🖤😢 ¡TRAGEDIA EN EL MUNDO DEL ESPECTÁCULO! CARLOS MANZO DE LUTO LLORA POR LA MUERTE DE BERNARDO BRAVO. 😭🌹

En Michoacán siguen las malas noticias.

Esta mañana fue localizado muerto Bernardo Bravo.

Lamentablemente el día de hoy nos enteramos que fue asesinado cobardemente, torturado y asesinado cobardemente en el municipio de Apatzengán, Michoacán.

Un fuerte abrazo para su familia, para sus hijos, sus hijas, para todos los integrantes.

Un joven de nuestra edad, 40 años, con el cual tuve el gusto de conocerlo.

Una convivencia pues muy corta porque nos conocimos hace algunos meses por ahí del mes de marzo, abril si mal no recuerdo.

Tuvimos pocos encuentros, pero siempre fueron muy agradables.

Un joven con mucha luz, con mucha esperanza, muy educado.

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La noticia sacudió a Michoacán como un trueno en medio del amanecer.

Bernardo Bravo Mandíquez, líder de los hicriptores del Valle de Apatingán, fue encontrado sin vida dentro de su vehículo.

Un hombre que se enfrentó a los poderosos, que habló cuando muchos callaban, que denunció la extorsión, la caída de los precios de limón, la agonía del campo.

Había sido silenciado con balas.

El eco de su voz quedó suspendido entre los héroes de Apatingan, pero no murió.

Ese eco despertó furia, impotencia y una promesa.

Carlos Manso, alcalde de Uruapan, rompió el silencio frente a cámaras, frente a su pueblo.

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Con el rostro endurecido y los ojos cargados de tristeza.

Pronunció las palabras que resonaron en todo Michoacán.

No vamos a dejar que la muerte de Bernardo Bravo quede impune.

Habrá justicia.

No era un discurso más.

era una declaración de guerra contra el miedo o principios con valores.

Eso es lo que a mí me tocó conocer de este joven de Bernardo, quien sin duda era una proyección importante para el liderazgo político social de la región de Uruapan y de muchas partes de Michoacán.

Inclusive era un prospecto para que fuera proyectado por el Movimiento Independiente del Sombrero a un cargo de elección popular en la región de Apatzingal.

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Quiero decirles que Bernardo lo conocí aquí en Uruapa, me vino a visitar, me platicó sus proyectos, sus luchas, su visión política, económica y social de la región y posteriormente me hizo una invitación a que conociera el sentir de los productores de limón de la región de Apatzingá, que los escuchara y en su momento por eso acudí a la región de Apatzingán, al Yanguis Limonero, donde pude saludar a muchos campesinos, a muchos productores, los escuché.

Ustedes pudieron ser testigos porque se transmitió a través de diferentes medios de comunicación y donde el sentir de la región de Apazingán es un sentir de desesperación, de indignación, de preocupación, de inseguridad.

y de violencia, muy similar a lo que se vive en todo el territorio nacional.

Lo que pasa en Apachingán, lo que pasa en Morelia, lo que pasa en Zamora, lo que pasa en Lázaro Cárdenas, lo que pasa en Uruapa, lo que pasa en Culiacán, lo que pasa en Guerrero, lo que pasa en Sinaloa, lo que pasa en la Ciudad de México, no dista mucho de la realidad que se vive en todo el territorio nacional.

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Es preocupante.

Bernardo no era un político ni un empresario de ciudad.

Era un hombre del campo, un hombre que conocía el sol de frente, el sudor y la tierra, un hombre que levantó la voz por los suyos y denunció la realidad que todos veían.

Pero pocos se atrevían a decir que los productores eran extorsionados, que el precio del limón estaba controlado por mafias, que los campesinos vivían con miedo.

El lunes 20 de octubre, su cuerpo apareció en el camino a los tepetates.

Las manos atadas, el rostro golpeado, los disparos en la cabeza.

El mensaje fue claro, que nadie más hable.

