El hijo del ex ministro asegura que el presidente mandó a su padre a “evitar” un conflicto internacional: “Fue un antes y un después”

Las declaraciones de Víctor Ábalos, hijo del exministro de Transportes José Luis Ábalos, han reabierto uno de los episodios más controvertidos de la política reciente: la ya conocida escala en Barajas de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez.
Según su testimonio, su padre acudió al aeropuerto en cumplimiento de una instrucción “directa y explícita” del entonces presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
El hijo sostiene que ese momento marcó “un antes y un después” en la carrera política del exministro, que “cayó en desgracia” tras asumir las consecuencias de aquella operación.
Víctor Ábalos ha relatado que la orden presidencial se produjo en un contexto de gran sensibilidad diplomática, dado que Rodríguez tenía prohibida la entrada en territorio comunitario por sanciones de la Unión Europea.
“Mi padre fue enviado para evitar un conflicto internacional tremendo”, afirmó. En su versión, José Luis Ábalos se desplazó al aeropuerto de madrugada para reunirse con la dirigente venezolana “porque se lo ordenaron” y no por iniciativa propia.
“Nadie sabía que esta señora no tenía permitida la entrada en la Unión Europea”, indicó el hijo, intentando subrayar que la situación fue inesperada incluso para quienes participaron en la gestión del incidente.
Según su relato, el exministro habría llegado al aeropuerto acompañado de funcionarios y agentes que ya estaban intentando encauzar la situación.
“Mi padre simplemente siguió órdenes del responsable policial del aeropuerto, que a su vez actuaba por instrucciones superiores”, sostiene.
La intervención de Ábalos, según describe su hijo, habría consistido en mediar para que la escala no derivara en un incidente diplomático, verificando que Rodríguez no accediera al espacio Schengen y permaneciera únicamente en zona internacional.

El episodio incluye un elemento adicional que, según la reconstrucción de Víctor Ábalos, resultó determinante: la propia Rodríguez habría solicitado hablar con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, al considerarlo su interlocutor político preferente en España.
Esa petición habría añadido tensión a la escena, ya que colocaba al Ministerio de Transportes en una posición inesperada dentro de una gestión diplomática delicada.
“Mi padre se encontró en medio de algo que no le correspondía, pero cumplió con lo que le mandaron”, afirma su hijo.
De acuerdo con su versión, fue precisamente esta noche en Barajas la que marcó el inicio de la erosión interna del exministro. “Fue un antes y un después.
Se comió un marrón que no era suyo y a partir de ahí cayó en desgracia”, declara. Según señala, tras la polémica comenzaron a intensificarse tensiones dentro del propio Ministerio, con facciones y estructuras internas que trataban de desplazar la influencia política de Ábalos.
El hijo apunta incluso a rivalidades con sectores vinculados a dirigentes históricos del partido que, en su interpretación, aprovecharon la controversia para debilitarlo.
Las afirmaciones también retoman un aspecto que en su día despertó amplio debate: la existencia de grabaciones del aeropuerto que registraron los movimientos de aquella madrugada.
Según versiones que han circulado en ámbitos políticos y que el hijo vuelve a mencionar, se pidió la eliminación de esas imágenes, una solicitud que habría sido rechazada por los responsables de seguridad.
Víctor Ábalos señala este punto como indicio de que la situación se gestionó con un alto nivel de sensibilidad interna y que, tras la polémica, diferentes actores intentaron evitar filtraciones que pudieran intensificar el escándalo.

El contexto en el que reaparecen estas declaraciones no es menor.
José Luis Ábalos se encuentra actualmente en una situación judicial compleja, en prisión preventiva por su presunta implicación en la llamada “trama Koldo”, un caso de supuesta corrupción relacionado con contratos públicos durante la pandemia.
Aunque ambos episodios —el de Barajas y la investigación judicial actual— no guardan relación directa, la reaparición del primero añade presión mediática sobre la figura del exministro y sobre el papel que desempeñó durante su etapa en el Gobierno.
Para algunos analistas, las declaraciones del hijo reactivan preguntas que nunca llegaron a responderse de forma concluyente:
si hubo una instrucción directa del presidente, cuál fue exactamente el protocolo seguido aquella noche y por qué un ministro de Transportes fue enviado a gestionar un asunto con implicaciones diplomáticas.
Otros expertos recuerdan que la naturaleza de las sanciones europeas exigía un tratamiento extremadamente cuidadoso, ya que cualquier gesto podía interpretarse como una vulneración de las restricciones comunitarias.
Víctor Ábalos insiste en su petición de que se esclarezca lo sucedido. “Mi padre actuó obedeciendo órdenes. Si esto no se explica, quedará para siempre como una historia a medias, entre sombras y silencios”, afirma.
Según él, la versión oficial que siempre sostuvo el Gobierno —que la intervención fue una gestión puntual y discreta— no refleja las dimensiones reales del episodio ni los costes personales que tuvo para su padre.
A falta de nuevas explicaciones por parte de los implicados, el “caso Delcy” vuelve a situarse en el foco público como un episodio que sigue proyectando dudas sobre su gestión interna y cuya lectura política continúa abierta.
