🚨 Escándalo en Brasil: Vinicius procesado por montar una macrofiesta y molestar a vecinos – Pero shhh, no es noticia para todos (¿doble rasero o favoritismo descarado?)
La fiesta que ha puesto a Vinicius Jr. en el ojo del huracán no fue cualquier celebración.
El delantero brasileño organizó en Río de Janeiro un evento masivo para festejar su 25 cumpleaños que duró nada menos que dos días y reunió a cerca de 500 invitados, entre ellos figuras como Eduardo Camavinga y la cantante brasileña Anita.
La magnitud del evento, que incluyó conciertos con artistas reconocidos como el rapero Travis Scott, fue suficiente para que los vecinos denunciaran ante la policía militar el ruido excesivo y la alteración de la tranquilidad en la zona.
Según el relato oficial, los agentes llegaron a pedir que se bajara el volumen, petición que fue atendida solo momentáneamente, pues una vez que la policía se retiró, la música volvió a subir a niveles insoportables.
Este comportamiento provocó que Vinicius fuera denunciado formalmente y que el caso se tramite en el noveno juzgado especial penal de Río de Janeiro, encargado de delitos menores.
La legislación brasileña contempla sanciones que pueden ir desde una multa hasta penas de cárcel de hasta tres meses, aunque es evidente que para una figura como Vinicius lo más probable será una sanción económica.
Lo llamativo no es solo la denuncia en sí, sino el contraste brutal con el silencio mediático que ha acompañado esta noticia en España.
Mientras que la prensa deportiva se volcó en cubrir con detalle y repetición hasta el cansancio una fiesta mucho más modesta organizada por una joven promesa del FC Barcelona, la macrofiesta de Vinicius apenas ha tenido eco en medios como Marca, AS, Sport o Mundo Deportivo.
Este doble rasero en el tratamiento informativo resulta aún más evidente cuando se recuerda que la fiesta de Vinicius no solo duró dos días, sino que generó una denuncia formal por perturbación del orden público, algo que no ocurrió con la celebración del jugador culé.
Las redes sociales y varios analistas deportivos han denunciado esta parcialidad, señalando que la prensa parece tener un sesgo claro que favorece a ciertos jugadores y equipos mientras demoniza o persigue a otros.
La diferencia en el tratamiento de Vinicius y la joven estrella del Barça es un ejemplo palpable de cómo el periodismo deportivo puede caer en la hipocresía y la corrupción informativa.
Desde el punto de vista del propio Vinicius, no hay duda de que estaba en su derecho de celebrar su cumpleaños, especialmente considerando que este tipo de eventos forman parte de la vida personal y social de cualquier persona, incluso de figuras públicas.
Sin embargo, el problema radica en la falta de respeto hacia la comunidad y en la actitud de aumentar el volumen justo después de que la policía se retirara, lo que puede interpretarse como un abuso de poder o una falta de consideración.
Por su parte, la prensa local brasileña ha informado con detalle sobre el caso, pero en España, donde Vinicius es una figura muy mediática, la noticia ha sido prácticamente ignorada por los grandes medios deportivos.
En cambio, cuando la joven promesa del Barcelona organizó su fiesta, incluso sin denuncias ni problemas graves, la cobertura fue masiva y a menudo cargada de juicios y críticas.
Este contraste ha generado un debate sobre la ética periodística y la influencia de los intereses comerciales y deportivos en la agenda mediática.
¿Por qué se silencia una denuncia grave contra un jugador del Real Madrid y se magnifica una fiesta menor de un jugador del Barça?
La respuesta parece estar en la polarización extrema entre los grandes clubes españoles y la batalla mediática que los acompaña.
Mientras tanto, Vinicius deberá afrontar la audiencia preliminar que está programada para el 6 de noviembre, donde se decidirá el curso del proceso judicial.
Aunque la cárcel parece improbable, la multa y el daño a su imagen pública son consecuencias reales que el futbolista tendrá que asumir.
En conclusión, este caso no solo pone en evidencia la conducta de Vinicius durante su macrofiesta, sino que también desnuda la doble moral de la prensa deportiva, que con frecuencia manipula la información para favorecer a unos y perjudicar a otros según intereses ocultos.
Los aficionados y observadores del fútbol español y mundial deben mantenerse críticos y conscientes de estas dinámicas para no caer en la manipulación y exigir un periodismo más justo y equilibrado.
Porque al final, no se trata solo de fiestas o multas, sino de la credibilidad y la ética que deben regir tanto en el campo como fuera de él.
