🌈 Víctor Manuel se desnuda emocionalmente al confesar el papel imprescindible de Ana Belén en su vida

“Mi vida habría sido mucho peor sin Ana Belén. En el plano físico, seguro que estaría mucho más abandonado de lo que estoy. Tener a alguien que te vigile y cuide de ti evidentemente te estimula”

Víctor Manuel retratado en Madrid el 20 de noviembre.

Solo a solas conmigo. Así se titula el nuevo trabajo de Víctor Manuel (Mieres, 1947). Producido por su hijo, David San José, el que supone el vigésimo octavo álbum de estudio del músico asturiano contiene un ramillete de canciones que hablan de amor, cómo no, pero también de esperanza, de desánimo, de no dejarse arrastrar por intoxicaciones y de tratar de ser uno mismo y no el que los demás quieren que seas. “Hace mucho tiempo que no coincidía tanta gente en decirme que el disco está muy bien”, comenta a nuestra revista. “Siempre que alguien viene a hacerme una entrevista, por educación, me da la enhorabuena y demás, pero que lo hayan escuchado e incluso me hablen de canciones sueltas sí que hacía tiempo que no pasaba. Esta vez he debido hacer algo bien, porque está gustando mucho dentro del mundo en el que me muevo. Cierto es que en cada disco que hago trato de no repetirme, de mirar por el rabillo del ojo para comprobar si estoy haciendo algo que ya había hecho antes, lo que podría ser perfectamente factible después de tantas canciones. Intento encontrar estructuras originales de canciones, y creo que esta vez hay varias que lo son. Con eso, yo ya estoy satisfecho”.

Llevaba siete años sin publicar un disco con temas inéditos. ¿Se sentía poco inspirado?

No. Antes de que acabara la pandemia empecé a cantar, con una cosa que se llamó Volver para cantarlo, que eran una serie de conciertos en formato acústico. Después ligué esto con La vida en canciones, para celebrar mi 75º aniversario, y a continuación vino Víctor Manuel Sinfónico, con el que estuve todo el año pasado. Y ya en ese momento tenía ganas de escribir canciones, así que a comienzos de 2024 escribí un bloque de canciones, me metí al estudio, las grabé con el productor, con David, y en medio de eso Ana [Belén, su esposa, también cantante] decidió que quería cantar este año. Entonces paramos mi disco y ambos se pusieron a trabajar en el de ella. Ahora que Ana acabó el suyo y empezó con su gira es cuando hemos completado el mío. Yo no compongo todo el tiempo, pero cuando el cuerpo me pide canciones me encierro y hago canciones sin miseria. Escribí un montón de canciones. El otro día alguien me preguntó públicamente si utilizo la IA, a lo que dije ‘No, yo no, a mí me sobran canciones’.

Mencionaba hace un momento a David, su hijo, que por primera vez ha cantado un tema con usted. ¿Qué tal la experiencia?
Le tuve que convencer para que cantara. David en realidad canta muy bien, como su madre. Él es productor, arreglista, toca varios instrumentos, pero cantar ya es otra cosa para él. Tiene canciones muy bonitas y ha hecho alguna para su madre. Me da mucha pena que no cante más a menudo, porque siempre me ha gustado esa imagen del tío tocando el piano y cantando.

Quizás sienta algo de vértigo o miedo a las comparaciones.

Sí, supongo que sí. Pero bueno, también creo que tiene que ver con lo que para él implican esos dos pasitos que separan lo que es estar aquí delante o quedarse ahí detrás, donde está. Al ponerse uno aquí delante sabe que se va a exponer a más cosas, buenas y malas. En este sentido yo lo entiendo, pero como sé que aquí delante te pasan más cosas buenas que malas, no puedo evitar que me dé rabia.

Recorre Mieres del Camín tras las huellas de Víctor Manuel

Ahora le distribuye Altafonte. ¿Ya no le apetece trabajar con multinacionales discográficas?