Pero el mensaje no se cumplió porque Manso habló y con él habló todo un pueblo cansado de la violencia.

Desde la madrugada, la policía de Uruapan y agentes estatales activaron un operativo en las rutas que conectan a Patingan con Lombardía y Nueva Italia.

Se rastrean vehículos, se inspeccionan caminos rurales, se levantan testimonios, se interroga a sospechosos.

Manso lo dijo sin rodeos.

A los responsables les caerá el peso de la ley.

No habrá pacto, no habrá perdón, no habrá descanso.

En los campos de limón, los trabajadores dejaron por un momento sus herramientas.

Miraban el horizonte en silencio.

Muchos lo conocían.

Muchos lo habían escuchado hablar en asambleas cuando Bernardo exigía precios justos y denunciaba los abusos.

Hoy su voz se convirtió en símbolo y ese símbolo encendió el corazón de Michoacán.

Carlos Manso no habló como político, habló como hombre, con rabia contenida, con impotencia.

Dijo que lo que le hicieron a Bernardo es lo que han querido hacerle al pueblo entero.

Callarlo, arrodillarlo, romperle el espíritu.

Pero Michoacán no se arrodilla.

Michoacán resiste.

Esa misma tarde el alcalde convocó a un consejo de seguridad extraordinario.

Las autoridades locales, estatales y federales fueron emplazadas a actuar con rapidez.

No hubo medias tintas.

Se ordenaron cateos, revisión de cámaras de seguridad, análisis de llamadas y se reforzó la presencia de la Guardia Civil en la región limonera.

Los productores se unieron en una sola voz.

No queremos discursos, queremos resultados.

Y Mansu respondió, “Van a tenerlos.

Yo mismo supervisaré esta investigación.

” Las palabras pesaron porque en un estado marcado por la impunidad, alguien decidió no callar más y no lo hizo con tibieza, sino con determinación.

Dijo que el crimen contra Bernardo no es solo un homicidio, es un ataque contra el trabajo, contra la esperanza y contra la voz del pueblo.

Mientras el sol caía sobre las huertas de limón, los patrullajes se extendían por la zona rural.

El aire olía a tierra, a miedo y a justicia.

La gente encendía velas frente a las cooperativas agrícolas.

La imagen de Bernardo, su sonrisa sencilla y su bora de campo se volvió un símbolo que cruzó redes sociales y calles.

Carlos Manso llegó hasta una de esas vigilias sin cámaras, sin prensa, se acercó a los productores.

Con voz quebrada dijo, “Lo mataron por decir la verdad, pero esa verdad no muere con él.

” Y así comenzó una historia distinta.

Una historia de justicia, pero también de advertencia, porque desde ese día el mensaje cambió.

Ya no era que nadie hable, ahora era que todos hablen.

El operativo sigue en curso.

Los responsables, dicen fuentes de la investigación, ya están identificados.

Y aunque los detalles se mantienen reservados, se sabe que la orden viene desde arriba.

Capturar los vivos o muertos, pero capturarlos.

Nadie descansará hasta que el nombre de Bernardo Bravo tenga justicia.

En los noticieros, los periodistas comienzan a contar su historia, pero detrás de cada palabra hay un silencio pesado, un silencio de rabia, porque todos saben lo que representa.

Un hombre del campo asesinado por decir la verdad y un alcalde que decidió no mirar hacia otro lado.

En Uruapan, las campanas de la catedral repicaron esa noche y en Apatingán, el eco de esas campanas se confundió con el rugido de las patrullas.

Michoacán no duerme.

Michoacán arde.

Así avanza la historia.

Una historia de justicia, de dolor, de coraje, de esperanza.

Una historia que comenzó con un crimen, pero que terminará, según promete Manso, con una victoria moral y judicial.

Y cuando llegue ese día, cuando los culpables sean presentados ante el pueblo, Michoacán sabrá que ni la sangre ni el miedo pueden detener a quienes están dispuestos a luchar por la verdad.

M.

 

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