La influencer establece límites en redes sociales explicando por qué su padre prefiere una vida alejada del escrutinio público y mediático.

Anna Ferrer está acostumbrada a compartir gran parte de su vida con su comunidad digital. Su relación con Paz Padilla, su trabajo, sus proyectos empresariales e incluso algunos episodios personales forman parte de un relato que la influencer construye con naturalidad desde hace años. Sin embargo, hay un terreno que siempre ha mantenido al margen: el vínculo con su padre, Albert Ferrer.
La pregunta no es nueva y vuelve a aparecer cada cierto tiempo en los turnos de preguntas que abre en Instagram. Esta vez, Anna ha decidido responder, no para dar detalles, sino para explicar por qué hay cuestiones que prefiere no exponer públicamente. «Me encanta haceros partícipes de mi vida y comparto muchísimas cosas, pero también hay muchas que no cuento», ha escrito. Y ha ido más allá: «Porque son íntimas, porque duelen, porque no hace falta o simplemente porque no quiero».
Sin entrar en nombres ni en situaciones concretas, la hija de Paz Padilla ha querido marcar un límite claro entre lo que muestra y lo que decide guardar. Un ejercicio de honestidad que también ha servido para lanzar un mensaje más amplio sobre las redes sociales y la imagen que proyectan. «Lo que veis aquí es solo una parte —y casi siempre la más bonita— de nuestras vidas», recordaba, advirtiendo del peligro de compararse con realidades que nunca son completas.
En su reflexión, Anna sí ha hecho referencia a cómo vivió la separación de sus padres y al impacto emocional que tuvo durante su infancia. «No tuve una infancia ‘común’», confesaba, recordando lo mal que se sentía al compararse con amigas que crecían con ambos progenitores juntos o viviendo cerca. «Eso me hacía sentir mal», admitía.

Con el paso del tiempo, esa percepción fue cambiando. Al crecer, entendió que detrás de muchas familias aparentemente perfectas también había conflictos y dificultades. «Ahí me di cuenta de que nunca puedes compararte con nadie porque no conoces su realidad», explicaba, cerrando así una reflexión que habla más de madurez que de reproche.
Un padre fuera del foco
Albert Ferrer ha permanecido siempre alejado del foco mediático. Representante artístico en los años 90 —entre otros, de Chiquito de la Calzada—, mantuvo una relación con Paz Padilla que terminó en 2003 y, desde entonces, ha optado por una vida completamente discreta, incluso cuando su hija se ha convertido en una de las influencers más seguidas del país.
El hecho de que no aparezca en redes no implica necesariamente un distanciamiento. La propia Anna aclaró hace tiempo que la ausencia pública no equivale a una mala relación. De hecho, en alguna ocasión compartió imágenes puntuales que demostraban una convivencia cordial, como una fotografía de su padre con una bolsa de NoNiNá, la firma de moda que comparte con su madre.
Cuando en 2024 fue preguntada directamente por él ante los micrófonos, Anna fue clara: prefería respetar su decisión de mantenerse al margen. «No le gusta este mundo», explicó entonces, insistiendo en que no todo el mundo quiere formar parte del escaparate digital.