Ana y yo ya no pintamos nada en las multinacionales discográficas, en el sentido de que allí nos ven como a un mueble. Ellas tienen ahora otros ‘juguetes’ como Rosalía o C. Tangana. Te sientes como de prestado. Cuando hablé con ellos, pensaron que iba a ofrecerles un disco nuevo, y les dije ‘no, si no queremos trabajar con vosotros’. En los últimos años, los discos eran nuestros pero los licenciábamos con ellos. Pero ni siquiera así merecía la pena, así que nos fuimos a Altafonte y, mira tú por dónde, resulta que Sony compró Altafonte. Aunque tienen administraciones independientes y nuestra relación con esta compañía es muy fluida.

En realidad, la industria actual tiene poco que ver con aquella que encontró en sus primeros años de carrera. ¿Cuál es el cambio que peor ha llevado?

El más demoledor de todos fue la época de la primera piratería. Yo lo sitúo además en un punto concreto, en los años 2000 y 2001, que fueron una catástrofe por varias razones que te podrá contar cualquiera que se dedique a esto. Uno obtenía unos ingresos anuales por cantar, pero también ingresaba dinero por derechos de autor, por venta de discos y por una serie de cosas que, de la noche a la mañana, desaparecieron. Ahí nos tocó empezar a reciclarnos, a movernos de otra manera dentro de la industria. Por otro lado, tanto Ana como yo hemos tenido éxitos en diferentes décadas del siglo pasado, y en un momento dado vimos que aquello que hacíamos ya no encontraba territorio, porque de pronto hay gente nueva y que hace cosas que interesan más a la gente. Al final, cada generación tiene sus músicos y sus músicas. Poder encontrar la manera de esquivar ese vacío que de pronto notas, seguir trabajando y conseguir que la gente llene un teatro para verte fue fantástico para nosotros. Hemos trabajado mucho más en el tema del vivo estos últimos años que en el hecho discográfico. Es más, lo de los discos se ha convertido en un apoyo promocional para cuando quieres hacer más giras.

Dos de las canciones del disco están dedicadas a Ana Belén. ¿Le sigue inspirando su esposa de la misma forma?

Sí, sí. Creo que en todos los discos que he hecho ella tiene alguna canción. Y las dos que hice para ella en este me gustan especialmente, porque son muy diferentes entre sí. En una de ellas me pregunto cuál hubiera sido mi vida de no haber estado con ella y en la otra le doy las gracias por la vida en común y por las cosas que he podido aprender a su lado.

¿Y cómo cree que habría sido su vida si no hubiera llegado a conocerla?

Yo creo que habría sido mucho peor. En el plano físico, seguro que estaría mucho más abandonado de lo que estoy. Cuando estás con alguien y ese alguien te dice por ejemplo ‘estás gordo’, tú piensas que tienes que gustarle y entonces te esfuerzas por verte mejor. El hecho de tener a alguien que te vigile y que cuide de ti es algo que evidentemente te estimula.

Ha contado con su hijo en la producción de su nuevo disco.

Uno de los temas del disco, Déjame por Dios que coja aire, habla del hastío que a veces provocan nuestros políticos. ¿A usted, personalmente, qué es lo que más quemado le tiene?

Lo que más me quema es que la política está llegando a unos extremos que no son deseables, en el sentido de que la gente se insulta con demasiada facilidad. Parece que la política consiste cada día más en la negación del otro. Y si le ninguneas, lo siguiente que haces es matarlo, en el sentido figurado del término. No sé a dónde quieren llegar con eso. Desde luego, no es bueno para nadie que se dedique a la política honestamente. Porque creo que la inmensa mayoría de la gente se dedica a la política de forma honesta, no está ahí para robar sino con una vocación de servicio.

El tema reza “El pasado nunca pasa / y el futuro nunca acaba de llegar”. ¿Qué opinión le merecen esos nuevos nostálgicos del franquismo que no conocieron a Franco?

