🚨¡ESCÁNDALO EN TELEVISIÓN! Carlota Corredera Pillada con Lequio y Hundiendo a Sonsoles Ónega: ¿Feminismo de Conveniencia o Hipocresía a Toda Pantalla? “¡Qué fácil es defender causas cuando te conviene!”

Carlota Corredera, conocida por su postura feminista y su defensa pública de las mujeres en televisión, se encuentra en el centro de una tormenta mediática que amenaza con desmoronar la imagen que ha construido durante años.

Las imágenes que circulan desde la semana pasada muestran a Corredera gritando furiosa tras la noticia del despido de Alessandro Lequio en Telecinco.

Sin embargo, un contraste brutal emerge cuando se rescatan declaraciones antiguas en las que la propia Carlota defendía a Lequio como un colaborador interesante para programas como “Sálvame”.

Este doble discurso ha generado una oleada de críticas, pues mientras ahora celebra la salida de Lequio, en el pasado parecía apoyarlo abiertamente.

La contradicción no termina ahí: su relación con otros personajes polémicos, como Pepe Navarro, también está bajo escrutinio.

Recordemos que Pepe Navarro fue denunciado por violencia de género con sentencia firme, un hecho ampliamente documentado.

Sin embargo, Carlota Corredera llegó a entrevistarlo en “Sálvame” tras la docuserie de Rocío Carrasco, lo que muchos interpretan como una contradicción flagrante con sus supuestos valores feministas.

El manejo de estos casos ha generado acusaciones de un feminismo selectivo, un término que Carlota rechaza vehementemente, pero que las evidencias parecen confirmar.

La prensa y las redes sociales han rescatado imágenes y audios donde se muestra claramente cómo la defensa de las víctimas depende del personaje en cuestión y de los intereses detrás de cada programa.

No es solo Carlota la que está bajo fuego.

Sonsoles Ónega, otra figura destacada en la televisión española, también ha recibido duras críticas por la manera en que ha tratado ciertos temas sensibles.

En particular, su programa ha sido acusado de dar voz a personajes polémicos y de atacar gratuitamente a figuras como Julián Contreras Junior, quien ha denunciado un trato injusto tras expresar opiniones en su canal de YouTube.

La guerra mediática entre estos personajes revela un entramado complejo donde la “mafia televisiva” controla el relato y amedrenta a quienes se atreven a cuestionar el poder establecido.

Se habla de censuras, borrados de archivos, y cambios de chaqueta repentinos en periodistas que, según denuncian, priorizan intereses económicos y de influencia por encima de la verdad o la justicia.

Un ejemplo claro es la polémica en torno a Rocío Carrasco y Alba Carrillo, ambas participantes en un programa de Televisión Española financiado con dinero público.

Alba Carrillo criticó la edición del programa en redes sociales, alegando que no reflejaba la experiencia real vivida, mientras que Rocío Carrasco defendió al programa y a su amiga, mostrando una postura ambivalente que ha generado más debate que consenso.

Estos episodios evidencian cómo las figuras públicas y los medios manipulan narrativas para proteger a ciertos personajes y hundir a otros, según convenga a sus intereses.

La credibilidad de la prensa del corazón y la televisión de entretenimiento está en entredicho, y el público cada vez muestra mayor desconfianza.

Además, se han filtrado audios y testimonios que revelan presiones internas, amedrentamientos y pactos oscuros para mantener el control sobre lo que se informa y cómo se informa.

Albert Castillón, veterano en “Sálvame”, ha denunciado públicamente incidentes donde se le intimidó para evitar que hablara libremente, ilustrando el ambiente tóxico que reina tras cámaras.

En definitiva, la denuncia contra Carlota Corredera y la crítica a Sonsoles Ónega son solo la punta del iceberg de una crisis profunda en la televisión española, donde las máscaras caen y se muestra un sistema donde la verdad es manipulada, y la justicia mediática es selectiva.

Este escándalo pone en evidencia que, detrás de las cámaras, las luchas de poder, los intereses económicos y las alianzas condicionan la narrativa pública, dejando a la audiencia con una sensación creciente de desconfianza y desencanto.

¿Podrá la televisión española recuperar su credibilidad o seguirá siendo un circo donde se juega con las vidas y reputaciones de las personas según el guion que convenga a unos pocos?

Por ahora, las sombras del pasado y las denuncias actuales siguen iluminando los rincones más oscuros del medio.

Mientras tanto, el público observa y cuestiona, y las redes sociales se convierten en el único espacio donde se puede hablar con cierta libertad, lejos de los intereses que manipulan la gran pantalla.

Así que la próxima vez que veas a Carlota Corredera o Sonsoles Ónega alzando la voz en defensa de una causa, recuerda este episodio y pregúntate: ¿es verdad o solo un espectáculo más?

Porque en la televisión, como en la vida, no todo es lo que parece.