No tiene redes sociales, ni pareja, ni hijos, pero sí un gran patrimonio cultural y personal

Victoria Vera, actriz icónica de la Transición española, continúa siendo un referente de independencia y coherencia personal en un panorama cultural y político que ella misma califica de sorprendente y, a veces, desconcertante.
Con una carrera marcada por hitos como protagonizar el primer desnudo teatral en España y mantener una trayectoria profesional íntegra, Vera se muestra firme en sus convicciones y crítica con la actualidad:
“Lo que se está haciendo ahora no es nada comparado con la que han hecho las mujeres en años anteriores, que sí han cambiado absolutamente las cosas en un mundo muy diferente al actual”, afirma.
El reconocimiento a su carrera llegó recientemente con el galardón Bombín de San Isidro, una sorpresa para la actriz que se encontraba retirada del ojo público.
Vera asegura que la invitación fue obra de su amigo Álvaro Luis y que esta aparición supuso su primera intervención pública tras un largo periodo de confinamiento: “Ha sido una sorpresa absoluta… y encima aún sin vacunar, estoy esperando la segunda dosis”, comenta.
Durante la pandemia, confiesa haber vivido en “modo burbuja”, desplazándose a su casa en el campo para evitar riesgos y disfrutar del aire puro.
La incertidumbre provocada por los brotes y la inconsciencia de algunas personas le causó angustia: “Cuando veía los botellones, fiestas e inconsciencia de la gente pensaba que no iba a acabar nunca”, señala.
Vera también comparte su profundo vínculo con su familia, especialmente con su madre, fallecida a los 104 años, a quien cuidó hasta el último momento:
“La pérdida de una madre te marca la vida… Me siento satisfecha porque creo que he cumplido con mi deber, pero a la vez siento un vacío enorme porque era una mujer extraordinaria”, reconoce.
Su madre, una de las primeras mujeres en ganar oposiciones al Ejército en plena República, ejerció un papel ejemplar que, según Vera, facilitó su propia independencia: “Teniendo una madre así de libre todo es más fácil”, añade.

Sobre los movimientos feministas actuales, Vera se muestra crítica y escéptica: “Hoy no siento esa sensación de libertad… Creo que todo es muy impostado y se mezclan las cosas.
Me considero un espíritu libre y no me van los chiringuitos sino la independencia absoluta de la mujer”.
Para ella, la diferencia fundamental entre las mujeres de la Transición y las actuales radica en el espíritu de concordia de su época: “Antes había un espíritu común de concordia y no rencor.
Hoy lo que hay son sentimientos muy negativos y unas maneras de difamación y calumnias que degradan”, señala, apuntando a que la mediocridad y la falta de reconocimiento al talento afectan gravemente al país.
La actriz también reflexiona sobre la revisión histórica de la Transición y la política actual: “La revancha actual porque se perdió aquella guerra tiene un fondo de envidia, resentimiento, de frustración y lo que falta es la grandeza del perdón”, afirma.
Vera defiende la importancia de reconocer los errores: “Todos nos equivocamos y no pasa nada por reconocerlo. Eso es precisamente lo que te hace ser humano”.
Uno de los episodios más recordados de su carrera fue protagonizar el primer desnudo sobre un escenario en España, un acto que Vera describe como un símbolo de libertad personal:
“Fue un acto de libertad… cuando salí al escenario me lo quité y no pasó nada. La sociedad civil estaba preparada para el cambio”, explica.
Respecto al contexto actual de redes sociales, afirma que éstas han limitado la libertad de la sociedad: “Ya ni te puedes fumar un cigarrillo en la playa mientras están contaminando Marte.
Creo que quieren convertirnos en ovejas de un rebaño”, comenta, subrayando su preferencia por mantener la independencia y alejarse de la política y de compromisos profesionales que no le convengan.

En cuanto a su vida personal, Vera vive sola, sin pareja ni hijos, y asegura encontrarse en paz con su situación: “Creo en el destino y si el mío no quiso que tuviera hijos no me supone ningún resentimiento… Estoy a gusto en mi soledad y no vivo con esa pena”.
A pesar de su discreción, mantiene un patrimonio suficiente que le permite viajar y disfrutar de experiencias culturales, como su visita a Nueva York tras el fallecimiento de su madre.
Victoria Vera también aborda la cuestión de los abusos en el mundo del espectáculo, asegurando que nunca ha sufrido acoso físico durante su carrera:
“En toda mi carrera nadie me ha tocado un pecho ni se me ha abalanzado. Lo que sí he vivido es la venganza de los que he dicho no. Pero no hay que confundir las cosas.
Hay gente cariñosa por su manera de comportarse sin que eso suponga nada”, explica, enfatizando la importancia de la integridad y el respeto.
Sobre el amor, Vera recuerda con cariño su primer gran romance: “Mi primer amor porque me cambió. Fue una época extraordinaria que recuerdo como algo maravilloso. Tenía 22 años y fue una gran historia”, afirma, sin renunciar a la esperanza de futuros tiempos hermosos.
Con un carácter firme, una trayectoria profesional impecable y una vida guiada por principios, Victoria Vera sigue siendo un ejemplo de libertad y coherencia en la España contemporánea, una mujer que ha marcado la historia cultural y continúa inspirando respeto y admiración por su independencia y visión crítica.