La verdad es que me llama la atención, porque solo si lo has conocido puedes echarlo de menos. Sería fantástico poder coger individualmente a cada uno de ellos y explicarle las ventajas y desventajas de eso que está diciendo. Desde luego, si le tuviera que explicar a las chicas ‘pues mira todo lo que no podías hacer entonces…’. Y a los tíos igual, vamos. Lo que pasa es que decir que echas de menos a Franco es gratis.

En su caso, no solo conoció el franquismo, sino que además tuvo problemas con la censura.

Sí, pero fíjate, ni siquiera pongo esto en la balanza. Aquella situación tú la vivías y sabías que era así y que era muy difícil revertir eso hasta que no desapareciese la estructura que había montado Franco. Y bueno, hemos pasado de eso a un mundo que no es el mejor posible pero que no deja de ser el mejor mundo que podemos conocer. La democracia es lo mejor que hemos podido inventar. Otra cosa es que, puntualmente, los chavales tengan una serie de necesidades, referidas a temas como el de la vivienda, que supongo que encabronan muchísimo a la gente. Pero eso tiene mala solución, y yo espero que todos los políticos, tanto españoles como europeos, se esfuercen muchísimo para solucionar eso.

Hace poco suscribió un manifiesto de apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Considera injustas las críticas a su gestión?

Yo entiendo que uno le puede criticar. Hay mucha gente, de uno y otro foro, que no entiende por ejemplo que llegue a acuerdos con los nacionalistas. Aquí habría que preguntarle a la gente por qué vota así. Igual se piensan que se puede estar votando todas las semanas hasta que salga lo que a ti te gusta y para que no tengas que pactar con nadie. Aquí, desde que hay democracia, se ha pactado con partidos nacionalistas y se han hecho una serie de concesiones. Mucha gente no sabe que el servicio militar dejó de existir porque Pujol le exigió a Aznar que lo eliminase. Pero como de estas cosas no se habla… Ahora hay muy poca educación política. La gente tiene demasiado lío en la cabeza. Por eso digo que habría que coger a todos, de uno en uno, y explicarles. A mí esto me desespera, porque yo siempre he sido posibilista, de ‘vamos a ver qué se puede hacer’. La primera canción desencantada con la democracia la escribí yo en 1978. Acabábamos de aprobar la Constitución y el tema decía “que no cese la esperanza acorralada, con un voto no cambiamos casi nada”. Pero sin el voto sí que no cambiamos nada. En este disco, en una canción hay una frase que dice ‘hay batallones de bobos que no votan porque dicen que da igual’.

¿No le hace falta entonces ilusionarse para ir a votar?

No, de hecho nunca he votado con ilusión. Siempre lo he hecho con gran escepticismo. He militado en el PC, hay que ser muy optimista históricamente para pensar que puedes transformar el mundo desde este pie a tierra que tenemos. Siempre he visto la política como el arte de lo posible. Otra cosa es que, puntualmente, nos correspondan mejores o peores políticos. Y la verdad es que en estos momentos la cosita es muy penosa, lo que me angustia mucho. Pero esto no es algo que yo achaque a la democracia. ¡La gente funciona así!

Escuché que a comienzos de 2026 comenzará una larga gira por los escenarios españoles. ¿Se ve retirándose entonces?

[Risas] No, la verdad es que eso es algo que no me he planteado nunca. Pero en algún momento llegará, claro. Hay compañeros míos que ya se han retirado y que, si no están arrepentidos de ello, sienten que no les importaría cantar de vez en cuando. En mi caso, lo seguiré haciendo mientras esté bien físicamente, tenga fuerzas y cuente con canciones y ganas de cantar. Y sobre todo también, claro, mientras el público venga a mis conciertos. El día que no vengan a verme, sabré que es el momento de irme a mi casa. No me lo tendrá que decir nadie, ni tampoco tendré que anunciarlo. En ese preciso momento me iré y ya está.

 

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