Detrás del fenómeno internacional, de los millones de reproducciones y los premios Grammy, existe una historia humana que pocos conocen.
Rosalía Vila Tobella, nacida en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) en 1992, no siempre fue la estrella global que hoy encabeza los festivales más importantes del mundo.
Su camino estuvo marcado por el rechazo, las inseguridades, los sacrificios y una fe inquebrantable en el arte.
Esta es la historia oculta de Rosalía, una historia de talento, riesgo y supervivencia emocional.
Desde pequeña, Rosalía soñaba con ser artista. Criada en una familia trabajadora, creció escuchando flamenco, pop y hip-hop. Su padre, mecánico, y su madre, empresaria, la apoyaron en su pasión por la música. Pero los comienzos no fueron fáciles.
A los quince años, Rosalía se presentó al programa Tú sí que vales, una oportunidad televisiva para jóvenes talentos. Allí interpretó una canción con toda la ilusión del mundo… pero fue rechazada.
El jurado le dijo que no tenía el nivel suficiente y que su voz no era especial. Aquellas palabras la marcaron profundamente.
En lugar de rendirse, decidió estudiar música de forma profesional. Ingresó en la Escuela Superior de Música de Cataluña, donde se especializó en flamenco, un género que la fascinó por su poder emocional y técnico. Allí comenzó a moldear su identidad artística.
Durante sus primeros años de formación, Rosalía sufrió un problema grave en las cuerdas vocales. Los médicos le advirtieron que, si no se sometía a una cirugía, podría perder la voz para siempre. La operación fue arriesgada y dolorosa.
Pasó meses sin poder cantar, sin poder expresarse a través de lo que más amaba. Ese silencio forzado la obligó a escuchar su interior, a reinventarse. Cuando finalmente volvió a cantar, su voz había cambiado: era más madura, más poderosa, más personal.
Esa etapa de sufrimiento se convirtió en la base de su carácter artístico. Rosalía aprendió que la vulnerabilidad podía transformarse en fuerza, y que el arte era, en muchos sentidos, una forma de sanación.
Durante sus años en la escuela de música, Rosalía conoció a C. Tangana, otro joven artista con una visión muy clara de la industria. Entre ellos nació una relación intensa, creativa y romántica. Juntos experimentaron, compusieron y soñaron con revolucionar la escena musical española.
De esa relación nació la inspiración para “El Mal Querer”, el álbum que catapultó a Rosalía a la fama internacional. Inspirado en una novela occitana del siglo XIII (Flamenca), el disco cuenta una historia de amor, celos y liberación femenina. Cada canción narra un capítulo de esa relación tóxica, y aunque Rosalía nunca lo ha confirmado directamente, muchos creen que está inspirado en su historia con Tangana.
“El Mal Querer” fue un antes y un después: Rosalía combinó flamenco, R&B y trap en un concepto visual y sonoro completamente nuevo. Ganó el Latin Grammy al Álbum del Año y se convirtió en el símbolo de una nueva generación de artistas.
Pero ese éxito tuvo un precio: la ruptura definitiva con C. Tangana y una exposición mediática sin precedentes.
Años después, Rosalía volvió a enamorarse. Esta vez, de Rauw Alejandro, el carismático cantante puertorriqueño que también estaba en la cima de su carrera. Juntos formaron una de las parejas más admiradas del panorama musical.
Durante tres años compartieron canciones, viajes y momentos de ternura. En 2023 anunciaron su compromiso en el videoclip de Beso, una balada romántica que mostraba su conexión genuina. Sin embargo, pocos meses después, el sueño se rompió: Rosalía y Rauw Alejandro confirmaron su separación.
La noticia fue un terremoto mediático. Se especuló sobre infidelidades, incompatibilidades profesionales y presiones de la fama. Pero Rosalía, fiel a su estilo, se mantuvo en silencio. Solo el tiempo, y quizá su música, revelarán lo que realmente ocurrió.
Con el éxito de Motomami, Rosalía se consagró como una artista global. Su álbum rompió todas las normas de la música pop y urbana: mezcla reggaetón, electrónica, jazz y flamenco con una producción futurista. Sin embargo, su nueva estética y sonido desataron numerosas polémicas.
Fue criticada por apropiación cultural, por su pronunciación, por su imagen hiperfemenina y por “abandonar” el flamenco tradicional. Pero cada crítica la fortaleció. Rosalía nunca ha temido reinventarse, y ha dejado claro que su arte no tiene fronteras.
Su discurso sobre la libertad artística ha inspirado a una nueva generación de mujeres a expresarse sin miedo, sin pedir permiso, sin ajustarse a moldes.
Hoy, Rosalía es una de las artistas más influyentes del mundo. Ha trabajado con estrellas como The Weeknd, Billie Eilish, Bad Bunny, J Balvin y Travis Scott. Ha llenado estadios, ha conquistado festivales y ha llevado su cultura a todos los rincones del planeta.
Pero más allá del glamour, Rosalía sigue siendo aquella joven catalana que un día fue rechazada en televisión y que decidió no rendirse. Su historia es un recordatorio de que el talento sin disciplina no basta, y que el éxito se construye con esfuerzo, sacrificio y autenticidad.
La historia oculta de Rosalía no es solo la de una cantante exitosa: es la de una mujer que aprendió a transformar el dolor en arte, la pérdida en crecimiento y las críticas en inspiración.
