🔥😱🕯️ A LOS 33 AÑOS, MARIO PINEIDA ROMPE EL ÚLTIMO MURO: la confesión que evitó durante años y que confirma, sin rodeos, lo que todos intuían pero nadie se atrevía a decir 💥🌪️⚽

Sabemos, bueno, nosotros también sabemos que va a ser un partido difícil allá, así que México que Mario Pineida solía correr por la banda derecha como si el mundo no pesara, siempre con una sonrisa discreta, siempre con el corazón en el juego.

image

Era el tipo de jugador que no llamaba la atención por escándalos, sino por entrega.

En Ecuador lo llamaban el hijo de Guayaquil y durante más de una década fue un símbolo de esfuerzo silencioso, de humildad convertida en éxito.

Pero a los 33 años todo se detuvo.

No fue una lesión, no fue el retiro, fue un disparo en plena calle.

La noche del 17 de diciembre de 2025, un ataque armado terminó con su vida.

en segundos, sin aviso, sin explicación clara.

¿Por qué alguien querría matar a Mario Pineida? ¿Qué había detrás de ese crimen brutal? Algunos dicen que fue un error, otros que su nombre había salido en conversaciones peligrosas, pero lo más inquietante es esto.

image

Unos días antes, Pineida escribió algo extraño en su cuenta privada, algo que nadie entendió hasta que ya era demasiado tarde.

¿Qué estaba pasando realmente en su vida fuera del campo y quién decidió silenciarlo para siempre? Hoy vamos a abrir esa caja sellada, la que Mario nunca quiso abrir en público.

Mario Alberto Pineida Martínez nació el 6 de julio de 1992 en Santo Domingo, Ecuador, una ciudad de paso donde los sueños muchas veces se diluyen entre el polvo y el olvido.

Su familia, de orígenes humildes, se trasladó a Guayaquil cuando él era apenas un niño buscando mejores oportunidades.

Allí, en uno de los barrios más golpeados por la pobreza y la violencia, Mario creció con los pies descalzos y la mirada apuesta en una sola cosa, el fútbol.

Su padre trabajaba como obrero portuario y su madre, una mujer devota y resiliente, vendían empanadas en la calle para sostener el hogar.

image

Mario era el menor de cuatro hermanos, todos criados bajo una regla no escrita.

Aquí no se llora, aquí se sobrevive.

Desde muy temprano, el fútbol fue su válvula de escape.

La calle era su cancha, el balón su refugio.

A los 12 años, un entrenador local lo vio jugar en un campeonato de barrio y quedó impresionado por su venidad.

Corre como si tuviera alas en los pies, diría.

Ese hombre lo recomendó para las inferiores del Independiente del Valle, donde comenzó una carrera que, sin que él lo supiera, lo llevaría a la élite del fútbol ecuatoriano.

Los inicios fueron duros, lejos de casa, sin dinero, durmiendo en camas compartidas con otros chicos que también perseguían el mismo sueño.

Mario aprendió a soportar el hambre, la nostalgia y la presión, pero nunca se rindió.

image

Cada entrenamiento era una batalla personal y en cada partido amistoso se jugaba la vida.

Durante su adolescencia mantuvo una relación muy cercana con su madre.

Ella era su sostén emocional, su voz de aliento en los peores días.

Cuando yo no podía más, ella me decía, “¿Y para qué crees que tienes esos pies?” recordaría años después en una entrevista televisiva.

A los 19 años conoció a Mónica, una estudiante de enfermería con la que compartía la misma historia de lucha.

El romance fue instantáneo, pero maduro.

Se entendían sin hablar.

A los 21 nació su primer hijo y ese momento lo marcó para siempre.

Ese niño me hizo entender que mi esfuerzo no era solo por mí, diría con lágrimas en los ojos.

image

Su debut profesional con Independiente del Valle llegó en 2012.

Desde el primer partido demostró una mezcla rara de velocidad, disciplina táctica y temple emocional.

No tardó en llamar la atención de los grandes del país, pero él nunca se dejó deslumbrar.

aceptaba cada elogio con una sonrisa tímida y seguía entrenando como si aún estuviera peleando por un puesto.

La vida, sin embargo, no le había mostrado aún sus cartas más duras.

