Desde 1996 el músico de Plasencia residió en Lezama (Vizcaya) durante largas temporadas.

Roberto Iniesta Ojea, el ‘Robe’ fundador de Extremoduro, fallecido este miércoles a los 63 años, fue uno de los personajes más enigmáticos e ingobernables del rock español. El “maestro de maestros”, el “último gran humanista y literato contemporáneo de lengua hispana, y al cantante cuyas melodías han conseguido estremecer a generaciones y generaciones”, como lo han despedido sus allegados en un comunicado, dejó un legado de himnos para millones de fans que conectaron con sus letras poéticas y filosóficas.
Pero durante más de 30 años de trayectoria musical -14 discos con Extremoduro, y 5 en solitario-, poco ha trascendido de su vida privada, de la que el músico de Plasencia era extremadamente celoso.
Las causas de su temprana muerte aún no han trascendido, si bien el año pasado tuvo que cancelar de urgencia dos conciertos previstos en Madrid de su gira ‘Ni Santos ni Inocentes’, tras ser diagnosticado de un tromboembolismo pulmonar.
Nacido en Plasencia (Cáceres), el 16 de mayo de 1962, en el seno de una familia humilde, Robe dejó los estudios en tercero de BUP y se puso a trabajar con su padre en un taller y a vender chuches en una furgoneta. Allí comenzaron a rondarle las primeras letras y fundó su primer grupo, Dosis Letal, junto a Luisma, Juano, Paco Doniga, Zósimo ‘Zosi’ Pascual.
Siempre fue un lector compulsivo: admiraba la literatura negra, poesía y narrativa existencial, y se describía como “enviciado del Capitán Alatriste” [de Arturo Pérez-Reverte], así como de autores como Bukowski, y poetas como Aramburu.
Autodidacta
Aprendió a tocar la guitarra de forma autodidacta, y así empezó a practicar su lenguaje: versos crudos y con un lenguaje muy cercano a la calle.
En 1987, influenciado por bandas como AC/DC o Leño, formó la banda Extremoduro. No había dinero para una grabación y vendieron papeletas (a mil pesetas cada una, el valor de una copia a cambio) para poder sacar el proyecto adelante. Con ese dinero financió la grabación de ‘Rock transgresivo’ (1989). Y el resto es historia viva de la música contemporánea española, incluyendo ‘Agila’, publicado en 1996, considerado uno de los mejores discos del rock español.
Su vida personal, en cambio, bastante desconocida. Publica ‘Vanity Fair’, que el poeta de varias generaciones de rebeldes era un amante de la vida tranquila y retirada. La pasó con su mujer Bibi Vázquez, también de Plasencia, a la que iban dedicada muchas de sus canciones de amor más descarnado, como ‘Bri bri bli bli (En el más sucio rincón de mi negro corazón)’.
Aunque se separaron varias veces, solían disfrutar de las vacaciones en su tierra, y recorrer en moto los pueblos del Jerte.
Vivió en Madrid, Barcelona y Granada, pero su última residencia la fijó en Lezama (Vizcaya), cerca de Bilbao. Desde 1996 residió en Lezama durante largas temporadas, muy cerca de dos de sus amigos más cercanos en el mundo de la música: Fito Cabrales e Iñaki ‘Uoho’ Antón.
“La gente me pide que escriba canciones sobre el mar, así que tengo que estar cerca del mar para inspirarme”, explicó sobre ello.
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Época más salvaje
En una entrevista con la revista ‘Rolling Stone’, Robe anunció que había dejado atrás su lado “más salvaje y drogata”. Ya había admitido esta faceta en más entrevistas antiguas, explicando los años intensos y con muchos excesos con Extremoduro.
En aquella charla con ‘Rolling Stone’ descubría que le gustaba la comida casera y ver películas. También que escribía todas las noches, y hasta que había estudiado gramática y ortografía en la universidad a distancia.
De hecho, en 2009 Robe hizo su debut literario con la novela ‘El viaje íntimo de la locura’, publicado por El Hombre del Saco S.L. Un libro, como sus letras, plagado de frases preciosas, reflexivas, irónicas. Poesía y profundidad metafísica, con una historia sobre un notario que se redescubre tras una situación límite.