«Vade retro»: una soltera de ‘First Dates’ le hace la cruz a su cita al saber el motivo por el que no sale de España

Catalina buscaba un hombre del siglo XXI y con ganas de hacer planes. Francisco le propuso varios, pero ninguno la convenció

 

Vade retro»: una soltera de 'First Dates' le hace la cruz a su cita al saber  el motivo por el que no sale de España

 

Catalina, más conocida como Cati, llegó al restaurante de ‘First Dates’ con la ilusión de encontrar un hombre con quien compartir su vida después de cinco años de divorcio, pero lo que parecía una velada prometedora se transformó rápidamente en un choque de expectativas.

A sus 61 años, esta comercial de banca jubilada de Salamanca ya tiene claro qué busca en un compañero: un hombre moderno, sensible, con iniciativa y, sobre todo, con ganas de explorar la vida más allá de su entorno.

Lo que encontró en Francisco, su cita del martes 28 de octubre, fue un perfil que no encajaba ni un ápice con sus deseos, provocando una de esas escenas que solo la televisión puede inmortalizar.

Desde que se divorció, Cati ha tenido «algún tipo de escarceo, pero nada serio ni que mereciera la pena». Su experiencia le ha enseñado que la mayoría de los hombres con los que se cruza son, en sus palabras, ‘adanes’: primitivos, poco sensibles y sin chispa alguna.

«No sé si es que a partir de cierta edad se embrutecen… Desde luego, ni Tinder ni nada, no hay por dónde cogerlos», confesaba a cámara con la sinceridad que la caracteriza.

Decidida a no conformarse con lo básico, recurrió al programa de Cuatro con la esperanza de que Carlos Sobera y su equipo le presentaran a alguien realmente especial.

 

Vade retro»: una soltera de 'First Dates' le hace la cruz a su cita al saber  el motivo por el que no sale de España

 

El elegido para la velada fue Francisco, un empresario salmantino de 64 años que, según confesó, se encontraba «un poco estresado» por su timidez al interactuar con nuevas personas.

Aun así, su primera impresión ante Cati fue muy positiva: la encontró muy guapa y su sonrisa lo cautivó.

La conexión parecía posible, y al valorar a Francisco en los totales del programa, Cati destacó su elegancia, saber estar y cuidado de la imagen. Sin embargo, algo faltaba: la chispa de la atracción no estaba ahí.

Durante la cena, Francisco logró relajarse y compartir un poco más de sí mismo, pero cuanto más hablaba, más evidente se hacía el abismo entre ambos.

Sus pasatiempos, como pasear por el campo y recoger setas, no despertaban ningún entusiasmo en Cati. «Me aburre como una ostra», admitía la soltera entre risas, mientras contaba cómo ella, en cambio, se siente viva al viajar y descubrir lugares nuevos, aunque sea sola.

La diferencia de prioridades y estilos de vida se hizo cada vez más evidente, y lo que podría haber sido un encuentro agradable empezó a desmoronarse por completo.

El momento crucial llegó cuando Francisco reveló su rechazo a viajar fuera de España. «No me ha gustado nunca salir de España. Tenemos un país bastante bonito como para salir a buscar cosas a otro lado», aseguró, dejando a Cati completamente descolocada.

Para ella, viajar y conocer culturas diferentes es una parte esencial de la vida y de la conexión con otra persona.

Que su cita limitara sus experiencias a Salamanca y alrededores le recordó incluso a su padre y a la necesidad de admirar y sentirse admirada por quien comparte su vida.

 

La reacción de una soltera de 'First dates' a los hobbies de su cita

 

La sorpresa y el desconcierto de Cati se hicieron evidentes frente a las cámaras. «Eso ya ha sido… Vade retro total», proclamó con una mezcla de humor y sinceridad que encapsula perfectamente su carácter.

No había posibilidad de reconciliar sus expectativas con la realidad de Francisco: lo que a él le parecía suficiente, a ella le resultaba insuficiente.

La velada continuó con un diálogo sincero, donde Cati explicó que necesita sentirse especial junto a su pareja, alguien que comparta su curiosidad y ganas de vivir experiencias más allá de la rutina.

A pesar de que Francisco mostró interés por continuar conociéndola, Catalina no dudó en marcar límites claros. La amistad fue la única alternativa que pudo ofrecerle a un hombre que, aunque correcto y agradable, no despertaba en ella el interés necesario para un romance.

Esta decisión, aunque dura, refleja la importancia de mantener los propios estándares y expectativas en la búsqueda de una relación que sea realmente satisfactoria y compatible.

El caso de Cati y Francisco es un ejemplo claro de cómo las diferencias en intereses y perspectivas pueden ser determinantes en el amor, incluso cuando ambas personas parecen encajar superficialmente.

La televisión, con su capacidad para capturar estas interacciones con autenticidad y humor, nos recuerda que no todos los encuentros están destinados a florecer en romance, pero sí pueden dejar lecciones valiosas sobre lo que cada uno busca en la vida y en una pareja.

 

First Dates: «Vade retro»: una soltera no encaja bien el pasado de su cita  y lo rechaza de forma instantánea

 

La sinceridad de Catalina, su valentía para expresar lo que realmente desea y su decisión de no conformarse, destacan como un recordatorio de que nunca es tarde para poner límites claros y buscar lo que nos hace felices.

Su historia también nos invita a reflexionar sobre la importancia de la compatibilidad más allá de la atracción inicial: compartir valores, intereses y, en este caso, el deseo de explorar el mundo, puede ser mucho más importante que cualquier otro factor superficial.

La velada terminó sin un beso ni promesas de futuro, pero con risas y una claridad que pocos podrían igualar. Cati se marchó con la certeza de haber sido fiel a sí misma y de haber dejado claro que la vida y el amor requieren audacia y honestidad.

Mientras tanto, Francisco, aunque algo desanimado, pudo al menos entender que la conexión emocional no depende únicamente de la buena educación ni de la apariencia, sino de intereses y valores compartidos.

En conclusión, la historia de Cati en ‘First Dates’ demuestra que la búsqueda del amor verdadero implica ser fiel a uno mismo y no ceder ante lo que no nos llena.

La atracción, la complicidad y la curiosidad son ingredientes indispensables que, si no se dan, hacen inevitable el famoso «Vade retro».

Una lección divertida, honesta y algo dolorosa sobre lo que significa realmente abrir el corazón, incluso cuando las expectativas y la realidad no coinciden.

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