Cientos de asistentes se unieron en un dolor colectivo en el sepelio del cantante de música urbana, Byron Sánchez Salazar (B-King).
Su cuerpo, hallado sin vida en la lujosa zona de Polanco, Ciudad de México, fue repatriado para una despedida marcada por la paz (los asistentes vistieron de blanco) y la exigencia implícita de justicia.
La familia, a través de la hermana del artista, rompió el silencio para pedir “tranquilidad” y el fin del “circo mediático” que rodeó el caso.

Cientos de asistentes se unieron en un doloroso y profundamente emotivo adiós al cantante de música urbana, B-King.
El cuerpo sin vida de Byron Sánchez Salazar, conocido artísticamente como Viking, arribó a su natal Colombia este jueves 2 de octubre, poniendo fin a una semana de angustia y desesperación que culminó en tragedia y misterio.
El artista, que había desaparecido el 16 de septiembre en la exclusiva zona de Polanco, Ciudad de México, fue hallado muerto junto al DJ vallecaucano Jorge Luis Herrera, conocido como Regio Clown.
La desaparición de ambos había encendido las alarmas en la comunidad artística, con intensas campañas en redes sociales pidiendo ayuda para su localización.
El doble fallecimiento se dio en circunstancias y por motivos que, hasta el momento, son objeto de una intensa y compleja investigación por parte de las autoridades mexicanas.
A pesar de las diversas hipótesis que se han barajado en los medios, que apuntan a un posible ajuste de cuentas o a un crimen relacionado con las actividades nocturnas de los artistas, el hermetismo sobre las causas exactas de la muerte y la identidad de los responsables de este suceso es total.
Esta falta de claridad ha dejado a la familia y a sus seguidores con una dolorosa incertidumbre que se suma al trauma de la pérdida.
Su llegada al país marca un punto final a la angustiosa búsqueda y el inicio oficial de un proceso de duelo para sus seres queridos.
LA UNIDAD DE BLANCO EN MEDELLÍN

En Medellín, la ciudad natal de Byron Sánchez, más de 200 personas se reunieron en horas de la tarde para darle el último adiós al joven de 31 años.
La ceremonia fúnebre fue un acto de amor y fe, pero también de resistencia.
Rompió con el tradicional protocolo de luto, siguiendo un llamado explícito de la madre y la hermana del artista.
Los asistentes vistieron de blanco riguroso, un color que simboliza la paz, la luz y la esperanza, en un deseo colectivo de tranquilidad para el alma del artista en medio de esta tragedia.
La hermana del cantante, Estefanía Gudelo, fue la única persona de la familia que rompió el hermetismo familiar con unas breves y contundentes declaraciones a los medios presentes.
Estefanía expresó el sentir colectivo de la familia, que había sido expuesta a una intensa presión mediática durante la búsqueda y el hallazgo de los cuerpos.
“Lo que queremos es tranquilidad cerrar este capítulo”, afirmó, encapsulando el deseo de la familia de encontrar paz tras la devastadora pérdida y poner fin al “circo mediático” que inevitablemente acompaña a estas tragedias.
Su mensaje fue un ruego por respeto al dolor íntimo de la familia.
Durante el velorio, que se extendió por cerca de 3 horas, la comunidad rindió un conmovedor homenaje al músico.
El ambiente se llenó de vida y recuerdos, rompiendo el silencio habitual de los funerales.
Entre cantos de mariachis, un género que el artista amaba, y la música urbana que él había popularizado, amigos, familiares y seguidores llevaron a cabo un ritual simbólico.
Lanzaron globos y palomas blancas al cielo.
Este emotivo gesto simbolizó la liberación del artista de su sufrimiento terrenal y fue un ruego colectivo por la paz de su alma.
La escena fue un reflejo del gran cariño, la lealtad y el impacto que B-King había cosechado a lo largo de su vida y su prometedora carrera en el género urbano.
LA VOZ SILENCIADA Y LA TAREA PENDIENTE
La vida de Byron Sánchez Salazar fue la de un joven talento que buscaba consolidarse en la escena musical internacional.
Su viaje a México, un mercado crucial para la música urbana latina, era parte de su ambición por llevar su arte más allá de las fronteras colombianas.
Su prematuro silencio a los 31 años deja un profundo vacío en la música urbana colombiana, en la vida de su familia, amigos y en el grupo de artistas emergentes que lo veían como un referente.
El misterio que envuelve su muerte y la de Regio Clown ha generado una presión creciente sobre las autoridades mexicanas para que aceleren la investigación.
La falta de información clara sobre si fue un secuestro, un intento de extorsión fallido o un ajuste de cuentas mantiene en vilo a la industria.
Ahora, mientras la paz es el deseo más ferviente de su familia en este difícil proceso de duelo, la justicia es la tarea pendiente de las autoridades para esclarecer de manera contundente y transparente el trágico final que silenció prematuramente la voz de este joven artista.
La familia espera que el caso de Byron no se convierta en una estadística más en la compleja ola de violencia que a menudo afecta a las figuras públicas en el extranjero.
El adiós vestido de blanco en Medellín fue un poderoso recordatorio de que, más allá de la fama y los titulares, queda el dolor de una comunidad que perdió a uno de los suyos en circunstancias trágicas e inaceptables.
La lucha por la verdad y la justicia para B-King apenas comienza, con la esperanza de que el color blanco del sepelio sea un presagio de la tranquilidad que su familia anhela.