Una cita en First Dates termina en tensión cuando Paqui, de 71 años, se encuentra con un antiguo conocido de Leganés al que no soporta y amenaza con abandonar el programa.

La noche prometía amor, sonrisas y alguna que otra sorpresa, pero terminó convertida en una de las citas más tensas y surrealistas que se recuerdan en First Dates.
Paqui, una mujer de 71 años que acudía al programa con la esperanza de encontrar a alguien “a quien darle todo el amor que tengo dentro”,
se topó con un rostro que jamás habría querido volver a ver: Luis, un viejo conocido de Leganés con el que, según sus propias palabras, “nunca hubo buena sintonía”.
La situación, que comenzó con nervios y cierta incomodidad, pronto derivó en un cruce de zascas tan incómodo que la comensal llegó a amenazar con marcharse del restaurante.
Todo comenzó cuando Luis, un jienense de 70 años, apareció en el plató con una seguridad arrolladora. Más que en busca del amor, parecía dispuesto a impresionar a Carlos Sobera y a todo el equipo con su talento musical.
“Dime una canción que te guste”, le pidió al presentador nada más llegar. Sobera, acostumbrado a todo tipo de excentricidades, aceptó el reto.
Luis entonó entonces Un clavel, de Rocío Jurado, con tanta pasión como entusiasmo. Entre nota y nota, aprovechó para presumir de sus años de experiencia sobre los escenarios: “He actuado con Augusto Algueró, el marido de Carmen Sevilla. He estado con los mejores de España”.
El presentador, con su habitual temple, trató de reconducir la conversación hacia el terreno romántico. “¿Qué requisitos debe tener tu cita?”, le preguntó con curiosidad. Luis no dudó: “La quiero como la presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Me gusta esa mujer, pero no por el físico, sino por cómo es. Para mí, es la mejor mujer del planeta”. Su respuesta, a medio camino entre la admiración política y el idealismo romántico, ya dejaba entrever que la cita no iba a ser precisamente convencional.

Minutos después, hacía su entrada Paqui, una mujer de sonrisa amable y energía vital, exjefa de cocina y orgullosa de ser “demasiado cariñosa”. Se definía como una persona entregada y sincera, dispuesta a ofrecer cariño y compañía sin condiciones.
Pero su expresión cambió por completo al ver a su cita. “Cuando lo he visto, me ha dado una tristeza grandísima”, confesó a las cámaras del programa.
“Lo conocía de antes de Leganés y nunca me ha caído bien porque es muy fantasma. Se cree superior a todo el mundo y muy guapo. No me gusta nada de él”.
La tensión se palpaba desde el primer saludo. Luis, que parecía no recordar del todo a Paqui, intentó mantener la compostura. Ella, en cambio, estaba tan incómoda que por un momento pensó en abandonar. “Me dan ganas de irme”, murmuró mientras se sentaban a la mesa.
Tratando de ser diplomática, le dijo que no tenía nada en su contra, pero que no era lo que esperaba. Luis, lejos de mostrarse comprensivo, contestó sin rodeos:
“Yo tampoco. Yo busco a Claudia Sheinbaum”. A lo que Paqui replicó con ironía: “Y yo un Bertín Osborne tampoco esperaba”.
A partir de ese momento, la conversación se convirtió en un intercambio continuo de pullas. Luis se mostró altivo y condescendiente, criticando incluso el modo en que su cita concebía el amor.
“Se fija en lo físico y eso es una decadencia”, afirmó con tono de sabio. “Hay que fijarse en el cerebro y ella en eso… nada. Ella busca la parte física, fornicar.
Eso yo no lo quiero. Bueno, sí, pero cuando me acople a ella”. Las palabras, tan fuera de lugar como surrealistas, provocaron una sonrisa helada en Paqui, que respondió con la elegancia de quien ya no espera nada: “Si quieres dejamos la cena y nos marchamos”.

Luis, sin perder la compostura, optó por continuar. “Vamos a pasar el día y ya está”, zanjó. Pero cada frase parecía hundir más la posibilidad de entendimiento. “Si lo sé, me quedo en Leganés”, llegó a decir.
Paqui, cansada, fue directa: “No esperaba esto, sino no hubiese venido. No tenemos nada en común. Nos hemos visto alguna vez y no lo tenemos”.
A partir de ahí, el cruce de comentarios se volvió aún más afilado. Paqui dejó claro que tenía “mucho amor que dar, pero a él por supuesto que no”. Y añadió con contundencia: “Preferiría morirme antes”.
Luis, en su línea, trató de justificarse alegando que tenía muchas amistades interesadas en él, pero que “el problema es que no se enamora”.
Paqui no se contuvo: “Creo que tiene poco feeling con las mujeres porque es muy alocado. No tiene sensibilidad por las personas ni por las mujeres”.
Las cámaras captaron cada gesto, cada mirada y cada palabra cargada de reproche. Luis, quizá herido en su orgullo, terminó diciendo lo que terminó de dinamitar la cita: que su mujer “era más guapa”, que Paqui no tenía un aspecto juvenil y que además estaba “gordilla”.
Fue la gota que colmó el vaso. “No es un caballero”, afirmó ella sin pestañear. “No es una persona relajada ni tranquila. No me gusta nada, cero”.

El ambiente en el restaurante se había vuelto irrespirable. Carlos Sobera, siempre atento, observaba desde la barra con una mezcla de asombro y resignación.
Ni siquiera el humor habitual del programa logró suavizar el desastre. Paqui estaba decidida a no volver a ver a Luis ni en pintura. “Luis canta fatal”, dijo entre risas nerviosas en su entrevista final. “Pone una cara de sapo que es inaguantable”.
Cuando llegó el momento de decidir si tendrían una segunda cita, la respuesta fue tan evidente como contundente. “No me ha gustado nada de él”, declaró Paqui.
Luis, por su parte, trató de irse con dignidad: “Yo no soy tonto. Me doy cuenta de que no funciono. Yo le agrado, pero no la convenzo”.
La cena terminó sin brindis ni despedida afectuosa. Paqui se levantó sin siquiera mirarlo, visiblemente aliviada por poner fin a una velada que, lejos de traerle amor, le devolvió un viejo mal recuerdo. Luis, mientras tanto, mantenía el tipo, aunque su gesto lo decía todo.
En un programa donde el amor, la risa y el absurdo conviven en perfecta armonía, la cita de Paqui y Luis pasará a la historia como una de las más incómodas de la temporada.
Una cena que empezó con promesas de cariño y terminó entre reproches, sinceridad brutal y frases para el recuerdo.
Al fin y al cabo, First Dates no solo sirve para encontrar el amor, sino también para recordarnos —a veces de forma dolorosa— por qué algunas personas del pasado es mejor no volver a encontrarlas.