El debate en el Parlamento se tensó cuando un socialista y Carlos García Adanero cruzaron acusaciones sobre la gestión energética, el empleo y el modelo industrial de Navarra.
El último pleno del Congreso dejó una escena marcada por la tensión, las réplicas afiladas y acusaciones cruzadas que reflejan el clima político actual.
El debate, inicialmente centrado en la planificación eléctrica y en una moción presentada por UPN, terminó convirtiéndose en un
enfrentamiento directo entre el diputado Carlos García Adanero y una representante socialista, con Navarra como telón de fondo y el Gobierno de Pedro Sánchez en el centro de múltiples reproches.
Desde su escaño, la portavoz socialista abrió su intervención agradeciendo irónicamente al diputado catalán su “preocupación” por Navarra, aunque, añadió, “me temo que esta vez no viene a sumar, sino como siempre, a confrontar cada vez que sube a este atril”.
La parlamentaria criticó que la moción se hubiese presentado “en solitario”, sin buscar acuerdos previos, lo que, en su opinión, demostraba “la voluntad permanente de confrontar con el Partido Socialista”.
A continuación, desplegó un análisis técnico y político sobre la situación energética en Navarra, defendiendo la planificación del Ejecutivo y desmontando lo que calificó como “medias verdades” expuestas por la oposición.
Recordó que la Comunidad Foral alcanzó en octubre una cifra récord de afiliación a la Seguridad Social y destacó que “estamos rozando el pleno empleo, y esto es gracias al éxito de la reforma laboral, que es incuestionable”.
Subrayó que durante el actual mandato “se han creado casi tres millones de empleos”, recordando además que UPN votó en contra.
La portavoz socialista comparó las inversiones en infraestructuras eléctricas con las realizadas en etapas anteriores:
“La planificación que arrancaba en 2015, con el Partido Popular en el Gobierno, contemplaba 4.500 millones de euros. La que se tramita ahora prevé 13.600 millones, casi un 200% más”.
Al trasladar los datos a Navarra, añadió: “El PP destinó 68 millones; en el primer año del Gobierno socialista se invirtieron 90 millones, y la propuesta actual contempla 161 millones, un 137% más que la última propuesta del Gobierno de Rajoy”.
Con tono firme, defendió que “Navarra tiene garantizada la capacidad eléctrica. No existe ningún proyecto industrial en peligro por falta de potencia”.
Apeló a la prudencia y pidió evitar discursos alarmistas: “No saboteemos, no generemos miedos ni inseguridades a los futuros inversores”.
Recordó también que el Gobierno de María Chivite ha incrementado la inversión industrial hasta alcanzar el 2% del PIB, y que el sector industrial navarro “ocupa a casi 92.000 personas, un 40% más que cuando ustedes salieron del Gobierno en 2015”.
La conclusión de su intervención, presentada como un llamado a la responsabilidad, afirmó que Navarra está mejor posicionada energéticamente que muchas comunidades, siendo pionera en energías renovables.
“No venga a confrontar con un partido que está haciendo bien las cosas tanto en Navarra como en España”, remató antes de ceder la palabra.
El turno de réplica de Carlos García Adanero tomó un rumbo completamente distinto. Comenzó con una frase cargada de impacto: “Mire, el último que me llamó lo que usted me ha llamado hoy aquí está encarcelado por corrupción”.
El diputado aseguró que los insultos del PSOE le importan “lo justito” y afirmó que seguirá haciendo “todo lo posible porque Sánchez no siga siendo presidente”.
Sin embargo, lamentó que la portavoz socialista no hubiese aprovechado la tribuna para condenar “la paliza que recibió un periodista y un joven universitario por esas hordas que aparecieron por Pamplona”.
Adanero criticó duramente la gestión del llamado “gobierno social-nacionalista” en Navarra y afirmó que la comunidad “era pionera en sanidad, educación, dependencia, vivienda protegida y empleo” cuando su partido gobernaba, pero que “hoy de eso no queda nada”.
Según su diagnóstico, el declive responde a las políticas impulsadas junto a EH Bildu: “Lo que están haciendo es hundir la comunidad, y eso es una evidencia”.
Añadió que Navarra ha pasado de ser un referente fiscal y laboral a convertirse en “la comunidad donde más impuestos se pagan y donde peores servicios se prestan”.
En materia empresarial, criticó que “todos los días tenemos noticias de empresas que dejan Navarra para instalarse en otro lado, algo impensable hace unos años”.
Aseguró que la reforma legal aprobada recientemente por el Parlamento foral busca “a ver si hay suerte y ya no se van más empresas”.
El diputado no eludió las referencias a los pactos entre el PSOE y Bildu:
“Esos acuerdos infames cada vez están más pegados, cada vez disimulan menos”, afirmó, calificando el apoyo de la formación abertzale a los Gobiernos de Navarra y España como “un insulto a la democracia y a las víctimas que murieron por la libertad”.
La crítica se trasladó entonces a la política nacional. Adanero acusó al Gobierno central de estar inmerso en “corrupción política, económica, ética y moral”, y denunció su incapacidad para sacar adelante unos presupuestos o lograr mayorías parlamentarias estables:
“¿Qué hacen gobernando todavía? ¿Para qué están gobernando si no tienen apoyo? ¿Por qué no convocan elecciones?”.
El diputado también aludió a la reciente intervención pública de Pedro Sánchez sobre asuntos judiciales, reprochándole su actitud: “Ahora lo que nos faltaba es ver al presidente creyéndose magistrado del Tribunal Supremo”.
En un ambiente cada vez más caldeado, Adanero concluyó su intervención asegurando que el país se encuentra en un “agujero político” provocado por la falta de rumbo del Ejecutivo.
“Convocar a los españoles a votar es la única salida”, afirmó antes de cerrar su discurso entre aplausos de su bancada.
La sesión dejó al descubierto un choque frontal entre dos visiones de Navarra y de la situación del país: la del PSOE, que reivindica
inversiones, estabilidad y crecimiento, y la de Adanero, que denuncia un deterioro institucional, económico y social, agravado —según él— por las alianzas del Gobierno.
El enfrentamiento, cargado de datos, reproches y alusiones personales, refleja un clima político donde cada palabra se convierte en arma discursiva y cada réplica puede desencadenar una tormenta.
En un contexto nacional polarizado y con el futuro parlamentario del Gobierno en entredicho, episodios como este no hacen más que subrayar la profundidad de la fractura política en España.
