susana Díaz en el centro del debate, evidenciando una profunda fractura en su relación con el partido.

Durante una reciente intervención en el programa “Todo es mentira”, Díaz fue cuestionada sobre su conocimiento de las acusaciones que han salido a la luz. Su respuesta fue contundente y cargada de emoción.

“Siempre lo tuve enfrente y lo que me da es asco lo que estoy conociendo”, declaró, dejando claro su rechazo hacia Salazar, un hombre que ha sido parte del núcleo del PSOE durante años.

A pesar de sus declaraciones, Díaz insistió en que no tenía conocimiento previo de las conductas denunciadas. “Nunca me podía imaginar esto, pero me parece igual de asqueroso lo supiera o no”, afirmó, reflejando una mezcla de sorpresa y indignación.

Su relación con Salazar se remonta a su tiempo como alcaldesa de Montellano, donde lo vio ascender en el partido, primero cerca del secretario general y luego del presidente del Gobierno.

 

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La senadora no se detuvo ahí. En un momento de la entrevista, abordó el impacto que este caso tiene en el discurso feminista dentro del PSOE.

“No vamos a bajar los brazos visto lo que está pasando en mi partido, que no es el único. Hay que seguir peleando porque esto da asco”, lanzó un dardo directo a la dirección socialista, cuestionando su compromiso con la agenda abolicionista.

Sus palabras resonaron en el plató, donde Risto Mejide, el presentador, no pudo evitar interrogarla sobre la posibilidad de que nadie le hubiera informado sobre las acciones de Salazar.

“¿De verdad nadie te dijo nada?”, preguntó, mostrando escepticismo ante la idea de que una figura tan influyente en el PSOE andaluz estuviera al margen de tales acusaciones.

Díaz, con firmeza, defendió su posición: “Tengo la tranquilidad de que ni un solo miembro de mi gobierno está imputado ni ha pasado por ningún juicio”.

Sin embargo, la tensión en el aire era palpable. La intervención de Díaz parecía más una denuncia interna que una defensa del partido.

“Tíos con poder que abusan de él para ligar y para tener lo que no tendrían en una situación normal con cualquier chavala de tú a tú”, explicó, describiendo un patrón que, según ella, se repite con frecuencia en la política.

Esta afirmación no solo critica a Salazar, sino que también apunta a una cultura de impunidad que podría estar arraigada en el partido.

 

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La senadora ha dejado claro que no está dispuesta a permanecer en silencio ante lo que considera una vergüenza para el PSOE.

Su postura desafiante ha llevado a muchos a especular sobre una posible ruptura política, no solo con Salazar, sino con la dirección del partido en su conjunto.

“Me da asco lo que está sucediendo”, repitió, enfatizando su descontento con la situación actual.

El contexto de estas declaraciones es crucial. El PSOE, que ha promovido un discurso de tolerancia cero ante el acoso y la violencia de género, se enfrenta ahora a un desafío que podría poner en entredicho su credibilidad.

La voz de Díaz resuena entre aquellos que esperan que el partido actúe con contundencia y no se limite a palabras vacías. “Esto no es solo un caso aislado; es un reflejo de una cultura que debe ser desmantelada”, argumentó.

A medida que la situación se desarrolla, otros líderes políticos han comenzado a posicionarse. Isabel Díaz Ayuso, del Partido Popular, y Santiago Abascal, de VOX, han aprovechado la oportunidad para criticar al PSOE, sugiriendo que la crisis interna es un signo de debilidad.

“El PSOE no puede seguir hablando de feminismo mientras permite que estas conductas se repitan en sus filas”, afirmó Abascal en un mitin reciente.

 

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Por otro lado, figuras dentro del propio PSOE han expresado su preocupación por la dirección que está tomando el partido. Algunos miembros han comenzado a cuestionar si la cúpula está realmente comprometida con los principios que proclama.

“Si no actuamos ahora, perderemos la confianza de nuestros votantes”, advirtió un miembro anónimo del partido, reflejando el clima de incertidumbre que se vive.

La situación de Susana Díaz es emblemática de un dilema más amplio que enfrenta el PSOE. Mientras algunos abogan por una reforma interna y un cambio de liderazgo, otros se aferran a la tradición y a la estructura existente.

La senadora, al distanciarse de Salazar y criticar abiertamente a su partido, ha tomado una posición arriesgada que podría costarle caro en términos políticos.

En conclusión, la crisis que enfrenta el PSOE es un llamado a la reflexión sobre la cultura de poder y abuso que puede existir en la política. Las palabras de Susana Díaz, cargadas de indignación y desafío, son un recordatorio de que el cambio es necesario.

“No voy a callarme”, concluyó, dejando claro que la lucha por la dignidad y el respeto en la política continúa. La pregunta ahora es: ¿podrá el PSOE escuchar y aprender de esta crisis, o se verá atrapado en su propio ciclo de negación y defensa?

 

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