Aunque su ascenso fue limpio y constante, el pasado siempre deja grietas.

Algunos rumores comenzaron a circular, que Mario en su adolescencia había sido testigo de enfrentamientos entre pandillas locales, que conocía a ciertas personas de reputación turbia.

Nada fue confirmado, nada fue negado.

image

Él guardaba silencio siempre.

A pesar de todo, Mario seguía siendo un ejemplo en su comunidad.

regresaba a su barrio con frecuencia, organizaba partidos benéficos, regalaba implementos deportivos a los niños y conversaba con los jóvenes sobre disciplina, trabajo y fe.

Nunca olvidó de dónde venía, nunca se creyó más que nadie.

Hoy, mirando hacia atrás, algunos se preguntan si esa cercanía con su pasado pudo haber abierto puertas que jamás debieron cruzarse.

Si en algún momento, sin darse cuenta, miró a los ojos del lobo creyendo que aún era un viejo amigo.

La verdadera explosión en la carrera de Mario Pineida comenzó cuando en 2015 se consolidó como titular indiscutible en Independiente del Valle, justo en el momento en que el club empezaba a hacerse un nombre fuera de Ecuador.

Ese mismo año, su rendimiento atrajo la atención del seleccionador nacional y fue convocado a la selección absoluta de Ecuador.

Para Mario, vestir la camiseta de su país era más que un honor.

Era el cumplimiento de una promesa silenciosa hecha en su infancia.

En 2016 vivió uno de los momentos más memorables de su carrera.

Independiente del Valle, un club sin tradición internacional llegó a la final de la Copa Libertadores.

Aunque no se coronaron campeones, el equipo dejó una huella imborrable y Mario se convirtió en símbolo de ese sueño improbable.

Su despliegue físico, su marca implacable y su entrega lo posicionaron como uno de los laterales más confiables del país.

Su nombre comenzó a sonar en el extranjero.

En 2017 dio un salto clave al fichar por Barcelona SC, el club más popular y mediático de el Ecuador.

Fue una decisión que no estuvo exenta de Polénica, ya que muchos lo veían como un ídolo del Independiente.

Pero Mario buscaba crecer y entendía que con la presión venían también las oportunidades.

En Barcelona demostró carácter.

No solo fue pieza clave en el esquema defensivo, sino que también se convirtió en un referente dentro del vestuario.

A lo largo de los años acumuló títulos locales, participaciones internacionales y más de 20 apariciones con la selección nacional.

Jugó eliminatorias mundialistas, amistosos de alto nivel y fue parte del plantel en torneos de Copa América.

Era para muchos uno de los mejores defensores de su generación en Ecuador, pero aún así nunca fue portada de escándalos, no aparecía en farándula, no discutía con la prensa, era simplemente un profesional.

En 2022 logró lo que pocos creían posible.

una breve experiencia internacional en Brasil, el país del fútbol por excelencia, al unirse al Fluminense FC.

Aunque su paso fue corto y sin mucho protagonismo, para Mario fue una lección de vida.

Allí entendí que no todos los sueños se viven como uno los imagina, pero igual valen la pena diría después en una entrevista.

De regreso a Ecuador en 2023, volvió a Barcelona SC con una madurez distinta.

Jugaba menos, pero hablaba más.

Se convirtió en mentor de los jóvenes.

Compartía consejos, exigía disciplina.

Algunos decían que ya pensaba en convertirse en entrenador.

Él no lo confirmaba, pero pasaba más tiempo analizando partidos que celebrando goles.

Fuera de las canchas, su vida también parecía entrar en una etapa de calma.

Se casó en secreto con Mónica en una ceremonia íntima en Salinas con apenas una decena de amigos.

Compartían pocas fotos en redes sociales, pero las pocas que existían mostraban sonrisas genuinas.

Incluso se decía que estaban construyendo una pequeña escuela deportiva para niños en su antiguo barrio como una forma de retribuir lo que él había recibido.

Sin embargo, 2025 comenzó con cambios.

En entrevistas se notaba a Mario más reservado.

Había perdido peso.

Algunos compañeros notaron que usaba un segundo celular y que recibía llamadas en horarios extraños.

