Noche de fiesta en Buckingham. El palacio ha recuperado toda su majestuosidad y simbolismo en la cena oficial ofrecida por los reyes Carlos III y Camila al jeque Tamim bin Hamad Al Thani, y a la primera de sus tres esposas, la jequesa Jawaher. Un acto oficial para el que los monarcas han elegido sus vestimentas de gala: él, con todas sus insignias honoríficas; ella, con collar de diamantes y tiara. Una forma de recuperar la fortaleza y determinación de la Corona tras un año lleno de altibajos, enfermedades y bajas importantes. De hecho, la princesa Kate Middleton, que sí ha acudido a la recepción de los jeques unas horas antes, se ha ausentado de la fiesta esta noche por prescripción médica.
Camila, aquejada de una infección pulmonar persistente que la obliga a guardar reposo, ha cumplido con su deber con su pose más regia, demostrando que puede sobreponerse a los achaques de la edad y la salud cuando la ocasión lo exige. Y es que su vulnerabilidad, así como la de su esposo, enfermo de cáncer, han mermado la posición de la Corona y provocado dudas acerca de su continuidad, con unos príncipes de Gales que no parecen preparados ni dispuestos a asumir (al menos todavía) mayores responsabilidades.
La reina ha lucido un vestido rojo de terciopelo y corte clásico con manga ligeramente afarolada, escote redondo y falda plisada de Fiona Clare. En la cabeza, la tiara Kokoshnik, una de las favoritas de Isabel II y que Camila no había portado hasta ahora. Se trata de una pieza formada por setenta barras de platino con 488 diamantes incrustados, inspirada en los tradicionales tocados rusos y que fue un regalo que una aristócrata le hizo a la reina Alejandra, esposa del rey Eduardo VII, con motivo de la celebración de sus bodas de plata. La ha combinado con el collar de flecos de la ciudad de Londres, una pieza creada por su difunta suegra, y unos pendientes de su colección privada.
Su invitada, Jawaher bint Hamad bin Suhaim Al Than, ha optado por un look más discreto, con vestido y túnica en color burdeos y unos pendientes de oro con cuatro rubíes engarzados en fila.
Entre los invitados destacaba el matrimonio formado por David y Victoria Beckham. La diseñadora ha elegido para la ocasión un sencillo pero elegantísimo vestido negro de manga larga y cuello redondo satinado con una ligera cola. El futbolista, con chaqué corto, ha lucido la insignia que lo distingue como Caballero del Imperio Británico, un honor que recibió en 2003.