El jazz es mucho más que un género musical; es una forma de vida, una expresión pura de emociones y una conversación entre el alma y los instrumentos.

A lo largo de la historia, algunos de los músicos más influyentes han compartido sus pensamientos y filosofías sobre la música, dejando un legado no solo en sus composiciones, sino también en sus palabras.

Estas reflexiones nos permiten comprender el compromiso y la pasión que impulsa a estos artistas a crear sonidos que trascienden generaciones.

Duke Ellington, uno de los compositores y pianistas más importantes del jazz, afirmaba con firmeza: “Nunca ha habido un músico serio que se tome tan en serio su música como un músico serio de jazz.”

Para Ellington, el jazz no era solo un estilo musical, sino una forma de abordar la vida con seriedad, dedicación y respeto.

Cada nota y cada improvisación eran el resultado de un profundo compromiso con la música, lo que diferenciaba a los músicos de jazz de otros artistas.

Roy Hargrove, trompetista de jazz y una de las figuras más influyentes de su generación, compartió una visión similar sobre la importancia de la emoción en la música.

“Siempre trato de tocar desde el corazón y dejar que la emoción guíe mi música,” decía Hargrove, resaltando que el verdadero arte surge cuando se permite que las emociones conduzcan el proceso creativo.

Para él, las baladas, en particular, tenían un poder especial: “Siempre me han gustado las canciones más lentas porque las baladas tienen una cualidad emocional para mí. Cuanto más despacio vayas, mejor se oyen todos los matices.

Supongo que creo en el amor y me gustan los corazones rotos.”

Hargrove también admiraba a uno de los gigantes del jazz, Miles Davis. “Miles es un ídolo y estoy completamente influenciado por él, ya que va mucho más allá del jazz, y eso es lo que me gusta más de él. Yo toco música negra, pero para oídos de todos los colores.”

Esta declaración muestra cómo Davis influyó no solo en la técnica musical de Hargrove, sino también en su forma de entender la música como un lenguaje universal, capaz de trascender las barreras culturales y raciales.

Por su parte, Miles Davis también ofreció reflexiones sobre otro gran músico de jazz, Charles Mingus: “Mingus era uno de los bajistas más finos y un gran compositor.

Como yo, era innovador y siempre cambiante (además de no tener pelos en la lengua).”

Estas palabras revelan el respeto que Davis sentía por Mingus, otro visionario que, como él, siempre buscaba nuevas formas de expresión dentro del jazz, manteniendo un espíritu innovador y rebelde.

El guitarrista Carlos Santana, aunque más conocido en el mundo del rock, también reconoció la influencia del jazz en su música.

Hablando sobre el baterista Michael Shrieve, Santana expresó: “Le debo mucho a Michael. Él fue quien me dio a conocer a John Coltrane y Miles Davis.

Yo solo quería tocar blues, hasta que Michael vino. Me abrió los ojos, mis oídos y mi corazón a muchas cosas.

Algunos bateristas solo tienen toques, pero Michael Shrieve tiene visión. Michael es como una caja de lápices de cera; tiene todos los colores.”

Esta analogía artística destaca cómo el jazz y sus influencias pueden colorear y enriquecer la música, incluso en géneros que parecen estar distantes.

Finalmente, Claude Debussy, uno de los compositores más influyentes del siglo XX, sintetizó la esencia artística de la música con una frase que encapsula la libertad creativa: “La música es la aritmética de los sonidos, como la óptica es la geometría de la luz.

Las obras de arte hacen las normas; las reglas no hacen las obras de arte.”

Para Debussy, la música, como el arte en general, no puede ser contenida por reglas rígidas.

Es una expresión libre que crea sus propias normas, un concepto que resuena profundamente en el mundo del jazz.

Estas reflexiones nos recuerdan que el jazz es, ante todo, una forma de expresión que va más allá de la técnica y las reglas.

Es un lenguaje emocional, lleno de matices y colores, que nos conecta con las profundidades del alma humana.