Lo que prometía ser una cena romántica más en el restaurante del amor de Cuatro acabó convirtiéndose en uno de los momentos más surrealistas vividos en First Dates. La cita entre Deli, una extremeña de 47 años, y Josele, un instalador barcelonés de 53, tuvo de todo: flores, confesiones inesperadas, un mareo en directo y, sobre todo, un comentario sexual fuera de lugar que dejó a más de uno con la boca abierta.

Desde el principio, la conexión entre ambos no fue precisamente explosiva. Ella llegaba con ilusión y un ramo de flores, asegurando que “el amor y la belleza están en los pequeños detalles”. Él, más pragmático, confesaba que llevaba tiempo sin tener una cita porque “el menú está muy malo”, y que antes “era un capullo que solo pensaba con el pito”, pero que ahora, pese a haber madurado, no encontraba pareja.
Ya sentados a la mesa, la velada dio un giro inesperado. Deli comenzó a abanicarse con insistencia, y Josele, intrigado, le preguntó si tenía calor. La soltera explicó que sufre problemas de páncreas y episodios de bajadas de azúcar, algo que a veces la deja descompuesta. “Últimamente me va mal el páncreas. O algo así de la insulina, y me baja el azúcar… pero está controlado”, explicó.

Sin embargo, poco después, la situación se complicó: “Creo que me está dando una bajada de azúcar. ¿Puedes pedirles pan?”, pidió ella con urgencia. Josele, rápido, llamó a las camareras y trató de echarle una mano —literalmente— para que se recuperara.
Intentando quitarle hierro al asunto, el soltero trató de hacer humor del momento: “¿Te voy a tener que dar el boca a boca aquí en medio?”, bromeó mientras la abanicaba con la carta. Pero el tono fue subiendo. Entre un intento de cuidar y otro de seducir, Josele acabó soltando una frase que dejó a todos helados: “Menudas tetorras más gordas, me encantan las tetas gordas”.
Deli, con temple, respondió: “Mi escote es poderoso.” Pero después, ya frente a cámara, admitió que el comentario le pareció “una falta de educación”: “Hay una cosa que se llama educación. A mí no me molesta, pero lo mismo, otra, le cantea la cara”, sostuvo en la intimidad del confesionario.
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Lejos de detenerse ahí, Josele siguió con un tono entre pícaro y torpe mientras trataba de ayudarla. Le puso hielo en la nuca y continuó con sus bromas: “Cuidado con el canaillo”, le dijo ella, y él siguió lanzando chascarrillos subidos de tono. “Me considero un cochino”, llegó a reconocer en cámara.
Deli, pese a la incomodidad, intentó reconducir la conversación hablando de gustos y fetiches —corsés, tacones, lencería—, pero su cita remató el desencuentro con otra frase poco afortunada: “Eso me gusta, pero no me gustaría vérselo puesto a ella”.
Un final sin segundas oportunidades
A la hora de decidir si habría una segunda cita, ninguno lo dudó. “No es el tipo de chica que me gusta”, dijo Josele. “No ha habido química”, coincidió Deli, visiblemente más aliviada que apenada. Así, lo que empezó con flores y promesas de romanticismo acabó con un bajón de azúcar, varios comentarios fuera de tono y cero compatibilidad emocional. Eso sí, la escena se ha convertido en uno de los momentos más comentados de First Dates esta temporada, demostrando que en el restaurante del amor puede pasar absolutamente de todo.