¡Endrick Cierra la Boca a Xabi Alonso y Decide Irse en Enero!
¿Lo habéis sentido?
No ha sido un terremoto ni una demolición controlada en la Castellana.
Ha sido el estruendo del silencio, el ruido ensordecedor de una venda cayendo de los ojos de la directiva más exigente del planeta.
Lo que ocurrió ayer en Talavera no fue solo un partido de fútbol; fue una bofetada de realidad, un guantazo directo al mentón de la planificación deportiva del Real Madrid.

Estamos ante el caso más extraño y potencialmente catastrófico de la era moderna del club.
Hablamos de un crimen futbolístico cometido a plena luz del día, con testigos y cámaras, y lo que es peor, con la complicidad de un banquillo que parece de hielo.
¿Xabi Alonso prefiere obediencia a talento?
Suscríbete ya, o Endrick acabará siendo nuestra peor pesadilla vistiendo la camiseta rival.
Atención a lo que voy a decir, porque esto no sale en los periódicos.

Hay miedo en Valdebebas, terror absoluto por haber cometido un error histórico.
Mientras el mundo miraba hacia otro lado, distraídos con alineaciones y sistemas tácticos, en el banquillo se estaba oxidando un Ferrari.
Ayer, amigos, alguien le quitó la lona a Hendrick, giró la llave y el motor rugió.
Ese rugido ha dejado sordo a todo el madridismo.
Endrick no es solo una promesa, es una urgencia.

La pregunta que retumba hoy en las oficinas es: ¿hemos tirado seis meses a la basura?
Este chico llegó con la etiqueta de elegido, con la bendición de los dioses del fútbol brasileño, y ha sido tratado como un mueble viejo en una mudanza.
La gestión de Xabi Alonso con él está bajo la lupa.
Tras verle jugar en Talavera, la duda se ha convertido en certeza: en el Real Madrid, Hendrick no tiene sitio.
Un jugador que es un tanque, que tiene la potencia de un tren de mercancías y la delicadeza de un bailarín, no puede estar relegado al banquillo.

Ayer, en un campo difícil, Hendrick no solo jugó; reivindicó su existencia.
Aportó más al juego en 90 minutos que otros en toda la temporada.
Y aquí entra la comparación odiosa, pero necesaria: Gonzalo, el canterano, el niño mimado del sistema de Xabi.
Mientras Gonzalo cumplía el expediente, Hendrick estaba reescribiendo el guion.
Xabi Alonso ha colocado sistemáticamente al canterano por encima del brasileño.

¿Por qué? ¿Capricho o es que el estilo salvaje de Hendrick le da alergia al orden que quiere imponer?
Desde el verano, Xabi ya había comunicado a la cúpula que Hendrick no encajaba, que estaba verde.
Pero el jugador, con su tozudez, decidió quedarse, recuperarse de su lesión y esperar su momento.
Ahora, Hendrick está harto.
Su entorno está inquieto, y el madridismo, tras ver su exhibición en Talavera, empieza a pedir explicaciones.

¿Cómo es posible que tengamos esta arma nuclear guardada en el sótano mientras a veces nos cuesta derribar un muro de pladur?
Esa es la gran incógnita.
Enero se acerca y la amenaza de una salida es real.
Hendrick se plantea irse, y con razón.
¿Quién querría quedarse donde no le quieren?

El mercado de invierno se perfila como un tiburón que huele sangre.
Si esto no cambia, perderemos a una joya, y no será culpa del jugador, sino de no haber sabido gestionar su talento.
La definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes.
Y eso es lo que parece estar pasando en la cabeza del cuerpo técnico.
Pero ayer algo se rompió.

El esquema perfecto de Xabi sufrió un cortocircuito.
Hendrick no solo mostró fútbol; fue un grito de auxilio y una declaración de guerra.
La presión está sobre Xabi Alonso.
En su declaración tras el partido, le felicitó por su actuación.
Pero, ¿es un elogio sincero o una trampa?
Si no le da continuidad, esas palabras se convertirán en su condena.
La afición no perdonará ver a un talento descomunal pudrirse en la banda mientras el equipo necesita chispa.
Enero es la espada de Damocles.
Hendrick tiene la maleta medio hecha y su agente tiene el teléfono ardiendo.
Equipos de media Europa están interesados.

Si Hendrick sale al mercado, será una ganga, un regalo para cualquier club.
Imaginadlo triunfando en otro lado, marcando goles decisivos en Champions.
Eso sería una pesadilla recurrente para el madridismo.
El partido contra el Sevilla no es solo un partido más; es un juicio sumarísimo para Xabi Alonso.
La pregunta es si tendrá la valentía de hacer lo que el fútbol pide a gritos o si volverá a refugiarse en su zona de confort, traicionando lo que sus propios ojos vieron en Talavera.

Hendrick ha lanzado el guante.
Ahora la pelota está en el tejado de Xabi.
Si contra el Sevilla vuelve al banquillo, se romperá algo irreparable: la confianza del jugador y la fe de la grada.
El Bernabéu no perdona la injusticia.
Ver a un talento como Hendrick en la banda mientras el equipo necesita su magia es un pecado capital.

Así que, madridista, te pregunto directamente: ¿debería Xabi Alonso darle minutos contra el Sevilla?
¿Debería tragarse su orgullo y poner a quien se lo ha ganado en el campo?
La respuesta la tiene Xabi, pero la sentencia la dictará el fútbol.
Y el fútbol, amigos, rara vez se equivoca.

Hendrick ha hecho su trabajo.
Ahora le toca al míster.
La paciencia es un bien escaso, y en el fútbol de élite, el futuro es hoy.
Mañana puede ser demasiado tarde.