El vestido de preboda de Ana María de Grecia, escondido durante 60 años, reaparece en la reforma del palacio de Tatoi.
Las diferentes obras de acondicionamiento que se están haciendo en la antigua residencia de la familia real griega está devolviendo a la luz auténticos tesoros.
Desde hace años, la residencia ateniense en la que creció la reina Sofía vive un proceso de reacondicionamiento para convertirlo en un complejo de varias tiendas, un hotel y hasta un museo.
Y esas obras están sacando a la luz auténticos tesoros, objetos muy valiosos para la familia que un día lo habitó.
El último es el vestido que Ana María de Grecia lució en su preboda y que, tras 60 años escondido, ha reaparecido en la reforma del palacio de Tatoi.
Cuesta creer que una novia, que normalmente guarda con mimo los diseños de su boda, deje atrás prendas tan especiales.
Pero en el caso de Ana María, al tener que exiliarse por el derrocamiento de su marido, el rey Constantino, y la caída de la monarquía, eso no pudo ser.
De hecho, el propio vestido de novia que lució el día de su boda también había permanecido en paradero desconocido hasta que las mismas obras lo ‘resucitaron’.
Fue entonces el periodista Andreas Megos, experto en la familia de Grecia, quien descubrió la ubicación del vestido de novia de la reina Ana María.
Y ha sido él también, en una nueva visita a Tatoi, quien ha desvelado que el diseño que la ahora viuda de Constantino de Grecia lució en su preboda también está allí, cediéndonos además las fotografías que pudo hacer en palacio.
Estamos hablando, como decíamos, del diseño que eligió para el baile que se celebró dos noches antes de su boda.
La cita, a la que acudió buena parte del Gotha, suponía el broche de oro a una serie de festejos que se organizaron tanto en Atenas, donde se dieron los novios el ‘sí quiero’, como en Copenhague, de donde Ana María es originaria, ya que es la hija pequeña de los reyes Federico IX e Ingrid de Dinamarca.
Confeccionado en satén y tul de color blanco mate, el dos piezas que lució Ana María de Grecia refleja la maestría de la artesanía griega en los detalles calados en forma de rombo que vemos en las mangas de la capa, también de tul, y los bajos.
Un abrigo liviano con manga francesa aportaba sofisticación al vestido que lucía debajo.
Este, con tirante fino con corte sobre la cintura –un detalle muy innovador para la tradición royal-, contaba con falda de vuelo y capas de corte princesa.
A estas dos piezas, Ana María, añadió un bolso de mano estructurado y unos guantes largos, al más puro estilo Old Hollywood, como los que han llevado muchas de las actrices esta semana en los Globos de Oro.
Pero si algo llamó la atención en el look prenupcial de la entonces princesa de Dinamarca es el parure de tiara, pendientes y collar de impresionantes y enormes esmeraldas.
Han pasado 60 años de aquella noche y, si bien no está del todo mal conservado, sí se ve que el paso del tiempo y, especialmente el hecho de haber estado encerrado en un palacio abandonado durante seis décadas, han hecho mella en él.
El esplendor del blanco con el que Ana María se presentó ante el Gotha ha dejado paso un color amarillento, propio de las condiciones en las que ha estado desde que Ana María tuvo que dejarlo en Tatoi sin mirar atrás.
Pero tanto este diseño como el que se puso para su propia boda, firmado por el danés Holger Blom, uno de los favoritos de la reina Ingrid, son solo dos de las numerosas pertenencias de la familia real griega que están volviendo a ver la luz, aunque no está claro si volverán a sus manos, ya que actualmente son objetos que pertenecen al Gobierno heleno, al igual que el palacio.
Es cierto que, poco a poco, el rey Constantino primero y después sus hijos, han ido haciendo avances en cuanto a recuperar lo que un día fue suyo.
Después de algunas décadas en el exilio, el exmonarca pudo volver a vivir en su país, además de recibir una millonaria indemnización por los bienes que le habían sido expropiados en su momento.
Y hace poco conocíamos que sus cinco hijos habían recuperado la ciudadanía griega, después de algunos meses de negociaciones.
Pero es verdad que Tatoi parece una piedra en el camino de la particular reconquista de los de Grecia, ya que es de esas propiedades que se sabe que no volverán a sus manos.
Precisamente, las reformas a la que está siendo sometido el palacio forman parte de un ambicioso plan de recuperación y que dará a finales de año una nueva vida a las paredes en las que creció la reina Sofía.
El periodista Andreas Megos también nos ha dado un par de pinceladas a este respecto, ya que aún hay muchas preguntas sin respuesta sobre lo que será devuelto y lo que no a la familia real: “En mi opinión, toda la ropa debería ser devuelta a la familia real y especialmente el vestido de novia de Ana María, pero no sé muy bien qué tendrá previsto el Ministerio de Cultura.
Me dijeron que el vestido de novia se exhibirá en el dormitorio de la reina en el primer piso del palacio, pero eso tampoco está confirmado”.
Al menos, Ana María de Grecia tiene ahora la certeza de dónde se encuentra su vestido de preboda, aunque sea después de 60 años escondido y sin el brillo del que, aquella noche de 1964, presumió.