Las Últimas 48 Horas: El Viaje Infinito de Wade Wilson
Wade Wilson se encontraba en una celda oscura, el sonido del reloj resonando en su mente.
Cada tictac era un recordatorio de que el tiempo se acababa.
Las últimas 48 horas de su vida se habían convertido en una cuenta regresiva hacia lo inevitable.
Mientras la angustia lo envolvía, Wade reflexionaba sobre sus decisiones pasadas y cómo lo habían llevado a este punto.
Recordó su vida antes de convertirse en el anti-héroe que todos conocían.
Un ex-soldado, un mercenario, alguien que había luchado por la justicia a su manera.
Pero, ¿a qué costo?
Cada error, cada enemigo que había hecho, todo lo había llevado a este momento oscuro.
En su celda, Wade se enfrentaba a sus propios demonios.
La desesperación lo consumía, pero también había un atisbo de determinación.
“No voy a dejar que esto me derrote”, murmuró para sí mismo.
Con cada hora que pasaba, su mente se llenaba de recuerdos.
Recordó a sus amigos, a aquellos que había perdido en el camino.
Wade había hecho promesas, y ahora se sentía incapaz de cumplirlas.
La culpa lo atormentaba, pero también lo motivaba.
Decidió que no se rendiría sin luchar.
Mientras la noche caía, comenzó a trazar un plan.
Los pensamientos oscuros comenzaron a tomar forma en su mente, pero Wade sabía que debía mantenerse enfocado.
Cada decisión que tomara en las próximas horas sería crucial.
En su celda, escuchó pasos acercándose.
Era el guardia, y con él, la realidad de su situación.
“Es tu último día, Wilson”, dijo el guardia, con una mezcla de indiferencia y desdén.
Wade sintió un escalofrío recorrer su espalda.
“No voy a dejar que esto termine así”, respondió con una sonrisa desafiante.
A medida que las horas avanzaban, Wade se sumergió en recuerdos de su vida anterior.
Recordó a Vanessa, su amor perdido.
La forma en que su risa iluminaba incluso los días más oscuros.
Wade se preguntó si alguna vez podría volver a verla.
“Si salgo de aquí, lo haré por ella”, se prometió.
La presión aumentaba, y con cada minuto que pasaba, Wade se sentía más decidido a luchar.
Comenzó a observar a los guardias, buscando cualquier oportunidad.
“Quizás hay una forma de salir de aquí”, pensó.
La idea de escapar se convirtió en su única esperanza.
Mientras la noche se alargaba, Wade se dio cuenta de que debía actuar rápido.
Con un golpe de adrenalina, decidió que era hora de poner su plan en acción.
Aprovechando un momento de distracción, logró deshacerse de sus ataduras.
El corazón le latía con fuerza mientras corría por los pasillos oscuros.
“Esto no es el final”, se repetía.
Wade sabía que tenía que llegar a la salida antes de que fuera demasiado tarde.
Los guardias comenzaron a gritar, pero él no se detuvo.
“¡No voy a dejar que me atrapen!”, exclamó, mientras corría con todas sus fuerzas.
Cada paso era un desafío, pero su determinación lo impulsaba.
Finalmente, llegó a una puerta que parecía ser su única salida.
Con un empujón, la abrió y se encontró en el aire fresco de la noche.
“Estoy libre”, pensó con alivio, pero sabía que no podía bajar la guardia.
Wade se adentró en la oscuridad, buscando un lugar donde esconderse.
La adrenalina lo mantenía alerta, pero también había un sentimiento de vulnerabilidad.
“¿Qué haré ahora?”, se preguntó.
En su mente, la imagen de Vanessa lo guiaba.
“Debo encontrarla”, se dijo, mientras buscaba un refugio.
Las horas pasaban y Wade se sentía agotado, pero no podía rendirse.
La lucha interna continuaba, y cada decisión que tomaba lo acercaba a su destino.
Mientras se ocultaba en las sombras, recordó su vida llena de peligros y aventuras.
Finalmente, llegó a un viejo almacén.
“Este puede ser un buen lugar para descansar”, pensó mientras entraba.
Dentro, encontró un momento de paz, pero también sabía que debía seguir adelante.
Wade se sentó en el suelo, cerrando los ojos por un momento.
La imagen de Vanessa llenó su mente, y una sonrisa se dibujó en su rostro.
“Haré lo que sea necesario para volver a ti”, prometió.
La noche avanzaba, y con cada hora que pasaba, la realidad de su situación se hacía más evidente.
Wade sabía que no podía quedarse allí por mucho tiempo.
Decidió que era hora de salir nuevamente y buscar respuestas.
Mientras caminaba por las calles desiertas, sus pensamientos se volvieron más oscuros.
“¿Realmente puedo escapar de esto?”, se preguntó.
La incertidumbre lo rodeaba, pero también había una chispa de esperanza.
Wade sabía que debía enfrentar su destino, sin importar lo que eso significara.
Finalmente, llegó el amanecer, y con él, la realidad de su situación.
“Es hora de enfrentar lo inevitable”, se dijo con determinación.
Las últimas 48 horas habían sido un viaje emocional, lleno de lucha y autodescubrimiento.
Wade Wilson había enfrentado sus miedos y había encontrado una razón para luchar.
Aunque el futuro era incierto, sabía que había tomado el control de su destino.
Con la imagen de Vanessa en su mente, Wade se preparó para enfrentar lo que vendría.
“Esto no es el final, es solo el comienzo”, pensó mientras se dirigía hacia lo desconocido.
Y así, las últimas 48 horas de Wade Wilson se convirtieron en una historia de lucha, amor y redención.
Un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una razón para seguir adelante.
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