La polémica ha estallado este jueves en Mañaneros 360, el programa que presenta Javier Ruiz en TVE, después de que el espacio lanzara en pantalla la pregunta: “¿Qué hay detrás del ‘fachatour’ de Vito Quiles?”.

El pasado jueves, el programa Mañaneros 360, conducido por Javier Ruiz en TVE, se convirtió en el escenario de una intensa polémica tras la emisión de la pregunta: “¿Qué hay detrás del ‘fachatour’ de Vito Quiles?”.
En lugar de contar con la participación de analistas independientes o expertos en comunicación política, Ruiz optó por invitar a su pareja, Sarah Santaolalla, conocida por su postura abiertamente sanchista y su estilo agresivo.
Este giro en la selección de invitados generó un debate sobre la imparcialidad y el rigor informativo del programa.
La intervención de Santaolalla no se limitó a un análisis objetivo; más bien, se transformó en un ataque personal de casi tres minutos, repleto de insultos, descalificaciones y afirmaciones sin fundamento.
Durante su intervención, Santaolalla describió a Quiles como “un extranjero” y “un provocador”, sugiriendo incluso que podría ser deportado si continuaba “acercándose al delito”.
“Los fascistas no tienen derecho a voz en España”, afirmó con vehemencia, mientras aseguraba que aquellos que apoyan a Quiles en las universidades “no son estudiantes, sino cabezas rapadas organizadas y financiadas por la Comunidad de Madrid”.
La gravedad de sus acusaciones no se limitó a la retórica; Santaolalla llegó a calificar los actos de Quiles como parte de “un aquelarre fascista”, acusándolo de ser un beneficiario de dinero público, aunque sin aportar pruebas que respaldaran tales afirmaciones.
Este tipo de discurso no solo plantea serias dudas sobre la objetividad del programa, sino que también refleja una tendencia preocupante hacia el uso de plataformas públicas para ataques políticos.
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La respuesta de Vito Quiles no se hizo esperar. Tras presenciar la intervención de Santaolalla, el periodista se dirigió a su audiencia con una contundencia que dejó claro que no toleraría tales ataques.
“Nací en España y mi familia es de Alicante”, recordó Quiles, desmontando así la acusación de ser un extranjero.
Su réplica fue directa y mordaz:
“Después de entrevistar a una cocinera que hicieron pasar por enfermera, entrevistan a una choni —con la única experiencia de ser la novia del presentador— que me llama ‘extranjero’ cuando nací en España. Esta gentuza da lecciones de periodismo”.
Las palabras de Quiles resonaron en las redes sociales, donde muchos usuarios señalaron que la intervención de Santaolalla no representaba un análisis informativo, sino un ataque político disfrazado de opinión.
Este tipo de comportamiento, caracterizado por el uso de insultos ideológicos para deshumanizar a un adversario político, ha sido criticado ampliamente y ha suscitado un debate sobre la ética en el periodismo y la responsabilidad de los medios de comunicación públicos.
La controversia no solo ha afectado la imagen de Santaolalla; su intervención ha sido percibida como un ejemplo de sectarismo y abuso de una plataforma pública para ajustar cuentas políticas.
En lugar de debilitar a Quiles, la arremetida ha reforzado las críticas hacia el programa y ha puesto en entredicho la credibilidad de la tertuliana.
Muchos consideran que su actuación careció del rigor básico que se espera de alguien que opina en un medio financiado por todos los ciudadanos.

El impacto de este incidente se extiende más allá de la figura de Santaolalla. La elección de invitados y el estilo de debate en programas de televisión pública son ahora objeto de un escrutinio más intenso.
La falta de diversidad de opiniones y la preferencia por un enfoque polarizado plantean preguntas sobre la calidad del debate democrático en España.
La intervención de Quiles ha puesto de relieve la necesidad de un periodismo más responsable y menos partidista, que busque informar y no desinformar.
Este episodio también ha reavivado la discusión sobre el papel de los medios de comunicación en la política española. La capacidad de influir en la opinión pública y en el discurso político es una responsabilidad que debe ser manejada con cuidado.
En este contexto, el uso de insultos y ataques personales, como los de Santaolalla, no solo es perjudicial para el individuo atacado, sino que también socava la integridad del medio que lo permite.
En conclusión, la controversia en Mañaneros 360 ha puesto de manifiesto las tensiones existentes en el panorama mediático español.
La respuesta de Vito Quiles ha sido un llamado a la reflexión sobre la calidad del debate público y la responsabilidad de los medios en la promoción de un discurso civilizado y fundamentado.
La intervención de Santaolalla, lejos de debilitar a Quiles, ha generado un debate más amplio sobre la ética en el periodismo y la necesidad de un enfoque más equilibrado y menos sectario en la televisión pública.
Este incidente no solo ha afectado a los protagonistas inmediatos, sino que ha dejado una huella en el contexto más amplio de la comunicación política en España.
