Su entorno describe un proceso de autodestrucción y un deterioro progresivo de su hogar reflejo de su propia situación personal.

Sheila Devil, conocida durante años como Camilín, ha vuelto a atravesar uno de sus momentos más delicados. A principios de diciembre, el hijo del legendario Camilo Sesto ingresó de urgencia en el Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid) acompañado por su madre, Lourdes Ornelas, tras sufrir nuevas complicaciones que encendieron todas las alarmas.
Según ha revelado ‘El Español’, Sheila entró en muy mal estado y se temió lo peor, aunque fuentes cercanas confirman ahora que se encuentra estable y controlado. Detrás del susto, una realidad que arrastra desde hace años: su grave adicción a las drogas, una enfermedad que ha deteriorado su salud física y emocional de forma drástica.
Lourdes Ornelas, en un «sinvivir» permanente
Durante las últimas semanas, Lourdes no se ha separado de su hijo. Vive con el corazón encogido, atrapada en un estado de alerta continua. «Lleva tiempo sin saber lo que es la tranquilidad», explica una amiga cercana. «Cada día teme dónde está, con quién y en qué condiciones».
El alivio, por ahora, pasa por tenerlo ingresado. «En el centro está más controlado. Sale mejor, pero cuando pasan los días en casa vuelve a las andadas», detallan fuentes de su entorno. Aun así, Ornelas intenta sostenerlo como puede, consciente de que su capacidad para ayudarle es limitada.
El miedo a una recaída es constante, y sus seguidores también lo perciben: algunas cuentas de fans han llegado a pedir «oraciones por su salud física y espiritual», un gesto que refleja la preocupación colectiva por alguien que lleva años en un frágil equilibrio.

Un vínculo madre-hijo siempre en espiral
La relación entre ambos ha sido tan intensa como cambiante. Alterna periodos de acercamiento con fases en las que Camilo prefiere aislarse de todo y de todos. Su entorno insiste: «Está en un proceso de autodestrucción» y no siempre distingue quién quiere ayudarle y quién no.
A esto se suma el deterioro progresivo de la casa de Torrelodones, la vivienda que heredó de su padre. Su estado actual es un reflejo de la propia situación del artista frustrado: habitaciones destrozadas, suciedad acumulada y visitas constantes de personas que, según su familia, lo arrastran hacia hábitos aún más dañinos.
Entre esos nombres aparece el de un hombre al que tanto vecinos como fuentes cercanas identifican como Mario, supuesta compañía tóxica de Camilín. Según relató el periodista Aurelio Manzano, este individuo le habría llevado «a sacar miles de euros del banco» y sería responsable de suministrarle sustancias que le impiden recuperarse.
Un ingreso que devuelve esperanza
Hoy, Camilín sigue ingresado y, según su entorno, más tranquilo. No es la primera vez que ocurre, ni está claro cuánto durará esta calma. Pero al menos, por ahora, está protegido.
Para Lourdes Ornelas, es un respiro. Pequeño, pero necesario. Quiere creer que el ingreso será un punto de inflexión, aunque sabe que la batalla es larga y que su hijo lleva tiempo caminando al borde del abismo.
Mientras tanto, quienes lo quieren solo piden una cosa: que encuentre, de una vez, la fuerza para salir de la oscuridad que lo persigue desde hace demasiado tiempo.