La oposición criticó duramente la efectividad de las ayudas tras la DANA y la transparencia del ejecutivo, mientras Montero intentaba centrar la discusión en la recuperación de las víctimas.

En el escenario político español, los debates no solo son un mero intercambio de ideas, sino un campo de batalla donde se enfrentan las verdades y las mentiras.
En la última sesión del Congreso, el diputado del Partido Popular, Miguel Tellado, no dudó en señalar a la ministra de Igualdad, Irene Montero, como parte de un gobierno marcado por la corrupción.
“Sánchez es el número uno, y usted, señora Montero, es la número dos del gobierno de la corrupción”, afirmó, desatando una serie de acusaciones que resonaron en todo el hemiciclo.
La tensión se palpaba en el ambiente mientras Tellado cuestionaba la integridad de Montero, preguntándole si realmente podía creer que desconocía las acciones de sus colegas en el Partido Socialista, quienes están bajo la lupa del Tribunal Supremo.
“¿De verdad usted cree que nos podemos creer que no sabía nada de lo que hacía Ávalos?”, insistió, provocando aplausos entre sus compañeros.
La respuesta de Montero fue un intento de desviar el foco hacia la memoria de las víctimas de la Dana, un desastre natural que afectó a Valencia, diciendo que había días para hablar de corrupción, pero hoy era un día para recordar a las víctimas.
Sin embargo, Tellado no se dejó llevar por el tono conciliador de Montero. “Usted es responsable de la corrupción del Partido Socialista y de este gobierno”, continuó, enumerando una serie de escándalos que, según él, la implicaban directamente.
“¿Usted lo sabía? ¿Consentía? ¿O dirigía todo?”, preguntó con una retórica afilada que buscaba desgastar la credibilidad de la ministra. La sala estalló en aplausos, reflejando la polarización que caracteriza a la política española.

La vicepresidenta primera, en su defensa, intentó centrar el debate en la recuperación de las víctimas, argumentando que era necesario trabajar en la reconstrucción de la zona afectada.
“Las vidas humanas son imposibles de recuperar, pero al menos debemos poner nuestro esfuerzo en ayudar a quienes lo han perdido todo”, dijo.
Sin embargo, el eco de las acusaciones de corrupción seguía resonando, y muchos se preguntaban si este enfoque era suficiente para calmar a los críticos.
El debate continuó con el diputado Elías Bendodo, quien también del Partido Popular, se unió al ataque. “Ustedes han sacado pecho de su gestión, pero lo que han hecho es política, nada más”, afirmó, cuestionando la efectividad de las ayudas prometidas por el gobierno.
“De los 16,000 millones de euros prometidos, solo han pagado 3,300”, añadió, subrayando la falta de acción concreta ante la tragedia.
La respuesta de Montero fue reiterativa. “Hoy debemos enviar un mensaje de esperanza a los ciudadanos”, insistió, tratando de mantener la calma en un ambiente cargado de tensión.
Pero las palabras de Bendodo hicieron eco en la sala, y muchos se preguntaron si realmente había un compromiso genuino por parte del gobierno para ayudar a los afectados.

La diputada Vox, María José Rodríguez de Millán, cerró el ciclo de preguntas con un ataque directo a la ministra.
“¿Ese dinero en efectivo que se repartía entre altos cargos del PSOE está declarado en Hacienda?”, cuestionó, desafiando a Montero a responder sobre la corrupción que, según ella, permea el gobierno.
La interpelación fue recibida con aplausos, reflejando el clima de desconfianza hacia el ejecutivo.
Montero, en su respuesta, intentó reafirmar la confianza del gobierno, asegurando que estaban trabajando para recuperar el tejido productivo y ayudar a los afectados.
“Los ciudadanos no están solos. Este gobierno estará hasta el final para que puedan recuperar no solo lo que han perdido, sino para que sus posibilidades en el futuro sean incluso superiores”, afirmó, aunque muchos se preguntaron si estas promesas eran más que palabras vacías.
A medida que el debate avanzaba, se hacía evidente que la corrupción era el hilo conductor de la conversación. Las acusaciones volaban de un lado a otro, y la ministra intentaba mantener un tono de esperanza y unidad.
Sin embargo, las preguntas sobre la efectividad de su gobierno y la falta de acción concreta seguían sin respuesta.

La jornada culminó con un sentimiento de frustración entre los ciudadanos que seguían el debate. La política española se encontraba en un punto crítico, donde las promesas de recuperación se veían empañadas por las sombras de la corrupción.
¿Realmente el gobierno está comprometido con las víctimas, o simplemente utiliza su sufrimiento como un escudo ante las críticas?
En un contexto donde la confianza en las instituciones se encuentra en niveles alarmantemente bajos, es fundamental que los políticos no solo hablen de responsabilidad y empatía, sino que actúen en consecuencia.
La política no debe ser un juego de acusaciones, sino un espacio para el diálogo y la búsqueda de soluciones reales.
El debate en el Congreso es un reflejo de la realidad que viven muchos españoles. La corrupción no es solo un tema de conversación, sino una realidad que afecta a la vida cotidiana de los ciudadanos.
Mientras la política sigue siendo un campo de batalla, es crucial que los líderes se comprometan a trabajar por el bienestar de todos, dejando atrás las disputas y centrando su atención en aquellos que realmente necesitan ayuda.
La esperanza de un futuro mejor para España depende de ello.