💰😈🔥 Ambición sin límites: la viuda que jugó con el amor, el dinero y la muerte 🕷️🕯️💔

El 16 de agosto de 2017 comenzó como un día aparentemente normal en el barrio de Patraix, en Valencia, España.

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A plena luz de la tarde, entre la una y las tres, un vecino que regresaba a su edificio en motocicleta hizo un hallazgo que cambiaría para siempre la historia de una familia.

Al entrar al estacionamiento del edificio donde vivía, notó un gran charco oscuro de líquido rojo junto a un automóvil.

Al acercarse para inspeccionar, descubrió el cuerpo de un hombre tendido boca abajo.

En ese instante comprendió que aquello no era otra cosa que sangre.

Apenas a una cuadra y media se encontraba una comandancia de la Policía de Valencia.

El hombre corrió desesperadamente hasta la comisaría y regresó acompañado de un agente.

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Al llegar, los policías comprobaron que el hombre no tenía pulso y procedieron a acordonar la zona.

Decidieron no mover el cuerpo y esperar a la policía forense.

Mientras la escena era asegurada, los vecinos comenzaron a acercarse con curiosidad y preocupación.

Minutos después apareció una mujer completamente descompuesta, llorando de forma inconsolable.

Decía que su marido solía estacionar el coche en ese lugar y que llevaba horas sin saber nada de él.

Los agentes le pidieron una descripción del hombre, su rutina y el lugar donde dejaba el auto.

Todo coincidía perfectamente.

La mujer que lloraba frente a ellos era la viuda de la víctima.

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Así fue como el cuerpo fue identificado rápidamente como el de Antonio Navarro Cerdá.

Antonio tenía apenas 36 años y había sido asesinado de manera brutal.

Cuando llegó el equipo forense y dieron la vuelta al cuerpo, el horror se hizo evidente.

Antonio presentaba múltiples heridas profundas provocadas por un objeto punzante.

Tenía lesiones en el pecho, el abdomen y el costado del torso.

La profundidad de las puñaladas oscilaba entre 15 y 20 centímetros.

Habían perforado pulmones, corazón e incluso huesos de la columna vertebral.

La violencia del ataque indicaba un ensañamiento extremo.

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Desde el primer momento, los investigadores sospecharon que no se trataba de un ataque al azar.

El arma homicida no se encontraba en la escena, pero todo apuntaba a un cuchillo de cocina.

En un inicio se barajó la hipótesis de un robo frustrado.

Se pensó que Antonio pudo haber sido atacado cuando se disponía a subir a su coche para ir a trabajar.

Sin embargo, esta teoría se vino abajo rápidamente.

Antonio tenía su billetera con dinero y tarjetas intactas.

También conservaba su teléfono móvil y las llaves del coche.

Incluso el propio vehículo seguía allí.

Nada había sido sustraído.

La brutalidad de las heridas, especialmente las dirigidas al corazón, sugería un ataque personal.

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Alguien quería que Antonio muriera.

Antonio Navarro Cerdá era ingeniero civil y tenía una vida estable.

Era conocido por ser trabajador, metódico y tranquilo.

Llevaba menos de un año casado con María Jesús Moreno, una enfermera de 26 años conocida por todos como Maje.

Para comprender el crimen, era necesario entender la relación entre ambos.

Antonio y Maje se conocieron en Novelda, el pueblo natal de ella.

Antonio estudiaba ingeniería y coincidió en la universidad con el hermano de Maje, quien cursaba arquitectura.

A partir de esas sesiones de estudio, comenzaron a relacionarse.

Antonio tenía entonces 30 años y Maje apenas 21.

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Maje provenía de una familia profundamente religiosa y estricta.

Había estudiado en un colegio católico dirigido por monjas.

Siempre sintió que su vida necesitaba algo más.

Tras terminar la secundaria, decidió estudiar enfermería.

Cuando conoció a Antonio, ambos dejaron Novelda y se mudaron a Valencia.

Antonio nunca había tenido otra pareja antes que ella.

Para él, Maje fue su primera y única relación sentimental.

Sin embargo, Antonio no fue el primer hombre en la vida de Maje.

Cuando comenzaron su relación, ella mantenía un noviazgo de dos años con otro hombre.

Le fue infiel con Antonio, aunque no se sabe con certeza si él era consciente de ello.

En 2016, la pareja decidió casarse.

Pero el compromiso estuvo lejos de ser idílico.

Mientras planificaban la boda, Maje volvió a ser infiel.

Antonio descubrió la traición y quedó profundamente afectado.

Llegó a plantearse cancelar el matrimonio.

Tras largas conversaciones, decidió perdonarla.

Finalmente se casaron.

La familia de Antonio nunca aceptó del todo a Maje.

