“Jorge Rivero: Una Vida de Cine, Pasión y Reflexión a sus 86 Años”

Jorge Rivero, una de las figuras más icónicas del cine mexicano de los años 70 y 80, ha vuelto a captar la atención pública con revelaciones sinceras sobre su vida y carrera.
A sus 86 años, el legendario actor, conocido por su imponente físico y su carisma en pantalla, ha decidido compartir reflexiones sobre su trayectoria, sus decisiones personales y su visión del cine actual.
En esta ocasión, exploramos la vida de un hombre que conquistó corazones dentro y fuera de la pantalla grande, dejando un legado imborrable en la industria cinematográfica.

Nacido como Jorge Pous Rosas el 15 de junio de 1938 en Guadalajara, Jalisco, Rivero creció en un entorno familiar respetable y tradicional.
Desde joven, mostró una pasión innata por los deportes, destacándose en disciplinas como el waterpolo y la natación, representando a México en los Juegos Panamericanos de 1959.
Su físico atlético y su dedicación al culturismo no solo le valieron reconocimiento en el ámbito deportivo, sino que también le abrieron las puertas al mundo del cine.
Aunque inicialmente estudió ingeniería química, Rivero decidió seguir su verdadera pasión, ingresando al mundo del espectáculo en los años 60.
Su debut cinematográfico fue en un periodo en el que las películas de luchadores dominaban la pantalla grande en México.
Con títulos como El Asesino Invisible (1964) y El Mexicano (1966), Rivero consolidó su lugar en la industria, destacándose por su presencia magnética y su habilidad para interpretar papeles de acción y aventura.
Sin embargo, fue su papel en El Pecado de Adán y Eva el que lo catapultó al estrellato internacional.
En esta película, dirigida por Miguel Zacarías, Rivero interpretó a Adán en una atrevida adaptación bíblica que generó controversia por sus escenas de desnudo.
Este proyecto no solo consolidó su estatus como símbolo sexual, sino que también llamó la atención de productores de Hollywood, marcando el inicio de su incursión en la industria estadounidense.
En Hollywood, adoptó el nombre artístico de Georges Rivers y trabajó junto a figuras legendarias como Charlton Heston, James Coburn y John Wayne.
Películas como Los Últimos Hombres Duros y El Soldado Azul destacaron su versatilidad como actor, mientras que su colaboración con Wayne en El Conquistador de Mongolia añadió prestigio a su carrera.
Sin embargo, este último proyecto estuvo marcado por una tragedia: la exposición a la radioactividad en el set de filmación, lo que llevó a la muerte de varios miembros del elenco, incluido Wayne.

De regreso en México, Rivero continuó brillando en producciones nacionales, trabajando con actrices como Susana Dosamantes, Hilda Aguirre y Maricruz Olivier.
Películas como Pedro Páramo, Las Cautivas y El Ángel Negro demostraron su capacidad para adaptarse a diversos géneros, desde dramas históricos hasta thrillers psicológicos.
A pesar de su éxito, Rivero decidió alejarse de los reflectores en los años 90, optando por una vida más tranquila en Los Ángeles, California.
En una reciente entrevista desde su hogar, decorado como un set del viejo oeste, el actor reflexionó sobre su carrera y los cambios en la industria cinematográfica.
Expresó su descontento con la tendencia actual de las producciones mexicanas a centrarse en temas de crimen organizado, lamentando la pérdida de la diversidad narrativa que caracterizaba al cine de su época.

Hoy en día, Jorge Rivero lleva una vida activa y saludable, dedicándose a negocios inmobiliarios y manteniendo una rutina de ejercicios que incluye escalar montañas y sesiones en el gimnasio.
A pesar de su retiro, no descarta la posibilidad de regresar a la pantalla si se le ofreciera un proyecto que honre la historia de México o un personaje que admire profundamente.
Además, ha expresado interés en la idea de una bioserie sobre su vida, aunque dejó claro que no le gustaría actuar en ella.
En el ámbito personal, Rivero ha encontrado estabilidad junto a su esposa Betty, con quien ha estado casado por más de 30 años.
Su relación es un testimonio de la fortaleza y el compromiso que han caracterizado su vida tanto dentro como fuera del cine.

El legado de Jorge Rivero es innegable.
Con más de 175 películas en su haber, su carrera es un reflejo de pasión, dedicación y resiliencia.
Desde sus inicios como un joven galán atlético hasta convertirse en un respetado veterano del cine, Rivero ha dejado una marca imborrable en la historia del cine mexicano e internacional.
Su historia es una fuente de inspiración para nuevas generaciones de actores y un recordatorio de que el verdadero talento y encanto son atemporales.
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