También se ausentaba de ciertos entrenamientos alegando temas personales, pero nadie sospechó lo que realmente estaba pasando.

En septiembre de ese año protagonizó un hecho que pasó casi desapercibido.

En un partido decisivo se negó a celebrar un gol y al final del encuentro se quedó solo en la cancha mirando al cielo.

Cuando se le preguntó al respecto, respondió con una frase desconcertante.

Hay cosas que el fútbol no puede arreglar.

La frase fue rápidamente olvidada por los medios, pero ahora, tras su muerte suena como un presagio.

Nadie en ese momento imaginó que Mario estaba caminando sobre una cuerda floja invisible, que algo o alguien estaba cada vez más cerca, que el hombre que siempre había huído del ruido estaba atrapado en un silencio demasiado profundo.

A pesar de mantener una imagen pública pulcra, quienes conocían de cerca a Mario Pineida sabían que algo en él había cambiado durante el último año de su vida.

No era visible en el campo, donde aún cumplía con su rol disciplina, pero fuera de las canchas su comportamiento empezó a reflejar una tensión contenida.

dejó de asistir a eventos sociales del club.

Canceló entrevistas de último minuto.

Su sonrisa, esa que lo había acompañado desde niño, empezó a desdibujarse.

En casa Mónica notó el cambio.

Mario pasaba más tiempo encerrado en su estudio escribiendo en cuadernos que no dejaba ver a nadie.

Dormía poco.

Se levantaba en la madrugada para mirar por la ventana como si esperara o temiera la llegada de algo.

Cuando ella le preguntaba, él respondía con evasivas.

Todo está bien, solo estoy pensando.

Pero la verdad era que algo lo estaba carcomiendo.

Uno de sus amigos más cercanos, que pidió no revelar su nombre, relató que Mario había recibido amenazas anónimas desde mediados de 2025.

Mensajes que llegaban por redes sociales y luego por teléfono.

Al principio pensaron que eran bromas pesadas, fanáticos desquiciados, pero pronto la cosa se volvió más seria.

Uno de sus hijos fue seguido saliendo de la escuela.

Mónica recibió llamadas silenciosas y una madrugada encontraron un sobre con una nota escrita a mano en la puerta de su casa.

Sabemos quién eres.

No te escondas.

Mario no lo denunció públicamente, tampoco se lo comentó a sus compañeros de equipo, pero dejó de llevar a los niños a los entrenamientos.

Contrató seguridad privada, algo inusual para un jugador de su perfil, y comenzó a tener reuniones frecuentes con alguien a quien nunca presentó.

Según versiones no confirmadas, era un abogado especializado en delitos financieros.

¿Qué estaba pasando realmente? Los rumores no tardaron en surgir.

Algunos apuntaban a deudas antiguas vinculadas a un familiar cercano.

Otros hablaban de una vieja amistad de barrio que con el paso del tiempo se había convertido en un vínculo peligroso.

Nadie sabía con certeza, pero todos percibían que algo había empezado a jalar de él hacia el pasado.

Un pasado que por mucho tiempo había preferido enterrar.

Su relación con Mónica se resintió.

Aunque no hubo ruptura formal, las discusiones eran frecuentes.

Ella quería irse del país.

Él se negaba.

Decía que si se iba sería como aceptar la culpa de algo que no había hecho.

No tengo miedo repetía, pero su mirada decía otra cosa.

En octubre de 2025, Mario hizo una publicación que ahora resulta inquietante.

Una foto en blanco y negro de su infancia en Guayaquil con el pie de foto.

Lo que uno ve no siempre es lo que uno vivió.

La imagen pasó desapercibida entonces.

Hoy parece una confesión a medias.

Un mes después, en noviembre, hubo un incidente menor.

Un vehículo lo siguió durante varios minutos tras salir de un entrenamiento nocturno.

No presentó denuncia, pero comentó a su círculo más cercano que ya no se sentía seguro.

Dijo, “Es como si todo esto me estuviera alcanzando.

” Y entonces llegó la noche del 17 de diciembre.

Mario había asistido a una cena con excompañeros del club.

Salió temprano manejando el mismo, sin guardaespaldas.

 

Related Posts

Our Privacy policy

https://noticiasdecelebridades.com - © 2026 News