Aunque asistieron a la boda, mantuvieron siempre una distancia emocional con ella.

Tras el asesinato, el velorio fue multitudinario y desgarrador.

La muerte de un joven con un futuro prometedor había sacudido a todos.

Maje leyó una carta en la que expresaba su dolor por no haber llegado siquiera al primer aniversario de bodas.

Habló del amor de su vida y de la tragedia que la había golpeado.

Sin embargo, algo llamó la atención de los investigadores presentes.

Momentos después de leer la carta, Maje fue vista riendo a carcajadas con una amiga llamada Rocío.

Cuando alguien se acercaba a darle el pésame, volvía a llorar desconsoladamente.

Ese cambio abrupto de actitud resultó sospechoso.

También llamó la atención que Mercedes, la madre de Antonio, no se acercara en ningún momento a la viuda.

Al comenzar la investigación, Maje aseguró que la noche previa al crimen había trabajado en una guardia nocturna en el hospital.

Dijo que no había dormido en casa ni se encontraba en el edificio esa mañana.

Varios vecinos confirmaron no haberla visto.

Maje describió a Antonio como una persona de carácter fuerte, capaz de enfrentarse a un ladrón.

Sugirió conflictos con los obreros que habían reformado el piso.

También insinuó que Antonio podía tener una amante y que alguien pudo haber actuado por celos.

Sin embargo, amigos y familiares desmintieron esa imagen.

Todos describían a Antonio como un hombre amable, relajado y sin conflictos.

No tenía deudas, problemas legales ni enemigos conocidos.

Con el avance de los días, la familia de Antonio aportó un dato clave.

Apenas tres días después del asesinato, Maje había hablado de la herencia del piso.

El departamento pertenecía en un 80% a Antonio y en un 20% a ella.

Al morir él, la propiedad quedó repartida entre sus padres y su esposa.

Por la legislación española, Maje podía vivir allí de por vida.

Ella propuso que la familia le pagara 30.

000 euros por su parte para marcharse.

La familia quedó indignada por esa actitud tan temprana.

La policía comenzó a sospechar seriamente de la viuda.

Con autorización judicial, se intervinieron sus comunicaciones.

Las llamadas con su amiga Rocío revelaron un lado perturbador.

Hablaban de la muerte de Antonio con ligereza.

También confirmaron múltiples infidelidades.

Los investigadores descubrieron que Maje mantenía varias relaciones paralelas.

Uno de sus amantes era José Antonio, un publicista con quien ya convivía semanas después del crimen.

José no sabía que Maje estaba casada.

Otro amante era Sergio, un guardia urbano.

Un tercero era Tomás, un fisioterapeuta.

A Tomás le había dicho que Antonio tenía cáncer terminal y la maltrataba.

Incluso expresó deseos explícitos de verlo muerto.

Pero el nombre clave fue Salvador.

Salvador trabajaba con ella en el hospital.

Parecía un amigo cercano que la ayudaba en todo.

Las escuchas revelaron una relación emocional intensa.

Salvador estaba casado y tenía hijos.

Las conversaciones mostraban celos, dependencia y planes compartidos.

La policía descubrió que Salvador tenía dos teléfonos móviles.

Uno de ellos se utilizaba exclusivamente para comunicarse con Maje.

Los investigadores tendieron una trampa.

Hicieron creer a la familia que el asesino ya estaba detenido.

Sabían que la información llegaría a Maje.

Efectivamente, se produjo una llamada reveladora entre ella y Salvador.

En esa conversación alinearon versiones y hablaron de la llave del estacionamiento.

Aquello fue la prueba definitiva.

Ambos fueron detenidos.

El análisis de los móviles confirmó que el de Salvador estuvo apagado durante la franja horaria del crimen.

Finalmente, tras horas de interrogatorio, Salvador confesó.

Admitió que esperó a Antonio en el garaje.

Lo atacó con un cuchillo y le asestó entre seis y ocho puñaladas.

Dijo que actuó por amor.

Más tarde confesó toda la verdad.

Maje le había dado la llave del garaje.

Ambos planearon el asesinato.

El juicio comenzó en octubre de 2020.

Salvador lloró, tembló y se mostró devastado.

Maje negó todo con frialdad.

Las pruebas fueron contundentes.

Salvador fue condenado a 17 años de prisión.

Maje recibió 22 años por ser esposa de la víctima.

Ambos debieron indemnizar a la familia con 250.

000 euros.

En prisión, Maje volvió a iniciar relaciones.

En 2023 dio a luz al hijo de otro recluso condenado por asesinato.

El caso conmocionó a España.

La historia de Antonio Navarro Cerdá quedó como un ejemplo estremecedor de manipulación, traición y crimen.

 

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