¡Mientras España arde, Letizia desaparece y Felipe VI hace el payaso! “¿Monarquía o circo ambulante?”
España arde literalmente, con más de 40 incendios activos en comunidades como Galicia y Castilla y León, afectando a miles de personas y obligando a evacuar localidades enteras.
En este escenario de emergencia, la ciudadanía esperaba una respuesta firme y cercana de sus líderes, especialmente de la Casa Real, símbolo tradicional de unidad y apoyo en los momentos difíciles.
Sin embargo, lo que se ha vivido ha sido una auténtica decepción y motivo de vergüenza para muchos.
La reina Letizia ha desaparecido de la escena pública, sin dar señales de estar presente o mostrar solidaridad con las víctimas.
Mientras tanto, Felipe VI ha protagonizado una visita que ha sido calificada por numerosos críticos como un “payaso” haciendo un acto vacío y carente de sentido.
El rey interrumpió sus vacaciones en Grecia para regresar a España, pero su llegada fue confusa y poco clara.
Según fuentes y análisis de vuelos, Felipe llegó a Madrid en un avión Falcon, supuestamente con intención de acudir a la zona afectada en Galicia.
Sin embargo, finalmente aterrizó en la capital y se desplazó al cuartel general de la Unidad Militar de Emergencias (UME), donde fue fotografiado vestido con uniforme militar.
Esta imagen, lejos de transmitir fortaleza y compromiso, fue percibida por muchos como una “pantomima” o un gesto teatral sin sustancia real.
La visita duró menos de dos horas, tras lo cual el rey volvió a salir rumbo a Palma de Mallorca, dejando una sensación de desconexión con la gravedad de la situación.
Mientras tanto, la reina Letizia no fue vista ni en Madrid ni en Galicia, y no hay indicios de que haya interrumpido sus vacaciones o participado en alguna actividad relacionada con la crisis.
Esta ausencia ha sido interpretada como una muestra de indiferencia o falta de empatía hacia los ciudadanos afectados.
Las críticas no se hicieron esperar en redes sociales y medios de comunicación.
Muchos usuarios expresaron su indignación por la falta de presencia de la familia real en un momento tan crítico para España.
Algunos incluso pidieron que “se hagan las maletas y se marchen del país”, reflejando un sentimiento de frustración y desencanto con las instituciones.
El contraste entre el esfuerzo heroico de los bomberos, la UME y los vecinos que luchan contra las llamas, y la imagen de un monarca que parece más preocupado por la logística de su vuelo que por la tragedia, ha alimentado debates sobre la relevancia y el papel de la monarquía en la España actual.
Además, la política tampoco ha salido bien parada.
Se ha señalado la ausencia inicial del presidente Pedro Sánchez, quien estaba de vacaciones en La Mareta y solo reaccionó tras la llegada del rey, organizando apresuradamente su propio desplazamiento a las zonas afectadas.
Este episodio ha puesto en evidencia una desconexión palpable entre las élites políticas y reales y la realidad que viven miles de españoles que han perdido sus hogares, sus pertenencias y, en algunos casos, incluso sus vidas.
La actitud de Felipe VI, vestido con uniforme militar pero sin una acción concreta significativa, ha sido tachada de “demagogia” y “teatro”, mientras que la ausencia de Letizia ha sido calificada como “vergonzosa” y “fría”.
En un momento donde la unidad y el apoyo deberían ser máximos, la familia real parece haberse convertido en un símbolo de distancia y desencanto, una imagen que puede afectar gravemente su legitimidad y popularidad.
La prensa nacional, incluso la considerada más seria y tradicional, ha optado en muchos casos por evitar criticar abiertamente al rey, reflejando una actitud de “más papistas que el Papa” que no convence a una parte creciente de la sociedad.
Sin embargo, la opinión pública demanda transparencia y responsabilidad, y no dudará en señalar con dureza cualquier gesto que parezca superficial o desconectado de la realidad.
Este episodio ha marcado un antes y un después en la percepción de la monarquía española, que deberá replantearse su papel y su forma de actuar en momentos de crisis si quiere recuperar la confianza de su pueblo.
Porque cuando España arde, no basta con hacer una visita relámpago ni con posar para las cámaras; se necesita compromiso, presencia real y empatía genuina.
Y mientras Letizia continúa desaparecida y Felipe parece más preocupado por la imagen que por la acción, la vergüenza real se extiende como el fuego que consume el país.
La pregunta que queda en el aire es si esta crisis será el punto de inflexión que impulse un cambio profundo en la Casa Real, o si simplemente será otro episodio más en una historia de desencuentros y distancias con la sociedad española.
Por ahora, lo que sí es seguro es que la paciencia de los ciudadanos está al límite y que, en tiempos de fuego y desastre, las palabras vacías y las apariciones teatrales ya no convencen a nadie.
La monarquía, más que nunca, debe demostrar que está al servicio del pueblo y no solo de la pompa y el protocolo.
Porque, al final, la verdadera corona se lleva en el corazón, no en el uniforme ni en el Falcon.
