El ministro del Interior fue captado por las cámaras haciendo muescas hacia la bancada de los populares

Durante la sesión de control al Gobierno celebrada este miércoles en el Congreso de los Diputados, el ministro del Interior,
Fernando Grande-Marlaska, se convirtió en protagonista involuntario de una polémica tras ser captado por las cámaras realizando una serie de gestos dirigidos a la bancada del Partido Popular.
Mientras su compañero de gabinete, Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, intervenía,
Marlaska fue visto sacando la lengua y simulando un beso, movimientos que generaron sorpresa y reacciones inmediatas tanto en el hemiciclo como en redes sociales.
El diputado del Partido Popular, Jaime de Olano, formuló una pregunta al ministro Bolaños centrada en la supuesta intención del Ejecutivo de controlar las instituciones del Estado y en los ataques a los jueces que investigan casos de corrupción vinculados al PSOE.
Según Olano, “¿mantiene su Gobierno dinámicas antidemocráticas?”, fue la cuestión que provocó la inesperada reacción del titular de Interior.
La pregunta se enmarcó dentro de un contexto de acusaciones cruzadas sobre la gestión política del Gobierno y la transparencia en el manejo de investigaciones judiciales que afectan al partido socialista y a personas del entorno del presidente Pedro Sánchez.

Tras los gestos, la respuesta de Bolaños fue clara y buscó distanciar al Gobierno de las acusaciones de la oposición: “Decenas de miles de personas honestas en el PSOE trabajan cada día para mejorar este país, y no podemos permitir que la difamación empañe su labor”,
señaló el ministro, defendiendo la actuación del Ejecutivo y resaltando la necesidad de diferenciar entre personas investigadas y ciudadanos honestos.
En este sentido, Bolaños recordó que recientes detenciones dentro del Partido Popular, como la del presidente de la Diputación de Almería,
no justifican generalizaciones sobre la totalidad de los miembros de su formación, apuntando a la importancia de mantener criterios objetivos frente a la judicialización de la política.
La reacción de Marlaska no pasó desapercibida.
Los gestos captados por las cámaras del Congreso, interpretados como burlones por algunos parlamentarios y usuarios de redes sociales, generaron un intenso debate sobre la profesionalidad y el respeto que deben mantener los miembros del Gobierno durante el ejercicio parlamentario.
Aun así, el ministro del Interior no se ha pronunciado públicamente sobre la viralización de las imágenes ni sobre la intención específica de sus gestos, dejando abierta la interpretación sobre si se trató de un acto de humor privado o de una provocación hacia la oposición.
El incidente no se limitó al hemiciclo. Rafael Hernando, diputado del PP, comentó posteriormente en redes sociales los gestos de Marlaska, comparando el Congreso con la “sauna de Sabiniano”, un comentario que aludía de manera indirecta a la orientación sexual del ministro.
Esta referencia provocó reacciones de desaprobación por considerarse fuera de lugar y una manera de politizar cuestiones personales de un miembro del Gobierno, además de encender el debate sobre los límites del discurso político en medios digitales.

El episodio coincide con una sesión parlamentaria marcada por la tensión entre Gobierno y oposición.
Además de la intervención de Olano, la diputada María José Rodríguez de Millán, de Vox, calificó la legislatura actual como un “culmen de un proceso de desintegración nacional”,
asegurando que el Ejecutivo prioriza “sus bolsillos y compromisos con delincuentes” frente al bienestar general de los ciudadanos.
La intervención generó un encendido debate sobre las políticas de control institucional, la corrupción y la gestión de recursos públicos, en el que tanto el PSOE como el PP se acusaron mutuamente de intentar deslegitimar a sus adversarios.
En términos de cifras y contexto económico, el ministro Bolaños respondió citando datos recientes de la Comisión Europea,
que prevé un crecimiento del 2,9% del PIB español, el doble de la media europea, y destacó que el país mantiene más de 22 millones de personas empleadas, cifras que, según el titular de Presidencia, desmienten la idea de un país “degradado” o en retroceso.
Asimismo, subrayó que, pese a las críticas de la oposición, España mantiene indicadores positivos en términos de ocupación y estabilidad económica, destacando la necesidad de separar la crítica política de los hechos objetivos.
La viralización de los gestos de Marlaska se ha visto acompañada de un amplio debate en redes sociales, donde usuarios han publicado imágenes y clips del momento, generando bromas, memes y comentarios críticos sobre la actitud del ministro.
La polémica se centra no solo en la profesionalidad del gesto, sino también en el impacto que tiene sobre la imagen del Gobierno y la percepción pública de la seriedad de las sesiones parlamentarias.

En paralelo, la confrontación entre Gobierno y oposición sigue siendo intensa, con acusaciones sobre supuestas tramas de corrupción,
intentos de manipulación judicial y el uso político de las instituciones, en un escenario donde las intervenciones parlamentarias no solo buscan transmitir información, sino también generar rédito mediático y electoral.
El debate refleja, de manera clara, la creciente polarización del Parlamento y la dificultad de mantener un tono institucional frente a la presión mediática y el escrutinio público.
El ministro Marlaska, mientras tanto, permanece sin emitir declaraciones que expliquen sus gestos, lo que mantiene abierta la especulación sobre sus motivaciones.
Los analistas coinciden en que este tipo de incidentes, aunque aparentemente anecdóticos, pueden tener repercusiones en la percepción ciudadana del respeto institucional y en la confianza hacia los miembros del Gobierno,
sobre todo en un contexto de creciente visibilidad mediática y uso intensivo de redes sociales como amplificadores de la polémica política.
En conclusión, la sesión de control del miércoles se convirtió en un escenario donde convergieron las acusaciones de corrupción,
las referencias a la gestión institucional del Gobierno y, de manera inesperada, los gestos controvertidos de Fernando Grande-Marlaska, que han generado tanto debate público como viralización en medios digitales.
La combinación de intervenciones parlamentarias críticas, datos económicos defendidos por el Ejecutivo y la actuación del ministro del Interior evidencia la complejidad de la relación entre política, comunicación y percepción pública en el Congreso de los Diputados en 2025.